“Tengo un poco de poeta
y eso es nada”
(Rafael de León)

 

Nada está completo 
hasta que se sufre
o se celebra,
hasta que el amor llega
y lo invade todo, 
el zaguán y la azotea,
hasta que se recita y se canta, 
en coplas, en sonetos, 
en romances o en lo que haga falta. 

 

Nada se completa
si se oculta y da vergüenza,
si no se sale del armario, 
si no se escucha al corazón, 
si no se es héroe sin patria.

 

La casa queda vacía,
la garganta sin voz,
la noche sin palabras,
si no se recuerdan los sueños,
si después de muerto
nadie de ti habla.

 

Nada se moja
si la lluvia no llora,
si el café queda frío,
si la pena arrastra,
si los secretos
no se guardan,
si los ojos verdes no claman, 
si el reloj se para. 

 

Si no hay un responso
que te evoque,
y no hablo de rezos, 
sino de tonadillas
y romanzas, 
de amores oscuros
que no se aclaran.

 

Gacelas, casidas,
baladillas, pavanas, 
andaluz de una calle sin salida, 
el luto de una mujer enamorada, 
el silencio y la palabra, 
el sí y el no, 
la amistad de otros poetas
que, sin decir nada, lo ensalzan.

 

Rafael de León
y el eco de una guitarra, 
el piano de Federico,
la condescendencia de Falla.

 

Coplas que vienen y van,
la niña valiente,
el niño gitano,
la serrana loca, 
y un torero sin capote ni espada. 

 

Caminito de Sevilla, 
bailarina de filigrana,
el cante jondo
y la plegaria a la Macarena,
pero que no falte de nada.

 

Porque si nada hay,
no es tuyo ni mío, 
y cuando sepan
que tú lo escribiste
dirán
que ya es de todos, 
que lo popular
es de quien lo canta.