En los congresos de las organizaciones de la izquierda se pone en marcha una especie de ceremonia, más de forma que efectiva. El resultado es el desistimiento de un importante número de afiliadas y afiliados que a lo largo del tiempo han afianzado la percepción de que el resultado del congreso es como la comida de catering, que está precocinada. Ante lo que dejan de participar o directamente abandonan la organización.
En mi reflexión no estoy pensando en las organizaciones de la derecha: partidos y asociaciones patronales, las cuales son presidencialistas por naturaleza, con unos parámetros empresariales, aunque hayan adquirido el formalismo democrático para salvar las apariencias y cumplir la ley.
Sin embargo, tanto en las organizaciones de izquierda como de derechas, en los procesos congresuales en los que se produce la confrontación por la dirección, si que se incrementa notablemente el desarrollo democrático del proceso, pues todos se exigen mutuamente el cumplimiento escrupuloso de los estatutos, aunque el grupo que ostenta la dirección, lo que se conoce como “el aparato”, tiene la capacidad de interpretar dichos estatutos. Esto ocurre cuando se desata la lucha por el control de la organización, normalmente en detrimento del debate de las ideas.
Importantes partidos y sindicatos de nuestro país tienen ya fechados sus congresos en un espacio temporal de ocho o nueve meses:
- UGT celebra su 44º Congreso Confederal, en Barcelona, del 25 al 27 de noviembre de 2024
- PSOE celebra su 41º Congreso Federal, en Sevilla, del 29 de noviembre al 1 de diciembre de 2024
- ERC celebra un Congreso de carácter extraordinario el 30 de noviembre de 2024.
- CCOO celebrará su XIII Congreso Confederal, en Madrid, del 19 al 21 de junio de 2025.
- Podemos tiene previsto celebrar su V Asamblea Ciudadana en junio de 2025.
Cada organización tiene sus normas estatutarias, incluso sus usos y costumbres, a la hora de desarrollar el proceso congresual. También varía el procedimiento, y esto es lógico, en función del tamaño de la organización, es decir, el proceso se hace más complejo y laborioso cuanto mayor es el número afiliados y afiliadas que componen la organización.
Un hecho diferencial entre Podemos y las demás organizaciones es que funcionan con el modelo de “democracia participativa”, de carácter asambleario y las demás adoptan la “democracia representativa”, vía congresos, de abajo arriba o de arriba abajo, para el desarrollo de sus procesos.
Hechas las consideraciones objetivas, paso a la crítica positiva; a modo de sugerencia para el debate entre militantes.
La democracia deja de ser efectiva desde el momento en el que se establecen porcentajes y dificultades para que cualquier militante pueda participar en el congreso de su organización. Esto ocurre porque no todos y todas las militantes tienen acceso a los documentos que establecen las bases de la convocatoria o no con el tiempo de antelación suficiente.
Se establecen plazos cortos para presentar avales, en el caso de querer optar a la secretaría general. O se condiciona un número de avales que puede parecer poco en términos relativos, pero que en números absolutos es superior a la población de más del 60% de los municipios del Estado español. Por ejemplo, si para presentar candidatura a la secretaría general, en una organización de unos 200.000 afiliadas y afiliados censados, se exige el 3% de avales, estamos hablando de 6.000 avales ¿disponen todos y todas las afiliadas del censo del Partido para poder dirigirse a todas y todos los afiliados para proponerles el acto del aval? No ¿Desde una agrupación de un barrio o un pueblo, un militante tiene capacidad para, efectivamente, alcanzar ese número mínimo de avales? No. Sin embargo, desde la Dirección del Partido se dispone del e-mail, teléfono, dirección, etc., de todas y todos los afiliados y afiliadas y se cuenta con la inestimable colaboración de las federaciones y/o agrupaciones territoriales y locales.
Lo mismo ocurre para la elección de las delegaciones a los congresos extraordinarios en los que se serán elegidos y elegidas las delegadas al congreso superior, proceso en el que se establecen plazos de 6 o 7 días para presentar candidaturas y para presentar avales, etc. En este caso, en las candidaturas, como en las elecciones generales, autonómicas o municipales, se abre la cuestión de si las candidaturas son abiertas o cerradas; un debate que va más allá de las fronteras de una organización.
La democracia no es efectiva no solo cuantitativamente, también ocurre en lo cualitativo. Por ejemplo, en lugar de que todas y todos los militantes pudiesen enviar sus propuestas de acción política o sindical -dependiendo de qué tipo de organización- y que esas propuestas fuesen refundidas en un documento Base en el que estuviesen contenidas todas las reivindicaciones y necesidades desde abajo, lo que habitualmente se hace es que la Dirección encarga a un grupo, normalmente de afines o como mínimo mayoritariamente de afines, para que redacte un documente Base. Documento que, bastante voluminoso, llegará a las bases un mes antes del congreso, se les dará unos días, pocos, para que lo lean y hagan enmiendas que tendrán que obtener un porcentaje, por ejemplo: del 30% de sus asambleas de agrupación, con el único compromiso de ser debatidas y estudiadas en el ámbito territorial superior, donde, con un nuevo porcentaje, serán aprobadas las que obtengan otro 30% de todo el ámbito territorial.
Todo este farragoso proceso, que a mi modo de ver vicia la democracia, pone a salvo las posiciones políticas de la Dirección, pues “la cadena de mando”, en los hechos y a lo largo del complejo procedimiento, ya se ocupa de que no lleguen al congreso federal o confederal propuestas con las que unos pocos (la dirección) no están de acuerdo.
En ocasiones ha ocurrido que se ha escapado una propuesta que a la dirección le resulta incómoda: república, defensa de lo público… ese tipo de cosas que se suelen caracterizar por los hombres y mujeres de Estado como posiciones “antisistema”. En estos casos entran en funcionamiento todo tipo de argucias, que suelen llevar a cabo los famosos “fontaneros”, con un alto grado de presión contra los proponentes para que desistan de llevar al plenario tal o cual enmienda que ha superado todos los filtros.
Este proceder lleva a que cada día sean más los y las militantes que se abstienen de participar en el proceso congresual, tanto de acudir como de escribir, quedan así las manos libres a quien ostenta el poder dentro de las organizaciones; grupos que se enquistan durante años y terminan apropiándose de una organización que por naturaleza es de los militantes y no de uno o varios.
Si tal o cual dirección de una organización influyente en la vida democrática de una sociedad es cooptada por intereses espurios a la organización, pues terminamos entendiendo la brecha, cada vez mayor, que se ha abierto entre bases militantes y dirección y que el sentir de la mayoría social sea de rechazo a la política. Pero esto de la cooptación lo dejo para en próximo número, junto con lo de las listas abiertas o cerradas.
ESPECIAL DE LA HORA DIGITAL SOBRE EL 41º CONGRESO FEDERAL DEL PSOE