Espero que a los fans de Pink Floyd no les importe que haya utilizado como título el de su álbum, posiblemente, más célebre. Yo me refiero no al muro simbólico que creó Pink para aislarse de la gente, sino al que construyó el mundo comunista para aislarse de occidente y que también utilizó occidente para aislarse del mundo comunista.
La cosa funcionó durante muchos años, con inicio en fechas distintas según se considere el material con el que se construyó (1949, con criterios políticos y 1961, con hormigón) pero con final bastante más claro: hace 35 años, en 1989.
Aunque no haría falta aclarar más, lo haremos: me refiero, claro, al muro de Berlín, la barrera que separaba la zona de la ciudad ocupada por la República Federal Alemana, del territorio de la República Democrática Alemana.
No ha sido el único muro que ha separado dos partes del mundo, pero fue el más famoso durante muchos años. El mundo griego, el romano, el cristiano, el otomano, el británico o el alemán, entre otros, han sido mundos que han visto separados, en diferentes momentos de la historia, sus dominios del resto del mundo. Con muros, más o menos físicos, pero, sobre todo, con conflictos que, salvo, por cierto, el que ahora conmemoramos su desaparición, acabaron en guerras.
Porque, efectivamente, ahora se celebran lo que los cursis llamarían las bodas de coral de la desaparición física del muro de Berlín y parecían inaugurar una nueva etapa de la vida del mundo.
Constructivamente, fue la única parte del cinturón de acero que solo tenía ese material en las armaduras del hormigón con el que estaba hecho pero, por lo demás, funcionaba muy parecido al del resto de las fronteras que separaban los países del Pacto de Varsovia del mundo occidental. Bien es verdad que la Unión Soviética colindaba con otros, al sur de su territorio pero, eso, desde el punto de vista occidental, no tenía la misma consideración de lo que estamos hablando. Entre otras cosas, porque esos otros países colindantes tenían, como la URSS, regímenes comunistas, por lo que ese cinturón de acero, les podría también abrazar a ellos si de ideología se tratara. Aunque no era, exactamente, así.
El muro, pues, dividía no solo dos territorios, sino dos formas de entender el mundo, la vida e, incluso, el universo, pues también fuera de nuestro planeta se libró una competencia entre esos dos mundos por conquistar el espacio. Y servía, en ese sentido, para evitar, tanto la exportación de democracia desde occidente al espacio intramural como la extensión del comunismo desde ahí al resto del mundo. Su utilidad, una vez más, hay que decir que fue simétrica y sirvió a ambas partes del muro. Porque, cada una de esas dos partes quería preservar su forma de vida y evitar la contaminación del otro lado.
Cuando cayó, su utilidad ya no era la misma. El riesgo de extensión del comunismo ya había, prácticamente, desaparecido y su resistencia frente a los deseos de la población "protegida" de gozar de libertades, también. Por eso, cayó.
Esa caída iba, en principio, a significar varias cosas. En lo inmediato, era la reunificación de Alemania, suficientes años después de que ese fantasma ya no significara un riesgo para Europa. Pero, también, era el final de una guerra, aunque fría, la caída de un imperio, el soviético o, se decía, el nacimiento de un pensamiento, único y, hasta, el fin de la historia.
Pero, la historia no acabó en noviembre de 1989. El comunismo dejó de ser un riesgo para occidente, gran parte de la nomenklatura pasó a una mejor vida aprovechando las oportunidades de la economía liberal, los jóvenes accedieron con más facilidad a los jeans, McDonald´s se instaló por allí, pero algunos problemas quedaron sin resolver. O se transformaron.
La Ucrania de 2022 tiene una diferencia con la Hungría de 1956 y la Checoslovaquia de 1968. En estos dos últimos casos, las invasiones de la URSS tuvieron lugar "dentro del muro" con lo que el riesgo de una extensión del conflicto era nulo. Eso, no era asunto de occidente, por muchos derechos humanos que se estuvieran conculcando. En cambio, Ucrania ya no está dentro de ningún muro aunque, para Rusia, esté dentro del "colchón" que considera necesario para separarse suficientemente de la OTAN. En este sentido, cualquiera podría encontrar ventajas estratégicas en la existencia de un muro que evitaba confusiones en las intenciones del otro al actuar sobre una parte del territorio.
Hay quien piensa si no se estará reconstruyendo o, si todavía no fuera así, si no sería necesario volver a construirlo. Aunque ahora ya no sería suficiente el construirlo de hormigón y precisa de sistemas más sofisticados. De ahí, el boicot deportivo, la barrera económica, el firewall informático o el rechazo cultural hacia Rusia, el núcleo de aquel antiguo imperio soviético.
Bueno. Veremos.
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