El expresidente georgiano recordó en una conversación los hitos históricos que protagonizó
La caída del Muro de Berlín fue una revuelta popular producida en la capital de Alemania Oriental, Berlín Oriental, el 9 de noviembre de 1989, hace ahora 35 años. como consecuencia quedaron derribadas las fortificaciones defensivas de esos países que separaban los antiguos sectores estadounidense, británico y francés de ocupación de Berlín Occidental del sector soviético de ocupación de Berlín Oriental, junto a la frontera abierta de facto. Ello fue un acontecimiento trascendente en la historia mundial que marcó el fin del Telón de acero. La caída de la frontera de Alemania Oriental con Alemania Occidental tuvo lugar pocas horas después. Este hecho puso punto final a la Guerra Fría, lo que fue proclamado en la Cumbre de Malta tres semanas más tarde, y dio lugar a la reunificación de ambas Alemanias menos de 11 meses después.
La Fundación Internacional Olof Palme puso en marcha en el año 2009 dos proyectos en Tiblisi (Georgia). Un programa de intercambio de estudiantes de la minoría armenia en Georgia, en la región de Adjara y Kakheti, acogidos por familias georgianas para fomentar la integración en la sociedad y las instituciones georgianas ya que la falta de conocimiento de la lengua les impedía seguir estudios universitarios. Y también un programa complementario de enseñanza el español con las universidades locales.
Estos dos programas me permitieron en los últimos años realizar tres viajes a la zona y vivir de cerca los cambios políticos que se produjeron. Fue precisamente en febrero del 2012, en plena ola de frío, cuando pude hablar largamente con el retirado presidente Eduard Shevardnadze. El objetivo era repasar los aspectos centrales del final de la guerra fría, de la Unión Soviética y la caída del Muro de Berlín. Shevardnadze vivía en Krtsanisi, zona residencial situada alrededor de una cumbre, en un gran caserón rodeado por una valla y vigilado por un imponente despliegue policial. Era una concesión del controvertido presidente Saakashvili, que derrocó como presidente de Georgia al hombre que tejió juntamente a Gorbachov la más importante transformación política y social de finales del siglo XX.
Delicado de salud pero con buena memoria y fina ironía fue desgranando sus recuerdos en una conversación que con su muerte se convirtio en un fiel retrato del personaje. El arranque fue la Europa de posguerra: «Después de la Segunda Guerra Mundial, Stalin destacó medio millón de hombres en el corazón de Europa. Sabíamos que EEUU tenía la bomba atómica, y nosotros no. Nuestra medida de disuasión era que Occidente supiera que si atacaba Rusia con el poder nuclear, nosotros convertiríamos Alemania en un campo de batalla».
Hablaba pausadamente y apuntaba con el dedo, con ese gesto tan característico que conocíamos del Shevardnadze de los años poderosos. Sentado con zapatillas de lana, cubría las piernas con una manta gastada de cuadros. En aquella estancia de Tbilisi, a la que se accedía por una larga escalera, parecía que el tiempo estaba suspendido. Pero en su memoria quedaban los momentos decisivos: «Gorbachov, cuando me nombró Ministro de Asuntos Exteriores para sustituir a Gromyco, tenía en la cabeza la necesidad de un cambio radical en la política exterior: sustituir el choque militar con Occidente por una nueva cooperación y obtener recursos para competir y crear riqueza».
Y en esa responsabilidad vivió un auténtico momento histórico: la caída del Muro de Berlín de la que Shevardnadze guardaba episodios inéditos: «La historia iba muy deprisa. Con Gorbachov habíamos decidido abrir progresivamente las fronteras de la RDA. Era la consecuencia de la perestroika. Aquel 9 de noviembre de 1989 queríamos anunciar que se permitiría viajar al otro lado del muro con visado, que los alemanes orientales también podrían viajar a otros países, que habría elecciones libres y nuevo gobierno. Habíamos quedado en que yo viajaría a Berlín como representante del gobierno de Moscú. No es sabido, pero intuí que Gorbachov debía acompañarme. No sabía qué podía pasar, pero si se registraban disturbios yo solo era ministro de Asuntos Exteriores. No tenía mando sobre el ejército, no podía ordenar que no disparasen cosa que sí podía hacer Gorbachov, tal como hizo».
Las relaciones entre Gorbachov y Shevardnadze bascularon entre la amistad y el enfrentamiento: «Éramos muy amigos pero al final la relación fue muy mala. En una reunión del partido informé que se preparaba la contrarrevolución. Había previsto que Rusia no aguantaría la perestroika mucho tiempo. Cuando dimitió, Gorbachov se enfadó mucho. Al terminar de hablar en la reunión del politburó me acusó de tener más información que él. En la Academia Diplomática había mucha gente del KGB y yo sabía que si no presentaba mi dimisión la contrarrevolución avanzaría y volveríamos a la antigua URSS». Y así terminaron las cosas.
De su Georgia y de las relaciones con Saakashvili, su sucesor, no quería hablar demasiado, “me permite vivir en Georgia, se porta bien conmigo y no quiero incomodarle”: «El error más grande que hemos cometido ha sido invadir Osetia del Sur para tratar de recuperarla provocando la respuesta de Rusia que nos invadió prácticamente hasta las puertas de Tiblisi; Abjasia y Osetia no se hubieran perdido si no hubiera sido por Rusia, pero Georgia ha de restablecer relaciones con Rusia. No hay otra salida». Abandone su residencia en Krtsanisi tras pedir telefónicamente un taxi. La tarde ya recogía y la noche asomaba. Pocos años después de la entrevista Shevardnadze se apagó, (7 de julio del 2014), y con él un capitulo central de la compleja aventura de democratización de la URSS y de la transformación de Europa.
Sobre el autor
Anna Balletbò
Anna Balletbò es licenciada en Ciencias de la Comunicación e Historia Moderna y Contemporánea, y diplomada en Periodismo y Ciencias de la Educación. Presidenta de la Fundación Internacional Olof Palme. Entre 1980 y 2000 fue diputada en el Congreso de los Diputados.
Desde 1973, ha colaborado como periodista en diferentes medios de comunicación, como el País, el Diario de Cataluña, La Vanguardia, Radio 4, COPE, Ona Zero, COM Radio, Antena 3, TV3 y Tele Cinco.