Pues eso pareciera que es lo que va a celebrarse en Sevilla en breves fechas, con forma de Congreso Federal del PSOE.
Por cierto, también así debiera serlo el que correspondería hacer al Partido Popular, aunque de éste es ignota la fecha y no parece vaya a serlo antes de 2026, según las últimas elucubraciones que rondan por la calle Génova. El último congreso ordinario del PP, fue en 2018, el Congreso de Teodoro y Pablo, mandados al paro poco después en un congreso extraordinario, también en Sevilla, en 2022, donde se entronizaron a Alberto, Cuca y Elías, con la anuencia de Don José María, a través de MAR e IDA.
Llegados aquí me pregunto yo respecto del Congreso Federal próximo de mi Partido: Para qué hace falta celebrar un Congreso Federal ordinario, con lo que cuesta, cuando ya sabemos quién va a ser Secretario General, y ya sabemos el contenido de lo que se va a aprobar en el mismo Congreso, como mandatos políticos para el período que se inicia, habida cuenta de lo que ha sido el periodo precongresual.
Vayamos por partes.
Las primarias, ese bálsamo de fierabrás traído a la política española desde la narración que hiciera don Miguel de Cervantes como una panacea remediadora de los males de salud que asolaban de manera terminal a los partidos políticos (¿¡!?), ya nos han “elegido” a nuestro actual y próximo Secretario General Federal que anunciará la composición de su Ejecutiva Federal en el transcurso del Congreso. Es por ello, que en estas fechas quienes se consideran acreedores legítimos a ocupar o mantener plaza en semejante órgano terminan de acreditar méritos que sean tenidos en cuenta.
E igual ocurrirá en los posteriores congresos de ámbitos territoriales inferiores, donde, salvo honrosas excepciones, se irá a los mismos sabiendo quién es el correspondiente Jefe y que por ende, habrán de gobernar la organización con el programa que en forma de ponencias políticas vayan ya, convenientemente salpimentadas, a los congresos de su ámbito territorial. Porque, en buena lógica, si elegimos al Jefe antes del Congreso, cómo vamos a imponerle en el Congreso, lo que tiene que hacer en lo venidero. No era así. No. No lo era anteriormente. Y lo sabemos, al menos los más viejos del lugar que conservamos la memoria.
(Por cierto, qué atronador silencio ha guardado la oficialidad de la Organización socialista en el quincuagésimo año de la celebración del Congreso de Suresnes. Parece como si este PSOE no tuviera nada que recordar sobre lo que supuso aquéllo. Claro que es el Congreso del que trae causa lo que este Partido fue y lo que este Partido supuso para España de la mano de quienes en aquella Ejecutiva Federal cambiaron el curso de la historia. ¡Mira que si este silencio tiene esa causa! Qué malpensado soy)
Volvamos al hoy. En la fase precongresual, las agrupaciones locales han celebrado unas asambleas donde ya se sabía la lista de delegados y sus respectivas cabezas de delegación los que, salvo escasas excepciones, van a ser los próximos secretarios generales de ámbito inferior.
En esas asambleas no se ha debatido la gestión de los órganos federales salientes, eso que pudiera ser un juicio de residencia; tampoco se previó un debate sobre la ponencia marco recibida cinco o seis días antes de esas asambleas, sino que simplemente había que presentar enmiendas y sobre ellas debatir y votar. Verdaderamente, tampoco hace falta más tiempo. Qué más da.
Una somera lectura de la llamada Ponencia Marco “ESPAÑA 2030. Un socialismo que avanza, una España que lidera”, (con una redacción y sintaxis que alguien debiera mirar) se deslizan unas ideas genéricas, con escasas concreciones y donde algunas reflexiones me surgen, de somera forma, sobre alguno de los temas que, día a día, se nos asoman en los medios de comunicación.
Es huero cuanto se dice sobre la reforma del sistema de financiación de las autonomías, pues ya sabemos los mensajes recibidos y ya comprometidos, al calor del acuerdo con ERC y con los del Partido (o lo que sea) del prófugo de Waterloo y con el resto de los socios “de progreso”: esto es lo que hay, digamos lo que digamos, si algo se dice, en el Congreso Federal. (Pág. 10 del documento)
Retórica al uso es con la que se redacta lo referido a “mejorar nuestro capital humano y facilitar la inmigración laboral y la atracción de talento”, con medidas que son simples lugares de citas comunes: contratación en origen, agilización y simplificación de permisos de trabajo, mejora de los programas de homologación de títulos, etc. (Pág. 17). Es decir, lo mismo que podemos leer en los diarios de sesiones de las dos Cámaras legislativas nacionales, que mejor no debieran ser televisadas en directo para no agriar más ciertas percepciones del común de la ciudadanía. Como si las políticas migratorias no estuviesen necesitadas de aportar nuevas ideas. No debe ser un problema de importancia.
Sobre el modelo territorial, (Pág. 55), se constata en el documento, la buena gestión del Gobierno de coalición y la altura de los partidos que apoyaron la investidura que han permitido la convivencia y el diálogo en Cataluña; igualmente es notorio que la relación entre las Comunidades Autónomas y el Estado central haya mejorado drásticamente; la cogobernanza se ha instalado, gracias en parte a herramientas como las Conferencias de Presidentes y por una apuesta notable del Gobierno central por el modelo autonómico. (Así literalmente). O sea, que hay que creer que avanzamos en una federalización del Estado (¿¡!?), y no en la verdadera confederalización que se ha emprendido mediante los pactos con los socios de progreso, por un puñado de votos, a la chita callando, y todo ello se quiera vender como avance en el modelo federal.
En la página 66, se constata que España ha vuelto a la primera fila de la política internacional y se ha elevado nuestro prestigio e influencia a unos niveles sin precedentes en la historia reciente de nuestro país. (Sic en el texto oficial). No comentaré esta afirmación.
En la página 72, se afirma que los socialistas queremos un partido ágil y moderno, fiel a sus principios y valores, hoy más necesarios que nunca. En esta nueva etapa, vamos a empoderar aún más a nuestros y nuestras militantes y abrirnos más a la población. En definitiva, modernizarnos para seguir siendo lo que el PSOE ha sido siempre: el partido que mejor refleja la diversidad y la sensibilidad de la sociedad española. De verdad, que lo pone sí.
Si se sigue leyendo el texto, y visto lo que se aprobó en el anterior Congreso de Valencia y su no cumplimiento en el devenir del día a día ulteriores de Partido y Gobierno, me surge una pregunta: ¿Acaso no se podría sustituir todo esto por un simple argumentario como los que se elaboran monclovitamente a diario, según necesidades de tiempo y lugar? ¿No bastaría un más económico tweet al que seguir como dogma de fe, sin vacilación, y subido a las redes a primera hora de la mañana? No hacen falta Congresos Federales, ni Regionales ni provinciales. Para este viaje, no hacen falta alforjas.
Y aún así hay quienes se sorprenden que, según el CIS de Tezanos, el 69,1% de los españoles no tiene confianza en el Presidente del Gobierno y el 77.2% tampoco la tiene en el líder de la oposición.
¿No sería bueno empeñarse en acercar la política a la realidad de la calle?
Lo único cierto y verdadero es que el día a día del quehacer político español se va escribiendo por las necesidades de votos del cortoplacismo en que se ha instalado esta forma de hacer política; en lo que manda la aritmética parlamentaria de gobernar en agónica minoría, aceptando acuerdos y enmiendas chantajistas que contradicen la esencia de esos principios y valores del socialismo reconocidos en la ponencia marco como más necesarios que nunca, pero que saltan hechos trizas en cada documento que nos llega en forma de acuerdos de gobierno (Con Podemos y su heredera Sumar) o de legislatura con las “fuerzas de progreso”. Recomiendo la profunda lectura de estos textos, suscritos desde el Gobierno socialista/PSOE, con quienes apuestan por la negación del modelo de la Constitución de 1978, al que denuestan desde su ignorancia interesada y auténtica mala fe. Atacando desde dentro un modelo que, por la vía de los hechos, desnaturalizan y les falta la valentía de que, si no les gusta, debieran proponer la reforma, pero con las reglas que nos dimos todos. No por la puerta falsa.
Por eso, para qué un Congreso Federal. Para qué sus resoluciones. Será el pacto suscrito a diario, contando votos de aquí y allá, renunciando a principios y valores, los que se instalen todos los días en el hacer político. Ya lo hemos vivido.
Y ojo. Que hoy hablo del Congreso del PSOE, pero lo que también hoy se cuece y no se debate entre los adversarios ideológicos de la leal oposición (o lo que sea), no dista de iguales comportamientos, aunque escorando su pensamiento hacia las más oscuras celdas del pensamiento de la ultraderecha.
Las presencias de la extrema derecha en gobiernos y apoyos parlamentarios externos como Italia, Hungría, Países Bajos, Croacia, Eslovaquia o Finlandia, o aquello a lo que juega el PP con Vox en España, debieran hacer pensar a muchos demócratas hacia dónde nos deslizamos. En Iberoamérica, ni hablamos. Y en los Estados Unidos de Norteamérica, el 20 de enero, Trump y sus secuaces se sientan en la Casa Blanca. Con mayorías holgadas en el Congreso y el Senado norteamericanos. Y con mando en plaza en su Tribunal Supremo.
Pareciera que no pasa nada. Pues, sí. Y todo lo que pasa es muy grave.
Tan grave que, como tantas veces vengo manteniendo y añorando, hora es que quienes hicieron una Europa grande y de progreso y sus terminales españolas, piensen hacia dónde nos deslizamos. Sólo el diálogo en la centralidad, ora con aportes de la derecha o la izquierda ha demostrado que es la que propicia los mejores tiempos en la España que nace en el denostado “Régimen del 78” que los extremos de los nacionalismos excluyentes o de las derechas negacionistas e irredentas se empeñan en enterrar.
Es a los líderes actuales, los que dispuestos están a seguir rompiendo jarrones chinos, a quienes compete y urgen las necesidades de acuerdos de estado, desde esos sus partidos de estado, para aportar soluciones pactadas a los acuciantes compromisos que España tiene.
Los aportes que a tal fin debieran leerse en la ponencia política del Congreso Federal del PSOE sería una buena ocasión. Y los del que ni está ni se le espera, Congreso del PP, igualmente.
No encuentro motivos para el optimismo. ¿Qué quieren ustedes que les diga?
ESPECIAL DE LA HORA DIGITAL SOBRE EL 41º CONGRESO FEDERAL DEL PSOE