El lunes 9 de septiembre Mario Draghi presentó en Bruselas su esperado informe “El futuro de la competitividad europea” encargado hace meses por la presidenta de la Comisión. El que fuera presidente del BCE y primer ministro de Italia respondió al mandato de Von Der Leyen con un trabajo de más de 400 páginas muy consciente de que será una suerte de documento guía para la Comisión y su colegio de comisarios.
(este artículo se publicó originalmente el día 5 de octubre en el Periódico de Cataluña)
Unos días después la alemana y el italiano se desplazaron a la localidad francesa de Estrasburgo para presentar al Parlamento europeo los puntos clave de su informe. Simbólicamente se reflejaba así el respeto a la cámara y a su pluralidad política. Mucho se ha escrito sobre un plan que propone básicamente una nueva estrategia para alcanzar el crecimiento y la competitividad sostenible en Europa. Esta integración de dos objetivos clave para Bruselas, la descarbonización y la industrialización de la economía europea, señala el camino para corregir los excesos regulatorios del Pacto Verde Europeo. La economía europea, pese a contar con una base sólida y un mercado único con elevados estándares en gobernanza, salud, educación o sostenibilidad, ha sufrido una desaceleración en su crecimiento económico frente a EE.UU y China. La UE se enfrenta ahora a una serie de retos cruciales, entre los que destacan la necesidad de acelerar la innovación y encontrar nuevos motores de crecimiento, reducir los altos precios de la energía mientras se avanza en la descarbonización, y adaptarse a un entorno geopolítico cada vez más inestable.
Pero poco se han comentado las implicaciones para España de la nueva hoja de ruta europea que se resumen en la traducción del apellido del economista y estadista italiano: Draghi. Esta palabra es el plural de drago, o lo que es lo mismo dragones, en su traslación al castellano. Y ese es el resumen del plan para nuestro país. Me explico. “Hic svnt dracones” (aquí hay dragones) es una frase utilizada a lo largo de la historia para referirse a territorios ignotos o peligrosos. Tiene su origen en la costumbre medieval de poner en los mapas esa criatura mitológica, en los territorios aún sin explorar. Y el informe en cuestión plantea muchos dragones, como el apellido de su autor, para nuestro país. Territorios inexplorados de ausencia de competitividad de nuestra economía con grandes amenazas. Por lo menos cinco.
El dragón del tamaño de las empresas. La menor escala del tejido empresarial patrio, dominado por micropymes, impide beneficiarse de las economías de escala imprescindibles para acometer inversiones que hagan plausible competir en el concierto internacional.
El dragón de la innovación. Un siglo después seguimos haciendo buena la frase de Unamuno “que inventen ellos”, las empresas y los centros de investigación españolas no destacan en tecnologías digitales lo que nos lleva como país a un discreto puesto número 30 en los países más innovadores y una menor inversión en este campo.
El dragón del mercado único. La fragmentación europea tiene su zona cero en nuestro país, con 17 marcos legales para las empresas que son barreras que hacen imposible la adquisición del músculo necesario para competir en Europa y por supuesto en el resto del mundo, por no hablar de una fiscalidad heterogénea y muchas veces confiscatoria.
El dragón del endeudamiento. Las políticas de alimentación de la demanda agregada instauradas tras la pandemia y la relajación de las normas fiscales europeas por el shock del 2020, han instaurado la creencia en gobiernos europeos como el español que el control del déficit y la deuda pública son rémoras del pasado. La realidad es que España está más endeudada que sus socios europeos y por tanto más débil para afrontar turbulencias futuras. El retraso en afrontar reformas que embriden el gasto público en beneficio del calendario político hace temer por un mayor aumento aun del apalancamiento de las cuentas públicas.
El dragón de la seguridad y la sostenibilidad. La unilateralidad del gobierno español puesta de manifiesto con Venezuela y el reconocimiento a Palestina ha tenido su penúltima expresión con el reciente viaje a China del presidente Sánchez en el que ha echado por tierra la estrategia de elevar aranceles a los coches eléctricos chinos para ayudar a la industria continental en su camino a las energías limpias.
Casualidad o causalidad, pero la traducción del apellido del Señor Draghi que da nombre al informe más importante para los siguientes seis años de Europa, nos recuerda como españoles que por mucho que nuestro PIB crezca y el empleo escale, quedan demasiados dragones viviendo en nuestra economía. Luchar contra ellos ha de ser la principal prioridad política por encima de cualquier otra consideración cortoplacista o partidista.
NOTA: Si te ocupa el impacto de la regulación europea en tu trabajo, te animo a que conozcas el curso de asuntos europeos en el que tengo el honor de ser docente junto a colegas como el embajador Pablo García-Berdoy y que comienza en unos pocos días