Conmemoramos el 9 de noviembre de 2024 el trigésimo quinto aniversario de la caída del muro de Berlín, pero recordemos que todo comenzó antes, y sin duda, alguna un hito fundamental fue el Picnic organizado por Otto de Habsburgo, presidente entonces de la Unión Paneuropea Internacional, con la colaboración y planificación de los ministros de asuntos exteriores de Hungría, Gyula Horn, y su homólogo de Austria, Alois Mock, quien después sería presidente de la Sociedad Europea Coudenhove-Kalergi. Otto de Habsburgo estaría representado por su hija Walburga Habsburg Douglas, en la actualidad, vicepresidente de la Unión Paneuropea Internacional.
El Picnic Paneuropeo, celebrado el 19 de agosto de 1989, en las cercanías de Sopron, Hungría, fue un evento que, aunque en su origen tenía un carácter simbólico y pacífico, terminó jugando un papel crucial en la aceleración del fin de la Guerra Fría y la reunificación de Europa. Este acto histórico, que se desarrolló en una pradera cercana a la frontera entre Hungría y Austria, permitió la primera apertura simbólica del Telón de Acero y sentó las bases para la caída del Muro de Berlín. Al cumplirse el 35º aniversario de este importante acontecimiento, es importante reflexionar sobre su significado, las condiciones que lo hicieron posible y su legado en la Europa contemporánea.
Contexto histórico del Picnic Paneuropeo
A finales de la década de 1980, Europa vivía un período de tensión y transformación. Tras casi medio siglo de división entre el bloque occidental, liderado por los Estados Unidos y sus aliados europeos, y el bloque oriental, dominado por la Unión Soviética, el continente comenzaba a experimentar cambios significativos. El liderazgo reformista de Mijaíl Gorbachov en la URSS, con sus políticas de perestroika (reforma económica) y glasnost (apertura política), había generado un ambiente de mayor libertad y expectativas de cambio en Europa del Este. Los países satélites del bloque soviético, que habían vivido bajo regímenes comunistas autoritarios, empezaban a sentir los vientos de democratización y a buscar una mayor autonomía respecto a Moscú.
En este contexto, Hungría emergió como uno de los países más reformistas del bloque oriental. El gobierno húngaro, encabezado por figuras reformistas dentro del Partido Comunista, había iniciado en 1988 una serie de cambios políticos y económicos que incluían una mayor apertura hacia Occidente. A su vez, la presión popular crecía en favor de mayores libertades, lo que llevó a la creación de movimientos prodemocráticos dentro del país. Paralelamente, miles de ciudadanos de Alemania Oriental (RDA), restringidos por un régimen opresivo y sin libertad de movimiento, buscaban escapar hacia Occidente. Hungría se convirtió en un punto clave en su travesía, ya que ofrecía una posibilidad de salida hacia Austria, es decir, hacia la Europa libre.
El Picnic Paneuropeo: un símbolo de unidad y libertad
El 19 de agosto de 1989, una serie de organizaciones civiles húngaras y austriacas, con el apoyo de políticos reformistas y activistas prodemocracia, organizaron el Picnic Paneuropeo. Se trataba de un evento simbólico destinado a celebrar la paz, la unidad y la cooperación entre los pueblos de Europa Oriental y Occidental. Se eligió un punto cercano a la ciudad de Sopron, en la frontera entre Hungría y Austria, para este evento, que en principio estaba pensado como una celebración cultural y política. Uno de los elementos clave del picnic fue la apertura temporal de un paso fronterizo entre ambos países, un gesto cargado de simbolismo, ya que el Telón de Acero que había dividido a Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial seguía en pie.
El picnic atrajo a un número importante de personas, incluyendo a ciudadanos de Alemania Oriental, quienes vieron en esta apertura temporal una oportunidad de escapar del régimen comunista de la RDA. Lo que inicialmente fue concebido como un evento simbólico rápidamente se convirtió en un acto decisivo, cuando más de 600 ciudadanos alemanes orientales aprovecharon la situación para cruzar la frontera hacia Austria. Este fue el primer cruce masivo de ciudadanos del bloque oriental hacia Occidente desde el endurecimiento de las fronteras durante la Guerra Fría, y marcó el inicio del fin de las restricciones de movimiento que habían caracterizado al sistema comunista en Europa del Este.
Consecuencias del Picnic Paneuropeo
El impacto del Picnic Paneuropeo fue profundo y tuvo repercusiones inmediatas. El cruce de la frontera húngaro-austriaca por parte de ciudadanos de Alemania Oriental fue un desafío directo a los regímenes comunistas de Europa del Este, y envió un mensaje claro de que las barreras físicas y políticas que mantenían a Europa dividida estaban comenzando a desmoronarse. La respuesta internacional fue de sorpresa, pero también de apoyo, ya que el evento reflejaba la creciente ola de democratización y cambio que recorría el continente.
En los meses siguientes, Hungría continuó desmantelando el Telón de Acero en su frontera con Austria, lo que facilitó la fuga de miles de ciudadanos del bloque oriental hacia Europa Occidental. Estos eventos culminaron en la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989, que simbolizó el colapso del sistema comunista en Europa del Este y el fin de la Guerra Fría. La reunificación de Alemania en 1990 y el proceso de integración de los países del antiguo bloque soviético en las estructuras políticas y económicas de Europa Occidental, como la Unión Europea y la OTAN, fueron algunas de las consecuencias más importantes de este proceso histórico.
El Picnic Paneuropeo también fue un precursor de la unificación europea. En un momento en que la idea de una Europa unida y libre de divisiones parecía lejana, este evento mostró el poder y el deseo de los pueblos de Europa del Este de integrarse en una comunidad democrática y pacífica. A largo plazo, el picnic se convirtió en un símbolo del triunfo de los valores de libertad y cooperación sobre las divisiones ideológicas y políticas que habían caracterizado al continente durante la Guerra Fría.
El legado del Picnic Pan-Europeo: 35 años después
Al celebrarse el 35º aniversario del Picnic Paneuropeo, es importante reconocer su papel en la historia contemporánea de Europa y su relevancia para las generaciones actuales y futuras. Este evento no solo fue un hito en el proceso de reunificación alemana y la caída del comunismo en Europa del Este, sino que también representa un recordatorio del valor de la cooperación internacional y del poder de los movimientos ciudadanos para lograr el cambio.
Hoy, Europa es un continente mucho más integrado, con la mayoría de los países del antiguo bloque comunista formando parte de la Unión Europea. Sin embargo, los desafíos persisten. La guerra en Ucrania, las tensiones con Rusia y las dificultades económicas y políticas que enfrentan algunos países europeos nos recuerdan que la unidad, la democracia, la libertad y la paz en Europa no deben darse por sentadas. El legado del Picnic Paneuropeo sigue vivo en la medida en que nos invita a reflexionar sobre el valor de la libertad, los derechos humanos y la cooperación entre naciones.
En este 35º aniversario, es fundamental no solo conmemorar el pasado, sino también mirar hacia el futuro con el mismo espíritu de esperanza y solidaridad que poseían aquellos que participaron en el picnic en 1989. La historia nos enseña que, a pesar de las barreras y los desafíos, es posible avanzar hacia una Europa más justa, unida y democrática, tal como lo soñaron los protagonistas de aquel memorable día en Sopron y que fue sin duda tuvo un efecto catalizador también para la caída del muro de Berlín.
Después del anuncio de la doctrina Sinatra por parte de Mijaíl Gorbachov en 1988, que permitía a los países de Europa Central y Oriental a tener una política independiente sustituyendo a la doctrina Breznev que imponía una soberanía limitada sobre los mismos. La doctrina Sinatra aceleraría los cambios que sacudirían la Europa Central y Oriental. A lo largo de 1989, se produjo el llamado Otoño de las Naciones o Caída del Comunismo tanto en la Alemania Oriental, Checoslovaquia, Hungría y Bulgaria de manera pacífica, y de manera violenta, en diciembre de ese mismo año en Rumanía, donde su régimen comunista fue derrocado y su jefe de Estado, Nicolas Ceaușescu, ejecutado el 25 de diciembre. El 3 de octubre de 1990 se produjo la fusión en un solo Estado de la República Democrática Alemana y la República Federal Alemania. Todos estos acontecimientos provocarían que, en enero de 1991, la entonces Checoslovaquia, Hungría y Polonia comunicaran su retirada el 1 de julio de ese año. Con la decisión búlgara de abandonar el Pacto ya en febrero, el fin de la organización se hizo efectivo en la cumbre de Praga de 1 de julio de 1991. El 25 de diciembre de 1991, dimitía Gorbachov como presidente, dejando la URSS de existir y provocando el surgimiento de 15 nuevos Estados independientes y produciéndose una compleja y difícil recomposición del espacio Postsoviético. Todo había comenzado el 19 de agosto de 1989 en la frontera de Austria y Hungría. Y algo que nadie supo anticipar llevó a la caída del Muro de Berlín por unas exigencias de libertad de movimiento exigida por los ciudadanos germanoorientales. Una libertad de circulación de ciudadanos que es uno de los mayores logros de la Unión Europea. Ambos acontecimientos son un fuerte símbolo de una Europa sin fronteras.
La democracia y la libertad se habían impuesto una vez más en Europa al autoritarismo, con anterioridad había sido frente al nazismo, ahora le tocaba ser derrotado al comunismo.
Carlos Uriarte Sánchez, secretario general de Paneuropa España y vicepresidente de la Sociedad Europea Coudenhove-Kalergi
________________________________________
MÁS ARTÍCULOS DE ESTE ESPECIAL 35 ANIVERSARIO DE LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN