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Tensiones entre Afganistán y Pakistán

Crecen las tensiones entre Pakistán y Afganistán tras un nuevo intercambio de ataques

Crecen las tensiones entre Pakistán y Afganistán tras un nuevo intercambio de ataques

El 28 de diciembre de 2024, el gobierno talibán de Afganistán respondió con ofensivas fronterizas a bombardeos paquistaníes que causaron 46 civiles muertos. Este recrudecimiento de hostilidades agrava la ya frágil estabilidad de una región marcada por conflictos prolongados y complejos.


Las tensiones entre Afganistán y Pakistán han sido históricamente complejas, alimentadas por factores étnicos, políticos y geoestratégicos. La relación, caracterizada por una constante desconfianza, alcanzó un nuevo punto crítico tras el reciente intercambio de ataques en las zonas fronterizas. En un comunicado oficial, el gobierno talibán declaró que sus fuerzas habían atacado "varios puntos dentro del territorio paquistaní en represalia por los mortíferos bombardeos aéreos" perpetrados en la provincia afgana de Paktika.

 

El 24 de diciembre de 2024, Pakistán lanzó una operación militar en la provincia de Paktika, alegando la necesidad de destruir un centro de entrenamiento insurgente y neutralizar a miembros del grupo militante Tehrik-e-Taliban Pakistán (TTP). Según las autoridades afganas, este ataque resultó en la muerte de 46 civiles. En respuesta, el gobierno talibán afirmó que sus contraataques se dirigieron contra "centros y escondites utilizados para organizar y coordinar ataques en Afganistán".

 

Por su parte, Pakistán justificó su ofensiva como una operación antiterrorista dirigida contra el grupo insurgente Tehrik-e-Taliban Pakistán (TTP), al que acusa de utilizar suelo afgano como base para planear ataques contra su territorio. Este conflicto subraya las tensiones de larga duración entre ambos países y evidencia los desafíos de seguridad regional.

 

Tehrik-e-Taliban Pakistán (TTP): Contexto y Amenaza

 

El Tehrik-e-Taliban Pakistán (TTP) es la organización militante más grande y letal de Pakistán. Fundado en diciembre de 2007 bajo el liderazgo de Baitullah Mehsud, el TTP busca derrocar al gobierno paquistaní y establecer un califato islámico en el país. Compuesto por varios grupos armados islamistas que operan a lo largo de la frontera afgano-paquistaní, el TTP ha protagonizado algunos de los ataques más devastadores en la región.

 

Desde 2014, el grupo ha enfrentado divisiones internas y operaciones antiterroristas por parte de Pakistán, lo que debilitó su estructura. Sin embargo, la toma de Kabul por los talibanes afganos en agosto de 2021 revitalizó su influencia. El actual líder del TTP, Noor Wali Mehsud, ha jurado lealtad a los talibanes afganos, reforzando la conexión entre ambos grupos.

 

El TTP mantiene como objetivo principal la desestabilización del estado paquistaní mediante una campaña terrorista que incluye ataques a fuerzas militares, policiales y civiles. A pesar de su relación con los talibanes afganos, las tensiones entre ambos persisten debido a las operaciones del TTP contra objetivos paquistaníes, generando roces diplomáticos entre Kabul e Islamabad.

 

Entre los aliados del TTP se encuentran grupos como Tehreek-e-Nafaz-e-Shariat-e-Mohammadi, Al-Qaeda, el Movimiento Islámico de Uzbekistán y Lashkar-e-Jhangvi, entre otros. Su brazo mediático, conocido como “Umar Media”, produce y distribuye propaganda, principalmente en pastún, con subtítulos en urdu, mostrando operaciones y actividades del grupo.

 

Antecedentes

 

La violencia en la frontera entre Afganistán y Pakistán ha dejado de ser noticia destacada, aunque sigue afectando gravemente a la población de la región. Para comprender su origen, es necesario remontarse a 1893, cuando Mortimer Durand, diplomático de la India británica, y el emir afgano Abdur Rahman Khan firmaron un acuerdo que desarrolló la llamada Línea Durand. Esta delimitación trazó las áreas de influencia de la India británica y Afganistán, dividiendo las tierras habitadas por los pastunes entre ambos lados de la frontera, lo que añadió complejidad a la situación.

 

Afganistán nunca ha reconocido oficialmente esta frontera, considerándola una imposición colonial, mientras que Pakistán la acepta como una frontera internacional. En 1947, con la creación de Pakistán tras la independencia de la India, la Línea Durand pasó a definir la frontera entre Afganistán y el nuevo Estado. Sin embargo, el acuerdo original de 1893 nunca fue formalmente ratificado ni refrendado mediante un tratado entre Kabul e Islamabad. Como resultado, ningún gobierno afgano, ni las comunidades pastunes, han reconocido la validez de esta delimitación.

 

Históricamente, la Línea Durand ha sido un foco constante de conflictos. Más allá de su impacto geopolítico, simboliza divisiones culturales y étnicas que perpetúan tensiones en la región. Desde 1949, las disputas fronterizas y las acusaciones mutuas de albergar a grupos insurgentes han sido recurrentes, especialmente en las áreas tribales fronterizas.

 

Ambos países se responsabilizan mutuamente de respaldar a militantes que desestabilizan la región. Pakistán acusa a Afganistán de permitir que militantes del Tehrik-i-Taliban Pakistan (TTP) operen desde su territorio, mientras Afganistán señala a Pakistán por apoyar a los talibanes afganos y otros grupos insurgentes, lo que socava su estabilidad.

 

Por otro lado, muchos afganos pastunes consideran que Pakistán debería devolver a Afganistán partes de las provincias de Baluchistán, Khyber Pakhtunkhwa y FATA, argumentando que fueron arrebatadas durante la época colonial británica.

 

En febrero de 2021, Pakistán anunció la construcción de una barrera de 2.640 kilómetros a lo largo de la Línea Durand para contener las actividades de organizaciones armadas operativas en ambos países. Sin embargo, el nuevo gobierno talibán no reconoce esta frontera, lo que ha generado preocupación en Islamabad. En este contexto, China emerge como un posible mediador entre las partes.

 

La dinámica actual refleja una compleja red de tensiones y la falta de entendimientos diplomáticos efectivos en la región. Desde que los talibanes retomaron el control de Afganistán en 2021, las tensiones han aumentado, especialmente respecto al TTP. Pakistán ha intensificado sus operaciones militares en la frontera y reforzado las medidas de seguridad mediante la construcción de vallas. Por su parte, Afganistán, bajo el gobierno talibán, ha adoptado una postura más desafiante, lo que ha derivado en enfrentamientos fronterizos ocasionales y ataques aéreos.

 

La escalada actual subraya la compleja dinámica de poder y la falta de entendimientos diplomáticos efectivos en la región.

 

Pakistán, que ha acogido a millones de refugiados afganos desde la invasión soviética de 1979, enfrenta ahora tensiones internas por la percepción de que estos refugiados afectan a la economía y la seguridad. La presión para que regresen a Afganistán ha aumentado tras la toma de poder por los talibanes en 2021.

 

Las tensiones también han afectado las relaciones económicas y comerciales. Pakistán ha cerrado repetidamente pasos fronterizos clave, como Torkham y Chaman, afectando el comercio y el acceso humanitario. A pesar de ello, ambos países dependen del comercio fronterizo, aunque los bloqueos y aranceles continúan dificultando sus relaciones.

 

Conflictos étnicos y religiosos. 

 

La población pastún en ambos lados de la frontera ha sido un factor importante en las disputas, ya que muchos pastunes ven la Línea Durand como una barrera artificial. Las diferencias sectarias también juegan un papel importante. Afganistán es predominantemente sunita, pero la influencia de facciones extremistas ha exacerbado divisiones internas y tensiones con Pakistán.

 

En este contexto, resolver los problemas entre Afganistán y Pakistán requiere abordar cuestiones históricas y construir confianza mutua, algo complicado dada la desconfianza de décadas. Las iniciativas regionales, como la mediación de potencias como China o la participación de organismos multilaterales, podrían ser clave para avanzar hacia la estabilidad.

 

Influencia de potencias extranjeras

 

La dinámica entre Afganistán y Pakistán está profundamente influenciada por actores externos, entre ellos India. Pakistán acusa a India de utilizar su influencia en Afganistán para desestabilizarlo, lo que refuerza la importancia de Afganistán como un aliado estratégico en su pugna con Nueva Delhi. A esto se suma la compleja cuestión de la etnia pastún, que atraviesa las fronteras de ambos países y exacerba las tensiones.

 

Por su parte, Estados Unidos y China han intentado involucrarse en estas tensiones con el objetivo de garantizar la estabilidad regional, aunque sus intereses no siempre coinciden con los de los países implicados.

 

El principal conflicto regional que afecta a Afganistán es la lucha por la hegemonía entre Pakistán e India, dos Estados enfrentados no solo en esta región, sino también en el disputado territorio de Cachemira. Afganistán, debido a su ubicación estratégica entre India, Pakistán, China, Irán, Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán, ha sido históricamente un corredor comercial y estratégico, así como un espacio de disputa para potencias coloniales y regionales.

 

El principal conflicto regional que afecta a Afganistán es la competencia por la hegemonía regional entre Pakistán e India, dos Estados enfrentados, además, por el territorio de Cachemira.

 

La retirada de las tropas estadounidenses y aliadas de la OTAN, concretada en agosto de 2021, provocó movimientos geopolíticos significativos entre sus vecinos. Tras dos décadas de guerra y más de cuatro décadas de implicación en el conflicto interno afgano (desde el apoyo de Washington a la insurgencia pastún contra la invasión soviética entre 1979 y 1989), Estados Unidos se marchó incapaz de controlar las complejas dinámicas locales, en un contexto de pérdida parcial de su influencia global.

 

Esta salida, acompañada de polémica, ha tenido profundas consecuencias geopolíticas. Afganistán, que durante la Guerra Fría fue un campo de batalla clave, se ha convertido ahora en un terreno de tensiones e influencias entre potencias regionales.

 

Mientras tanto, la situación interna del país plantea numerosas incógnitas y pone en juego diversos intereses. Cuatro Estados con armas nucleares -China, Rusia, Pakistán e India- tienen intereses estratégicos en Afganistán. Para India y Pakistán, este país es fundamental para la seguridad nacional, mientras que China, una potencia global en ascenso, busca expandir su influencia económica y geopolítica en Asia Central. India y China, además, han protagonizado enfrentamientos fronterizos recientes, lo que añade complejidad al panorama.

 

Rusia, por su parte, intenta recuperar la influencia perdida tras su fallida intervención militar en Afganistán, al tiempo que busca prevenir que grupos islamistas radicales utilicen el territorio afgano y los países de Asia Central como plataformas para lanzar ataques terroristas en suelo ruso.

 

La salida de Estados Unidos ha generado dos grandes preocupaciones comunes entre los vecinos de Afganistán (y otros actores como Turquía y Europa). La primera es que la victoria de los talibanes podría convertir al país en refugio para grupos insurgentes como Al Qaeda, desde donde podrían actuar contra el gobierno de Kabul u otros Estados. La segunda es el aumento de solicitantes de asilo provenientes de Afganistán.

 

Las relaciones económicas y comerciales, tanto legales como informales, entre Afganistán y Pakistán son significativas. Sin embargo, el cierre parcial de la frontera por parte de Pakistán tras la retirada de las tropas estadounidenses ha generado reacciones adversas en sectores afganos. Además, alrededor de un millón de afganos se encuentran refugiados en Pakistán, lo que agrava las tensiones entre ambos países.


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