¿Un Estado al Borde del Abismo o Simplemente una Parodia Política?
Cuando uno piensa en un Estado fallido, probablemente le vienen a la cabeza imágenes de países devastados por guerras civiles, con milicias armadas patrullando las calles, un gobierno inexistente o, peor aún, un gobierno que dice existir, pero que, en realidad, está superado por los acontecimientos. En este contexto, hablar de España como un Estado fallido parece una exageración, a todas luces. Aquí no tenemos milicias, gracias a Dios, y nuestros políticos, al menos, fingen que están al mando. Pero, sinceramente, si uno echa un vistazo a la política española actual, la pregunta de si vamos camino de ser un Estado fallido empieza a tener cierto y decepcionante encanto morboso.
Da lo mismo por dónde empecemos. ¿Por la bronca parlamentaria de la semana pasada o por la de esta? El último gran "kilombo" comenzó con la transposición de la Directiva que puede reducir el cumplimiento de las penas de los etarras o no, pues, según escuchemos a unos u otros, pasamos de 0 a 100 en 15 segundos. Convocan un pleno para hablar de inmigración y termina todo en un revuelo donde lo más acertado es pasar a otra cosa. En definitiva, se terminó hablando de lo mismo.
El PP, siempre atento a cualquier oportunidad para fingir indignación, aunque luego, para sus adentros, reconoce que la legislatura, recorriendo un camino de socavones y fangos, puede ir avanzando. El PP un día se lanza al cuello del PSOE acusándolo de haberles "engañado" y al otro lleva al PSOE a los tribunales por financiación ilegal, en lugar de lo lógico, que sería presentar una moción de censura ofreciendo ser una alternativa de gobierno real. Pero la pregunta es: ¿la oposición es una alternativa? Si lo es, es a duras penas reconocible. Según ellos, los socialistas son unos maestros del timo y, claro, los del PP, pobrecitos, no se enteran de nada. Los socialistas son unos corruptos en directo y ellos en diferido, como decía la tal Cospedal. Unos piden disculpas por no enterarse y los otros (el presidente) por haberle estallado en sus narices, si no en sus manos, la corrupción. Todos despistados, todos piden disculpas, pero, ojo, sin asumir ninguna responsabilidad. Los malos siempre son los otros. Vosotros y ellos, nunca nosotros. Este es el pan nuestro de cada día en la política española.
La no responsabilidad no se corresponde con un sano entendimiento de lo que es la democracia. ¿Pero alguno de nuestros dirigentes políticos entiende realmente lo que es la democracia? No es broma. ¡Que no lo entienden!
Para añadir dramatismo y unos focos de iluminación de la opereta, la bancada popular se puso creativa y sacó fotos de socialistas asesinados por ETA. ¡Vaya cachaza! Claro, no les faltó tiempo para que el argumentario socialista se distribuyera con los casos de corrupción de los populares desde el Big Bang. Nada dice el "Manual del debate parlamentario serio" al respecto, pues dicho manual se quemó en el incendio del Liceo y, por tanto, nadie lo ha leído. Por ello, no es serio a fuer de no ser debate. Digo yo.
Como si esto no fuera lo suficientemente bochornoso, sacaron al escenario a la hermana de Miguel Ángel Blanco, cuyo nombre ya da igual. Ella fue lanzada como parte del circo, con su dosis de lágrimas y recuerdos emotivos, mientras el PP intentaba convencer al país de que el PSOE es básicamente el brazo político de ETA. El PP está en las manos de Abascal, que pronto expulsará a los que le quedan, y Ayuso financiada por... eso, ¿por quién? Y un guionista que anuncia por X quien plantará cara en los juzgados, pero que tiene su propia agenda.
Todo es un espectáculo de variedades, de teatro, de arrabales, con el agregado de que estos son los líderes políticos a los que confiamos nuestro destino. ¿Confiados de qué? De las explicaciones hiperbolizadas e interpretativas de los autos judiciales que hace la ministra portavoz. De eso tampoco.
En esta España de 2024, ¿quién necesita la verdad cuando puedes dar una versión que suene bien en la prensa afín? La verdad es una reliquia del pasado. "Pisa morena, pisa con garbo, que un relicario, que un relicario me voy a hacer…” ¡Volvamos al pasodoble!
Estamos hablando de versiones alternativas de la realidad. En cualquiera de los lados del cuadrilátero podemos poner al tal Ábalos. ¿En qué parte del ring lo ponemos?, es una pregunta más que me hago. Ustedes no se hacen cada vez más preguntas. Si no es así, ¡macanudo!, como diría una ministra venezolana. Pero resulta que había mucho más debajo del telón: hidrocarburos, mascarillas, pagos de habitaciones (siempre las habitaciones) y sobres o bolsas con billetes. ¿Serían como las que usaba Ignacio González, el presidente pepero de la Comunidad de Madrid?
En lo de Ábalos, lo divertido (vamos a reírnos) es que todo el mundo en el gobierno parecía estar al tanto, menos el presidente. Claro, ese genio maquiavélico (pobre Maquiavelo, con lo leído que era) que controla todo lo que pasa en su partido, misteriosamente no sabía nada. ¿Nada de lo que hacía su propio ministro de Transportes y secretario de Organización? En un partido leninista, el "masca" ¿no se ha enterado? Ni de lo de Ábalos ni de lo de su esposa. Que tenga cuidado, que también puede cortar por lo sano si se entera de que le ha engañado.
Y me pregunto: ¿cómo hemos llegado a esto? ¿Tienes respuesta? ¿Tienen preguntas? ¿Hay más? ¡Sí! Las filtraciones del Sr. Rey y la Sra. Rey. ¡Ah, la nostalgia del viejo escándalo español! ¿Qué sería de nuestra política sin alguna ración de sexo extemporáneo sobre la realeza? Aquí la pregunta no es tanto si es cierto o no (ya ni importa), sino: ¿quién se beneficia de todo este ruido? Hay beneficiarios de todo esto.
Al final, ¿es España un Estado fallido? No, todavía no. Pero si seguimos permitiendo que nuestra clase política (por su bajo nivel) convierta la gestión del país en un circo mediático, no es descabellado pensar que podemos terminar siéndolo. Como se suele decir: si camina como un pato y grazna como un pato... ya sabemos cómo sigue. No lo somos aún, pero se están haciendo méritos.
Detrás de los tedios y las vastas penas
que con su peso, entorpecen la brumosa existencia,
afortunado aquel que puede con un ala vigorosa,
alzarse hacia los campos luminosos y apacibles.
Charles Baudelaire, Las flores del mal (1857).