Estando dispuesto a entregar la crónica de esta semana, ha sucedido lo que ha sucedido; nada tiene que ver lo aquí escrito con lo sucedido, o sí... a veces ya no sé qué pensar. En todo caso, no me ha parecido honesto hacer leña del árbol fulminado. Casi nada es casual; esto, supongo, tampoco lo es. Por ello, de momento sigo a lo mío.
En su provocador libro *Sexualidad y Política*, Marieli Moreno lanza una tesis audaz: la pluralidad y el pluralismo en política se asemejan notablemente a la sexualidad humana. Para la autora, la política y el sexo son dos territorios en los que los seres humanos buscan satisfacción a través de intercambios, deseos y acuerdos, pero donde las líneas se complican cuando los extremos entran en juego. A lo largo de la obra, Moreno nos invita a reflexionar sobre cómo las dinámicas de poder, diversidad y deseo operan tanto en los espacios del placer como en los de la política.
Moreno comienza su tesis comparando el pluralismo político con la pluralidad sexual. En la sexualidad, argumenta, hombres y mujeres pueden mantener relaciones con diversas personas (parejas, tríos o más) de distintos géneros, sin importar el color, la edad o las prácticas a las que estén dispuestos. El tráfico de fluidos —esa deliciosa metáfora— representa no solo un intercambio corporal, sino también un intercambio de ideas, deseos y satisfacciones, donde todos buscan obtener algo. Al igual que en la política, donde los ciudadanos se mueven entre partidos, ideas y posiciones, la pluralidad sexual es un territorio de exploración y goce.
Un ejemplo de pluralismo político es el multipartidismo, donde las personas no tienen por qué comprometerse para siempre con una única opción, sino que pueden coquetear con distintas ideologías, haciendo de su voto un terreno tan voluble como sus pasiones. Pensemos en la alternancia política en democracias como la española o la italiana: un electorado que va de un lado a otro, explorando, experimentando y cambiando de bando según las circunstancias, como quien decide explorar nuevas experiencias en su vida íntima. ¿Promiscuidad? No, buscar lo más adecuado.
Igual que los humanos disfrutan de relaciones sexuales placenteras entre diferentes personas, en la política ocurre algo similar. Líderes de partidos opuestos pueden encontrar puntos en común para satisfacer sus intereses (¿o deseos?), firmando pactos, acuerdos o coaliciones. No importa si antes eran rivales o si sus ideas parecían irreconciliables; cuando hay satisfacción política en juego, la ideología se vuelve tan flexible como el deseo sexual. Como dijo Nietzsche: "Los políticos dividen el mundo en dos clases de personas: herramientas y enemigos". En la cama, como en la política, a veces solo importa quién puede ser útil para alcanzar la satisfacción que uno busca en ese momento.
Sin embargo, Moreno advierte que la sexualidad —como la política— deja de ser un juego de seducción cuando se convierte en una relación contractual. En su obra, plantea que la seducción, el cortejo, la emoción del coqueteo, son elementos esenciales tanto en el sexo como en la política. Al igual que el galanteo en la cama, el encanto en la política consiste en persuadir, enamorar a los votantes, seducir con promesas y propuestas. Pero, ¿qué sucede cuando esta seducción se convierte en una fría relación contractual? Cuando el acuerdo es ir directamente a "comerse la tostada", poco queda para la imaginación y la seducción.
Moreno señala que, cuando la sexualidad se reduce a un simple acuerdo en el que se estipula todo de antemano, lo placentero desaparece. De igual manera, en la política, cuando las negociaciones son meramente contractuales y mecánicas, la emoción y el entusiasmo de los ciudadanos se pierden. Los políticos dejan de seducir al pueblo y comienzan a parecer meros burócratas sin pasión ni carisma. Pensemos en los acuerdos de gobierno que se producen cuando las coaliciones políticas son tan forzadas como un matrimonio por conveniencia. Un ejemplo claro de esto es el pacto de investidura de Sánchez, en el que los partidos de izquierda formaron un gobierno sostenido por el independentismo reaccionario, que, aunque efectivo en términos de poder, carece del entusiasmo necesario para mantener en el futuro el apoyo de todos sus votantes, quienes sienten que se trataba de una unión forzada y sin pasión política. “Es como hacer el amor para que tu pareja no lo haga con otro u otra”.
Aquí es necesario recordar las palabras del filósofo Slavoj Žižek: “El problema del deseo no es conseguir lo que queremos, sino querer lo que conseguimos”. Personalmente, yo no había oído hablar nunca de este hombre. Pero sí, Slavoj Žižek es un filósofo, psicoanalista y crítico cultural esloveno. Utiliza la teoría psicoanalítica en su versión lacaniana como un arma para sus análisis de política internacional, considerando no solo a los líderes y sus posibles problemas psicológicos, sino también a la sociedad en su conjunto. Tiene un libro que habrá que traer aquí: *Porque no saben lo que hacen. El goce como factor político*, ed. Paidós, Buenos Aires, 1998.
Moreno sostiene, conmigo, “que tanto en el sexo como en la política, lo que más excita es la promesa de lo que está por venir, no el simple hecho de tenerlo todo atado y bien atado”. En el instante en que la política se convierte en un terreno tan reglamentado como una relación contractual, lo que se pierde es esa chispa que, en el sexo, puede llevar a los amantes a explorar más allá de lo previsible.
Pero el punto más polémico de *Sexualidad y Política* surge cuando Moreno señala que los problemas comienzan cuando todo se extrema. En la sexualidad, esto ocurre cuando aparecen la bisexualidad, la homosexualidad, la transexualidad y otras identidades que, según sostiene Moreno, perturban por su exceso de exposición, rompiendo el equilibrio tradicional del juego sexual. Aquí, sin duda, la autora se mete en aguas turbias, proponiendo que la exacerbación de identidades y roles sexuales puede romper la armonía del juego.
COMETARIOS, OPINIONES Y ALUSIONES
+34 644 043 774
🔴 "Sexualidad y Política"
✍🏻 Artículo de S. Pereira
🔴Macron recupera la iniciativa en Marruecos
✍🏻Abdelhamid Beyuki
🔴 El contrapunto entre la globalización y el patriotismo
✍🏻 Artículo de Gregorio Colao
📺 La política de vivienda en España: un diálogo frustrante
📺La Hora de la Vivienda
🔴 Del Watergate al Fanfogogate
✍🏻 Artículo de Álvaro Frutos
🔴 CORTÁZAR EN JUEGO: El amanecer de las palabras que miran
✍🏻 Artículo de Alberto Morate, en la @Hora_Digital
🔴 Venom: El último Baile
✍🏻 Artículo de Javier Granados,
🔴 Análisis de las elecciones en Botsuana
✍🏻 Artículo de Pedro Fuentetaja,
🔴 AZUL
✍🏻 Poema de Carlos Doñamayor,
🔴 A mi bisabuela. Que Dios la tenga en su Gloria
✍🏻 Artículo de María Comesaña
🔴 Hipocresía democrática
✍🏻 Artículo de Juan Jesús González,
🔴 Entre la discreción vasca y la declarativa catalana
✍🏻 Artículo de Anna Balletbò,
🔴 Los fondos y las formas
✍🏻 Artículo de Juan Manuel Beltrán
🔴 Zapatero, el hombre que nunca se fue
✍🏻 Artículo de Javier Varela
🔴 Análisis de las elecciones en Botsuana
✍🏻 Artículo de Pedro Fuentetaja.
AYUDANOS A DIFUNDIR LA HORA DIGITAL
Para poder respetar la pluralidad.
En política, según Moreno, sucede lo mismo: los extremos políticos —la radicalización hacia la derecha o la izquierda— rompen realmente el pluralismo, llevando el juego democrático a un terreno peligroso donde el consenso y la pluralidad se desmoronan. Un ejemplo reciente es el auge de los populismos de extrema derecha en Europa y América. Líderes como Donald Trump o Marine Le Pen representan políticas que no buscan el consenso, sino la imposición de una visión única, cerrada y excluyente. Esta radicalización política, como el exceso en la sexualidad, destruye el intercambio fluido de ideas y posiciones, llevando a la política a un estado de estancamiento e insatisfacción. Mal futuro, sostengo yo.
Moreno finaliza su obra con una advertencia crucial: cuando la pluralidad se rompe, ya sea en la sexualidad o en la política, las personas y los políticos tienden a recurrir a la autocomplacencia. En términos sexuales, como ustedes comprenderán, esto se traduce en el onanismo: los individuos, aburridos o frustrados con sus parejas, recurren al placer solitario. En política, los líderes se encierran en sí mismos y en sus partidos y partidarios, incapaces de dialogar o negociar con otros, convirtiéndose en entes que solo buscan su propia satisfacción.
Nos pone como ejemplo la política en Estados Unidos, donde tanto demócratas como republicanos han llegado a un punto de autocomplacencia ideológica, incapaces de llegar a acuerdos porque se niegan a salir de sus propias trincheras. Por tanto, la política se convierte en un ejercicio onanista, donde cada partido solo se habla a sí mismo y a su base de seguidores.
En la política, como en el sexo, cuando se pierde el placer del otro y se convierte en un acto puramente utilitario, todo lo emotivo y gozoso se olvida. Haber llegado aquí no es lo mejor.
En definitiva, *Sexualidad y Política* de Marieli Moreno es un libro que, con ironía y un toque provocador, nos recuerda que el placer, ya sea en el sexo o en la política, depende de la diversidad, el juego y la seducción, para una satisfacción compartida e igualitaria. Cuando estos elementos desaparecen, lo que queda es un mundo aburrido, contractual y autocomplaciente. La autora nos invita a mantener viva la chispa, no dejarnos atrapar por los extremos y seguir explorando, tanto en el placer como en el poder. Yo, personalmente, no sé si seremos capaces.