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"Grave muerte espera a aquél a quien todo el mundo conoce y muere sin conocerse a sí mismo..."

Séneca 

“Ser un mamón se lleva mucho”

“Ser un mamón se lleva mucho”

Sostengo que lo más dramático en la vida es no darse cuenta, uno mismo, del tiempo que le ha tocado vivir. 

Crónica literaria


Crónica literaria

Aprovecho para traer de nuevo a los lectores de *La Hora Digital* una interesante y marginal obra de Chamiro Frual, un escritor atacameño de fina ironía y aguda observación social. Frual presenta en su nuevo libro, *Ser un mamón se lleva mucho*, una mordaz sátira que describe a la perfección, como una fotografía, lo que está siendo nuestra época.

 

¿Qué es esto de "Mamón"? 

 

"No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen y donde ladrones minan y hurtan, sino haceos tesoros en el cielo (...). Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón (...) Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a Mamón". (Mateo 6:19-21, 24)

 

“De ahí viene lo de Mamón, que hay mucho mal pensado”, dice el autor. Mamón es el creador de la Magia y, por ende, el mago más poderoso que existe, además de ser uno de los Príncipes del Infierno, teniendo a su cargo el pecado de la avaricia. Y explica: “Ser un ferviente seguidor de Mamón, actualmente, es estar dispuesto a subir y permanecer en lo más alto a costa de lo que sea y de quien sea”.

 

Esto de ser "mamón" ya no es solo una tendencia, como diría mi amigo Juan Jesús, sino una verdadera vocación. Una forma de vivir. En este tiempo, donde los agnósticos y los creyentes son igual de fervorosos militantes —rozando la psicopatía en cuanto a fervor se refiere—, el "mamón", en su doble acepción: tanto el que succiona como el que se deja succionar, parece ser el modelo a seguir, tanto por religiosos como por no religiosos. En resumidas cuentas, es una nueva religión.

 

Desde pequeños, educamos a nuestros niños para eso: para poseer más, mucho y más rápido. En las guarderías, los niños se pelean por el mismo juguete. Habiendo montones iguales, ellos quieren *ese*, precisamente *ese*. Los niños ahora lloran desconsolados por el color del vaso para beber, aunque no sepan qué va a contener. Y aquel niño o niña —para esto, da lo mismo el género— que acumula tantas muñecas o muñecos que está a punto de necesitar un trastero en los sótanos de su casa para poder guardarlos, y que nunca jugará con ellos, es lo peor.

 

Esto va evolucionando, dice el escritor, refiriéndose a la patología. En la adolescencia, el hambre por poseer llega a extremos aún más absurdos. Está el joven que acumula *likes*, dispuesto a pagar por ellos, y los que compran ropa que jamás se pondrán, solo para tener el placentero sentimiento de poseer lo más "cuqui". En este mundo, no basta con tener; lo que cuenta es tener más, y, eso sí, contarlo como una gran experiencia. Una gozada, se decía en mi tiempo. Lo básico no es el disfrute, afirma Frual, es la posesión y la ostentación.

 

El proceso para convertirse en un auténtico "mamón" es sencillo, nos explica el libro. Comienza en la infancia y se perpetúa en la adultez con el afán de acumular riquezas superfluas, poder y, sobre todo, favores. El diccionario coloquial también nos ofrece otra definición de "mamón", y Frual no pierde la oportunidad de señalarla: “Aquel dispuesto a hacer cualquier cosa, y cuando digo cualquier cosa, es literalmente cualquier cosa, para pillar más”. Esta lógica se refleja, cómo no, principalmente en la política. Frual describe cómo el panorama político es una “guardería nacional”, donde la capacidad intelectual no importa; lo único necesario es saber ser mamón en el sentido más amplio del término. En la política actual, hasta el más tonto encuentra asiento. Miren y vean.

 

Lo mismo se puede aplicar a las grandes empresas, donde la capacidad de trepar arteramente supera con creces cualquier destreza real. Según Frual, ser un “mamón” es el nuevo título nobiliario de las élites corporativas: “Lo importante no es lo que sabes, sino cuánto puedes chupar sin que se note tu incapacidad”. Tal vez, sugiere Frual con cierta nostalgia rural del tiempo pasado, el agricultor aún se libra de este destino. El campesino, en contacto con la tierra y los ciclos de la naturaleza, parece ser el último refugio del que no vende su alma al dios del dinero, al menos por ahora. Es un bucolismo trasnochado; el agricultor mataría por ser el gerente de la cooperativa del pueblo.

 

 

CINE 

🔴 Smile 2: la secuela de una de las películas más originales del género
✍🏻 Artículo de Javier Granados, 
TEATRO
🔴 EL LAPSO: Nada está muerto
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CIENCIA 
🔴 De la relatividad al universo y la física cuántica. Un ensayo de divulgación III
✍🏻 Artículo de Francisco Bernis, 
 
🔴 Hacia la unión profesional médica
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ACTUALIDAD ESPAÑOLA 
🔴 España, camino de perdición
  Artículo de Álvaro Frutos Rosado
🔴 ¡Alabado sea Sánchez!
✍🏻 Artículo de Carlos Miranda, 
EMPRESA 
🔴 Mi burbuja
✍🏻 Artículo de Iñaki Ortega, 
 
COMENTARIOS LITERARIO
EMPRESA 
🔴“Ser un mamón se lleva mucho”
✍🏻 Artículo de S. Pereira
 
 

La crítica más cruel del libro se centra, sin embargo, en los partidos políticos y en los medios de comunicación. Frual asegura que hoy “el mal de nuestro tiempo reside en los partidos, donde hasta el más torpe tiene un puesto”. Hoy diputado, mañana concejal, pasado secretario de Estado; todo es posible siendo un hijo de Mamón con el jefe. También extiende su crítica a los medios de comunicación. Pongas el canal que pongas —la 1, la 2, la 3, la 4, la 5 o la 6— siempre están los mismos, aunque sean esperpentos: sea Alaska y el Vaquerizo, sea Nuria Roca y Juan del Val o el otrora líder revolucionario español Iglesias, hoy estrella en la frivolidad mediática. ¿Estarán preparando Sánchez y Feijóo un programa en *prime time* presentado por Gemma Nierga y ese puntazo que es Afra Blanco? ¿La temática? "Insulte en 15 segundos sin que le caiga babilla". En la televisión, la mediocridad patriótica se refleja con descaro. Si el "mamón" es el símbolo de nuestra era, entonces los medios no son más que su espejo, alimentando el ciclo de la avaricia y la falta de personalidad y criterio. ¿Y los que los ven, qué?

 

Frual trufa su relato con citas de autores clásicos que ya habían observado este triste panorama siglos atrás. De Plauto, rescata: "Homo homini lupus", recordándonos que la avaricia siempre ha sido la verdadera naturaleza humana. No puede faltar una referencia a La Rochefoucauld, quien con su conocida frialdad escribió: "La avaricia comienza donde termina la pobreza". Pero tal vez la cita más mordaz sea de Quevedo, quien afirmaba que el oro abre todas las puertas, incluso las de la dignidad.

 

En resumen, *Ser un mamón se lleva mucho* es una realista y divertida descripción del día a día, donde Frual expone cómo esta búsqueda insaciable de más —dinero, poder, favores— es la fuente misma de nuestra corrupción. La avaricia, la falta de dignidad personal y el desprecio por los valores éticos son hoy la norma.

Sostengo que todo se resume en una frase con la que concluye el ensayo y que recoge a la perfección la polisemia del término nuclear de la obra: "En estos tiempos, ser mamón es el único camino, ya sea chupando... o dejándose chupar".


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