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"Se cansa uno de todo, menos de comprender..." Anatole France

Elon Trump o Donald Musk: Who is the Adult in the room?

Elon Trump o Donald Musk: Who is the Adult in the room?

En un artículo publicado el 1 de marzo en este mismo periódico, dije que una posible reelección de Trump en EE.UU es susceptible de crear una tremenda onda de choque, afianzar aún más la vuelta de la oclocracia y hacer del siglo 21 el siglo del nacionalismo populista por excelencia. A lo largo de este año, había añadido, se celebrarán elecciones en más de setenta países en el mundo donde cuatro mil millones de ciudadanos estarán llamados a escoger a sus máximos dirigentes. Pues ya empezamos de buen pie. 


La victoria de Trump: Crónicas de una reelección anunciada.

 

No cabe duda de que Trump no solo ha tenido los votos del colegio electoral sino el de los votantes en general, o sea el plebiscito de la mayoría de los ciudadanos americanos. Hasta el propio nuevo inquilino de la casa blanca se sorprendió de tal oleada y goleada. 

 

En vez de analizar el porqué de tal hazaña, centrémonos más bien en las razones de la derrota del partido demócrata. La victoria de Trump se veía venir como dice el chiste del convento de los monjes de clausura. Entre dichas razones, citamos: 

 

  1. Las repetidas meteduras de pata de Biden por razones de salud física y mental, la última a escasísimos días del 6 de noviembre.
  2. El escaso tiempo que se le dio a Kamala Harris para llevar a cabo una campaña electoral en condiciones. Intentar suplir la falta de tiempo por ataques a la persona de Trump no ha hecho más que reforzar la imagen de victima que este último supo vender con brío. 
  3. Concentrarse en el derecho al aborto y hacer oídos sordos a los gemidos sociales. Con razón se dice que las mismas causas producen los mismos efectos. El apoyo a la candidata Harris por la gente bling bling del mundo del cine y la música no ha hecho más que radicalizar dicha rabia.
  4. Infravalorar la importancia de los valores religiosos y familiares para las minorías latina, negra, asiática y árabe. La conjunción de los registros económico y moral explica el estrepitoso fracaso de Harris en Atalanta, ciudad natal de Martin Luther King morada al 50% de población negra. 
  5. Desentenderse del problema de la inmigración y seguridad en un contexto marcado por la degradación del poder adquisitivo y los cambios rápidos en el mundo del trabajo. Estos dos temas por si solos hicieron ganar a la ultraderecha en varios países europeos.
  6. La postura del ‘laisser faire’ ante el gobierno de Netanyahu que ha hecho desertar a los jóvenes, a todos los integrantes del wokismo, y a los votantes árabes y musulmanes.
  7. La retirada de apoyo al bando demócrata por parte de importantes órganos de prensa como el Washington Post y el New York Times, frente a una implicación masiva de la plataforma X de Elon Musk. 

 

Lo que se avecina:

 

Hoy en día, Trump es un hombre diferente, con más experiencia de estado y con las manos libres para hacer lo que le da la gana.  Él no podrá presentarse otra vez y tendrá 82 años cuando termine esta legislatura. Tiene el control del partido republicano, de las dos cámaras, del Tribunal Supremo, e incluso de la defensa y seguridad merced a los vínculos umbilicales de estas dos instituciones con Musk. Algo inédito hasta ahora en la historia política de EE.UU.

 

Cuatro mil personas que no esconden su conservadurismo ocuparán puestos claves en la nueva administración. Éstas comparten una visión conspirativa de la historia, el proteccionismo económico y una concepción perniciosa de la identidad nacional.

 

Entre los personajes más rocambolescos que ocuparán puestos relevantes en esta nueva era de ‘Zelenskización’ de la política americana, tenemos a Steven Witkoff, un promotor inmobiliario como enviado especial a Oriente Medio, a un abogado antivacunas, F. Kennedy Jr. que ocupará probablemente la cartera de sanidad a pesar de no tener ningún título en medicina ni salud pública, y a Pete Hegseth, presentador en Fox News y veterano en Irak y Afganistán cuya nominación como secretario de defensa cayó como una bomba en el pentágono.

 

La nominación de Tom Homan, el ideólogo de la política ‘tolerancia cero’, para llevar a cabo la operación de expulsión de los inmigrantes ilegales, y el retrorno de Ratcliffe, a la dirección de la CIA parecen más bien lógicas. El último había ocupado el mismo puesto en el primer periodo presidencial de Trump y comparte con el nuevo presidente su especial fijación en China.

 

En cuanto a los dos multimillonarios Elon Musk y Vivek Ramaswamy, tienen como misión de aquí al 4 de julio de 2026 reducir los gastos del estado. Esto es lo aparente. Sin embargo, la entidad que dirigirán llamada ‘eficiencia gubernamental’ no forma parte de la administración, es más bien una especie de think tank, no se sabe cómo se va a financiar, y lo más verosímil es que ponga en práctica la visión neoreaccionaria crítica hacia la democracia liberal que consideran como un arma utilizada por las élites progresistas para imponer al mundo una cultura universalista que solo genera conflictualidad y caos para servir a sus intereses. 

 

Las bases conceptuales de esta corriente llamada ‘luces oscuras’ a la que adhiere los magnates de la Silicon Valley se inspiran de las tesis de James Burnham que preconiza un nuevo reino tecnócrata libertario. El estado para ellos no sirve más que para poner trabas por lo que se debe de desmantelar y substituirlo por otro, flotante y casi etereo. El vice presidente J.D. Vance es un ferviente defensor de esta corriente. Con Musk dentro de la granja, irán derribando el sistema administrativo-mediático-universitario actual que lo llaman ‘la catedral’, y destruyendo el estado profundo que según ellos no permite ningún cambio. Igual que el interés del complejo militaro-industrial, añaden, es suscitar conflictos y guerras para producir y vender armas, el de la catedral es incrementar los problemas socioeconómicos para generar más informes de expertos, debates de sociedad, conferencias internacionales, créditos de investigación y reglamentaciones.

 

En resumen, el objetivo supremo declarado de esta corriente es convertir el ciudadano en utilitario y hacer que maximice sus inversiones.

 

Con tales propósitos y una administración sin competencia donde la lealtad al presidente es lo que prima, se corren dos riesgos esenciales: primo, que se trabaje fuera de las normas de la democracia americana, y segundo, que se confundan burocracia y servicios públicos. Este es un primer punto de fricción probable entre Trump y Musk. ¿Hasta dónde los intereses del segundo se enfrentarán a las responsabilidades del primero?

 

El modelo económico de Trump:

Grosso modo, éste se sustenta en dos pilares: el fracking y los aranceles. Con el primero, o sea ‘drill baby drill’ (con su connotación sexual tan ansiada por Trump) se refuerza aún más la salida de EE.UU de los acuerdos de intento de reducir el cambio climático; con el segundo el abandono de las bases del libre comercio y la consagración del proteccionismo económico. Contra China, su verdadera obsesión, lo más probable es que aplique impuestos aduaneros, sanciones y prohibir la transferencia de tecnología. Aquí tenemos otro punto de desacuerdo entre Trump y Musk. Mientras el primero quiere acorralar económicamente a China, el segundo tiene allí desde 2019 la Gigafábrica 3 de baterías de iones de litio y coches eléctricos. Apostar por la fracturación hidráulica significa seguir con los motores térmicos mientras que Tesla invierte desde largos años en los coches eléctricos. ¿Hasta cuándo durará la luna de miel entre los dos?

 

¿Y a nivel geopolítico?

 

No cabe duda que el concepto básico que regirá las relaciones de EE.UU a nivel geopolítico es ‘América first’. Políticas de proteccionismo a nivel de defensa, tecnología y energía están al orden del día. 

 

En cuanto a la involucración de EE.UU en conflictos exteriores, si bien que Trump prometió en su campaña electoral que la limitará, seguirá con el uso de fuerza disuasiva y punitiva contra países como China e Irán para prohibir a la primera lograr la supremacía económica y al segundo seguir con su proyecto nuclear, limitar su capacidad de ataques con misiles y golpear a las organizaciones armadas proxys a él. 

 

En lo que a la guerra ruso-ukraniana se refiere, el vicepresidente J.D. Vance se había encargado de perfilar el plan de Trump para resolverla. Éste se compone de tres fases: Primo, reunir a los líderes de los dos países beligerantes junto con los de la UE para acordarse sobre la necesidad de parar la guerra; segundo, que Rusia se quede con las tierras que ocupó y desarmar las nuevas fronteras; y tercero, que Ukrania prometa que no integrará la OTAN a cambio de garantías de seguridad para prohibir una nueva invasión rusa. Tal guion no parece factible por las incógnitas acerca de tales garantías y la forma de desarmar la frontera. La autorización de última hora de Biden, con el beneplácito de los mandos militares, a usar misiles de largo alcance (hasta 300 Km) complica aún más la situación. 

 

En cualquier caso, un eventual éxito de Trump en parar esta guerra cumpliría con dos objetivos: por un lado, rentabilizar los 56.300 millones de dólares, que EE.UU ha invertido en Ucrania desde la invasión rusa en febrero de 2022, merced al maná de la reconstrucción de las infraestructuras de este país y de su ejército, y por otro, dedicarse exclusivamente al asunto chino que le angustia de verdad. 

 

Para Oriente Medio, las nominaciones de Marco Rubio a nivel de AA.EE, Pete Hegset en defensa, Elise Stefanik como delegada en la ONU, Steve Witkoff como emisario a Oriente Medio, y Mike Huckabee en la embajada de Tel Aviv, refuerzan el ala sionista en EE.UU conocida por su apoyo incondicional a la política de la ultraderecha israelí. Por ello, lo más probable es que se siga con los acuerdos de Abraham con la inclusión esta vez de Arabia Saudí como estaba previsto. Con el casi desmantelamiento de Hamás y Hizbollah lo tiene más fácil dentro de la complejidad de este asunto.

 

En cuanto a la Unión Europea, ésta se halla ante un punto de inflexión existencial. Con sus 500 millones de habitantes frente a los 300 millones de estadounidenses, Trump no sin razón le reclama que cuente consigo misma para asegurar su propia defensa. Las fuertes divisiones entre sus dos principales potencias, Alemania y Francia, la apuesta inequívoca de los polacos por EE.UU, y el fuerte vínculo de Hungría y Eslovaquia con Rusia rinde casi imposible el acuerdo sobre un modelo de defensa europeo. Con ello, queda claro que a pesar de que la geografía no tiene la última palabra nunca se puede prescindir de ella. Y por ello, Trump seguirá jugando sobre estas distensiones y no es de extrañar que llegue a acuerdos con Putin y obligue a Zelensky a aceptar dolorosas soluciones. 

 


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