Tal como hicimos con ocasión de las pasadas elecciones gallegas, vamos a aplicar el mismo procedimiento de estimación que nos sirvió entonces para adelantar con bastante precisión el resultado de aquellas elecciones, pero ahora referido a las europeas del próximo domingo. Como se recordará, basta con aplicar a los datos brutos del CIS cinco minutos de calculadora, a fin de ponderar la intención de voto expresada en la encuesta por el recuerdo de voto en las elecciones más reciente (julio de 2023). Esto es más o menos lo que el CIS había hecho siempre hasta la llegada de Tezanos.
Si aplicamos este sencillo cálculo al estudio preelectoral de las elecciones europeas y al reciente sondeo de campaña publicado este mismo lunes, el resultado se aparta de la estimación del Cis, pero, si vds se fijan, se aproxima al que proporcionan otras casas de apuestas en la prensa diaria. La tabla adjunta recoge las estimaciones que se desprenden de los datos brutos de ambos estudios.
Como se puede observar, las distancias entre los principales partidos (PP vs PSOE y Vox vs Sumar) se mantienen estables, pero todos ellos pierden puntos excepto Vox, que parece ser el que mejor se defiende a medida que avanza la campaña. Por contraste, la sopa de siglas que suele irrumpir en este tipo de comicios de tercer orden crece como la espuma (el resto de partidos pasa del 21,1% al 24,7%), lo que sugiere un aumento del voto de protesta típicamente representado en este caso por el fenómeno Alvise, apenas perceptible más allá de las redes. Es probable, no obstante, que mucho de este voto se quede sin representación, lo que salvaría la papeleta de los principales partidos, si hacemos excepción de Sumar, que parece descolgarse irremediablemente de la lucha por el podio.
En cualquier caso, el problema de estas estimaciones es que dan por supuesto un nivel de participación muy por encima del real. De hecho, el porcentaje de entrevistados que dicen que van a ir a votar con toda seguridad en ambas encuestas del CIS ronda el 70%, cuando la experiencia nos dice que unas elecciones europeas nunca han rebasado el umbral del 50%, salvo que hayan ido acompañadas de elecciones municipales, como ocurrió en 2019. En otras palabras, la principal dificultad a la hora de hacer una buena estimación está en suponer cómo quedaría esa distribución del voto que aparece en la tabla si ajustamos el nivel de participación. Pero eso no se puede hacer con la calculadora.