Casi nunca es lo que se quiere, ni tampoco nada es lo que parece.
Pedro Sánchez decidió que el 41 Congreso Federal del PSOE fuese, en Sevilla, el último fin de semana del presente mes de noviembre.
Pero la vida y los tiempos están llenos de Cisnes Negros, esa circunstancia que el filósofo libanés Nassim Taleb califica de sorpresiva, imprevista y de gran impacto socioeconómico, que provoca una importante distracción al devenir rutinario de los acontecimientos, y que, una vez pasado el hecho, se racionaliza por retrospección haciendo que parezca predecible o explicable.
Sin duda la trágica DANA ocurrida en Valencia con doscientos dieciocho muertos es un Cisne Negro que ha distorsionado por completo muchas cosas, entre ellas la celebración de un Congreso concebido como de exaltación del líder, donde había poco que discutir y mucho que ensalzar. Parecería obvio, que tras la tragedia este no es el tiempo en que hacer un Congreso.
El contenido de la Ponencia Marco remitida, como mera rutina, a las Agrupaciones Locales para su debate, discusión y enmienda es un ejemplo del escaso interés que se tiene en dar respuesta a los problemas, no ya de la sociedad de hoy, sino a la sociedad del mañana, y a la configuración de un PSOE post sanchista en un mundo que se percibe cada vez más reaccionario, autoritario, plutócrata, neo liberal, economicista y pragmático y menos progresista, y en el que los jóvenes se sienten cada vez más ajenos a la política o buscan en los “nuevos populismos” el consuelo y la “solución” que no encuentran en la política formal, sin que nadie sea capaz de remediarlo. Hace tiempo que la propia izquierda, y la realidad, acabaron matando la utopía.
Posiblemente el siglo XXI empezó como si necesitásemos acelerar la historia, no sé bien si para acabarla antes o por el deseo innato de controlar el futuro. Curiosamente las élites progresistas de la sociedad no se han percatado que una evolución acelerada generaba una dinámica reaccionaria en un importante sector de esa sociedad, incapaz de asumir los cambios que se pretendían, y en consecuencia tratando, no ya de frenarlos, sino lo que es peor revertirlos de la peor manera.
Pues bien, el 41 Congreso del PSOE no ofrece respuesta a los problemas reales de la sociedad, ni a la presente, ni lo que es peor, tampoco a la futura. La sociedad cambia en múltiples direcciones, donde la convergencia de cada una de ellas es, cada vez más, una rareza. La política que generan los partidos tradicionales se percibe como ajena a la realidad de las gentes. Solo nos llegan mensajes contradictorios, mensajes desvirtuados, polarizados, eslóganes y frases hechas concebidos por laboratorios politológicos y de comunicación, elaborados más de cara al adversario político que hacia la ciudadanía, que no encuentra respuestas a la solución de problemas complejos en una sociedad cada vez más compleja. Es, justamente, en ese momento en el que entra en juego “el listo de la barra del bar”, el prototipo de populista, que da soluciones simples a problemas complejos, al albur del “carajillo” de primera hora de la mañana.
Cualquier decisión política es rápidamente engullida, y apenas se percibe. Todo es deprisa, deprisa... Se exige la inmediatez como solución a los problemas del momento. Pero, paradójicamente, las decisiones que se toman rápidamente apenas tienen impacto, consumidas por la vorágine de información a la que todos estamos sometidos, Es como si quisiéramos devorar el tiempo sin percatarnos que es él el que nos engulle. Las decisiones necesariamente lentas, por el contrario, son repelidas desde el rechazo, porque la sociedad requiere respuestas instantáneas. La paciencia ha dejado de existir como filosofía.
Cuando la izquierda, es decir el pensamiento ideológico vinculado al progreso, no es capaz de ofrecer nada nuevo, ni es capaz, de configurar nuevos paradigmas que ilusionen a los “nuevos ciudadanos”, es que algo está ocurriendo, y nadie lo analiza correctamente. En este ambiente hiperbólico de polarización, populismo y extremismos casi es más rentable electoralmente el mantener, si se puede, la calma social, la ausencia de conflicto, el “no molestar”, que aventurarse con propuestas inciertas o discutibles. Pero esto es difícilmente posible cuando se gobierna con intereses cruzados e incluso contrapuestos y contradictorios.
El PSOE se presenta en este Congreso, que habrá de pasar con más pena que gloria porque así parece haberse concebido, con un recetario anodino, donde ni siquiera podrá celebrarse algo parecido a la Oktoberfest fusionada con la Nit del Foc del Congreso de Valencia, ni tampoco de exaltación del liderazgo de Pedro Sánchez, que lleva al partido sumergido en una importante crisis de funambulismo, debido a los pactos contra natura con un nacionalismo radicalizado y tramposo.
Posiblemente, el único tema importante susceptible de discusión -de manera incierta- en el 41 Congreso será la financiación autonómica, asunto en el que se han percibido discrepancias entre las diferentes federaciones. Es esta la cuestión que genera más distorsiones internas -más incluso que la amnistía y los pactos de Gobierno-, y que pueda cuestionar los acuerdos entre ERC y el PSC. Sin embargo, el propio PSC ha señalado que esto no va con ellos, y que su acuerdo está fuera de la discusión congresual.
Es obvio que el hiperliderazgo de Sánchez puede traer consecuencias graves al partido, tan alentado desde la cúspide de la pirámide socialista. Primero, por la anulación de posibles alternativas a sucederle, más aún cuando los resultados de las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023 dejaron al partido en el esqueleto de la otrora fuerte pirámide institucional. Segundo, porque la ideología socialdemócrata se ha desvirtuado, no solo por la frecuente incoherencia de Sánchez, sino también por la propia crisis de la izquierda. Tercero, porque los Estatutos del partido se han ido configurando, cada vez más, en torno al líder, anulando tanto el papel de la Ejecutiva Federal, como del Comité Federal, principales órganos de dirección y de formulación estrategias y objetivos políticos, sin que ello haya derivado, en contrapartida, en un mayor protagonismo de la militancia, tal y como en su día se prometió.
A fe cierta que este Congreso, adelantado casi un año por Sánchez para garantizarse el poder en el seno del partido ante un hipotético adelanto electoral, puede quedar en agua de borrajas y cerrarse completamente en falso, conllevando con ello una pesada carga ante los posibles resultados adversos, solo salvables por la impericia y las erráticas políticas del Partido Popular, más obsesionado por derribar a Sánchez que por considerar que los españoles existimos.
ESPECIAL DE LA HORA DIGITAL SOBRE EL 41º CONGRESO FEDERAL DEL PSOE