El plan de transición del a todas luces Presidente electo contempla un extenso programa de liberalización económica, pero deja en el aire las condiciones políticas, así como su vuelta al país para liderar el hipotético gobierno.
En un clima de incertidumbre en la política venezolana que tuvo su último estallido con las discutidas elecciones presidenciales del 28 de julio, el candidato opositor Edmundo González (hoy por hoy, con asilo político en España) ha usado la tribuna que le otorgó Nueva Economía Fórum para desgranar el contenido de su hipotética transición.
El grueso de su discurso se ha centrado en la economía, que en Venezuela ha sufrido una caída de aproximadamente el 60% del PIB y una subida del paro por encima del 35% desde la llegada de Maduro al poder, según datos del FMI. En esta coyuntura, González ha prometido instaurar un Estado social y democrático de Derecho (el que disfrutamos actualmente en España), basado en una nueva relación del Estado con la sociedad que él mismo ha definido “al servicio del ciudadano, más ligero, más eficaz, más democrático y más subsidiario”. Las estrategias para llevarlo a término son claras: el ajuste de las variables macroeconómicas, y la recuperación de la economía por vía de la inversión.
González ha prometido devolver a Venezuela al marco financiero internacional estableciendo la independencia del Banco Central, luchando contra la inflación y aumentando las reservas internacionales; aunque también contemplando una renegociación de la deuda con los organismos internacionales para poder cubrir este ajuste de una forma más ligera.
Por otro lado, y con una diáspora de ciudadanos y patrimonios venezolanos a escala mundial, también ha definido un conjunto de reformas que buscan la “recapitalización de la economía”, tanto de inversiones de nacionales como de agentes internacionales, en prácticamente todos los ámbitos. Con la colaboración público-privada como eje, espera una expansión de los servicios de educación, infraestructuras, comunicaciones, sanidad o energía, con la proyección de ser el “hub energético de las Américas” en este último campo. Esta privatización parcial de los servicios públicos afectaría hasta las pensiones, donde ha defendido un sistema mixto de capitalización individual.
Menos claro ha sido en los detalles políticos de su transición. En política nacional, ha dejado claro que el espíritu de su coalición es “de reconciliación”, sin revanchismos que polaricen más la sociedad, pero no se ha pronunciado acerca de posibles indultos o amnistías a los líderes del régimen de Maduro, ni tampoco acerca de una posible denuncia ante la Corte Penal Internacional de las violaciones de Derechos Humanos que la oposición viene denunciando estos últimos años. De hecho, su única referencia en esta materia ha sido defender “el respeto, la promoción y la protección de los Derechos Humanos” como pilar de su administración. En política internacional, ha descartado por ahora una visita a Estados Unidos, y su única promesa concreta ha sido la de colaborar con Colombia en la construcción de la paz con los grupos guerrilleros que también controlan zonas del sur de Venezuela.
De la misma manera, tampoco ha aclarado cuándo regresará al país. Aunque mantiene su promesa de que su Gobierno no será en el exilio y que pretende jurar su cargo como Presidente el 10 de enero, nada parece presagiar que Maduro le ceda pacíficamente el puesto. Por otra parte, tampoco ha considerado oportuno anunciar la composición de su gabinete, con la excepción de la vicepresidencia asignada a María Corina Machado en honor a su papel como “líder” del movimiento opositor.
Edmundo González tiene una apuesta clara: paz, libertad y mercado. Una transición pacífica, sin soluciones vetadas, en la que prime una entrada de inversiones privadas que alivien la economía venezolana y en la que la rendición de cuentas y la justicia transicional siguen siendo una incógnita. Y a pesar de los jugosos incentivos a la impunidad que pueden tener Maduro y su séquito, no parecen ejercer la presión suficiente como para que el 10 de enero veamos a González Urrutia asumiendo el cargo de Presidente. La esperanza de la oposición venezolana es pequeña, pero no nula, así que sus esfuerzos continuarán - como mínimo - hasta el 10 de enero.