El 20 de noviembre de 2025 se cumplirán cincuenta años de la muerte del dictador Francisco Franco. El Gobierno ha creado un Comisionado especial para dirigir la celebración de hasta un centenar de actos conmemorativos, bajo el lema “50 años de libertad”. El PP y Vox han reaccionado acusando al Gobierno de dividir a los españoles y asegurado que se ausentarán de dichos actos. Una polémica más a añadir a las ya innumerables suscitadas por la derecha en esta y en la pasada legislatura. Pero, ¿hay realmente algo que celebrar?
Vayamos primero a los hechos históricos: Franco protagonizó, junto con otros generales, un levantamiento militar contra la Segunda República española que, al triunfar solo en la mitad de España, fue seguida de una terrible guerra civil que terminó con la derrota de la República. A la guerra siguieron cuarenta años de una feroz dictadura en la que Franco acabó con todo tipo de libertades y siguió ordenando detenciones, torturas y firmando sentencias de muerte hasta unos pocos días antes de su fallecimiento. Primero contra los vencidos en la guerra —republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas— y, en los últimos años, contra miembros de la ETA y del GRAPO.
Tras su muerte, el Rey Juan Carlos pasó a ser el Jefe del Estado —tal como Franco dejó dispuesto— y el franquista Carlos Arias Navarro el Presidente del Gobierno. Tras unos meses, en julio de 1976, el Rey le sustituyó por Adolfo Suárez. Este inició contactos con las fuerzas políticas que se movían en la clandestinidad y promovió una Ley de Reforma Política que, en esencia, eliminaba el régimen franquista y preveía una convocatoria de elecciones. El partido comunista fue legalizado, el último de todos, dos meses antes antes de dichas elecciones y estas se produjeron finalmente en junio de 1977.
¿Cuándo empezó la democracia en España?: ¿cuando murió Franco? ¿cuando el Rey nombró a Suárez?¿cuando se aprobó la Ley de Reforma Política (diciembre de 1976)?¿cuando, en los primeros meses de 1977, se legalizaron los partidos?¿en las elecciones de junio?¿cuando se aprobó la Constitución (diciembre de 1978)? Todas estas fechas fueron hitos importantes y, al menos dos de ellas —junio del 77 y diciembre del 78— gozarían de un amplio consenso para ser conmemoradas.
¿Y que hacemos con noviembre del 75? Podemos decir que el régimen franquista, cuya contestación en la calle empezó tan temprano como en 1956 con las primeras revueltas universitarias, contaba ya, a la altura de los años 70, con una amplia oposición social y que, tras la muerte del dictador, sufrió un acelerado proceso de descomposición alentado desde las instituciones por el Rey, Suárez y otros políticos reformistas de la élite franquista. Esta descomposición hubiera sido manifiestamente más difícil con Franco vivo. Por lo tanto, su muerte debe ser considerada como la eliminación de la barrera principal que impedía la llegada de la democracia.
Yo viví el 20 de noviembre de 1975 con suficientes años —veinticinco— como para ser plenamente consciente de lo que estaba ocurriendo. Ese día se agotó el cava en las tiendas y millones de hogares brindamos por la desaparición del dictador. Todos sabíamos que, a partir de ese momento, las cosas iban a cambiar muy deprisa, como así sucedió.
En mi opinión, el principio del fin de la dictadura, en definitiva el comienzo del proceso que nos condujo a la libertad, merece ser celebrado. No se trata, como interesadamente afirma el PP, de celebrar la muerte de nadie. En todo caso, sería celebrar la muerte de algo, la de una horrible dictadura que tuvo sojuzgado al pueblo español por la fuerza de la represión, la tortura, la cárcel, el exilio, y a veces la muerte, durante cuarenta años.
Y ha de ser aprovechado, como parecer ser la intención del Gobierno, para explicar a las generaciones jóvenes lo que fue aquella dictadura. Más, si cabe, en unos momentos históricos en que la ultraderecha española está utilizando las redes sociales para blanquear aquellos años y ensalzar la figura del dictador. Igual que hace en Alemania el partido pro-nazi AfD que, con la ayuda del multimillonario Elon Musk, podría convertirse en la segunda fuerza más votada en las próximas elecciones.
He consultado el programa de actividades, que puede verse aquí, y no detecto ningún evento que pueda considerarse partidista. Se trata de conferencias, debates, películas y otros actos protagonizados en gran parte por la sociedad civil: profesores, cineastas, historiadores y artistas. La persona que dirige el Comisionado es una reputada doctora en historia y hay también un comité de asesores científicos para asegurar que los eventos programados sean fieles a los hechos históricos.
En el preámbulo del BOE que crea el Comisionado se afirma que “conocer ... los sacrificios de los hombres y las mujeres de España en la lucha por las libertades y la democracia es un deber ineludible”. ¿Es esto un “planteamiento guerracivilista” como afirma el manifiesto suscrito por numerosos dirigentes del PP en el que se llama “a boicotear cuantos aquelarres promuevan en torno a Franco aquellos que dicen celebrar la libertad echando mano de la discordia”?
En mi opinión, una vez más, su competencia con Vox hace al PP desmarcarse de una posición —condenar una dictadura y alertar de los peligros que se ciernen actualmente sobre las democracias— que le es obligada como uno de los principales partidos de nuestro sistema democrático. Desde la Transición, ha sido imposible consensuar con la derecha española una lectura común de lo que representó la Segunda República y el golpe militar de Franco. Pero no debería serlo consensuar lo que representó la dictadura. Por definición, una dictadura es la ausencia de democracia y, que sepamos, el PP se autodeclara democrático. Vox es otra cosa. Su intención es dinamitar la democracia y, por lo tanto, es esperable que se dedique a blanquear la dictadura de Franco.
El error del PP arrastrará a muchos de sus votantes y deslucirá lo que debería ser una celebración de gran consenso social. Ojalá se sumen a ella muchas personalidades independientes del mundo académico, cultural y sindical. Y ojalá también que sea falsa la teoría de que el PSOE busca con esta celebración poner en aprietos al PP y visibilizar así su falta de compromiso con la democracia y su dependencia de Vox. En definitiva, de usarla para la lucha partidista de la que ya estamos bastante hartos la mayoría de los españoles.
El centro de los actos, deberían serlo, en mi opinión, las víctimas de la dictadura, es decir, todas aquellas personas que sufrieron persecución, cárcel o destierro por ejercer unos derechos que hoy están garantizados y que los más jóvenes ingenuamente dan por supuestos, tal vez porque nunca sufrieron su falta. Cosas tan elementales como escribir un artículo como este, participar en una huelga laboral o expresarse en la lengua materna de uno.
Víctimas, como yo mismo —y me considero afortunado, porque muchos otros sufrieron cosas peores— y muchos jóvenes de mi época, a las que arrebataron su juventud, y en ocasiones sus oportunidades profesionales y su libertad, por tener que luchar contra un régimen inaceptable e indigno.