Es inapelable decir que quien está en política es porque quiere. Nadie le obliga. En democracia, nadie que se dedique profesionalmente a ella está intentando salvar el mundo desde la última trinchera.

Es, sin duda, un impulso vocacional y una forma, muchas veces por encima del valor de mercado, de ganarse la vida. No es diferente hoy en día al médico, ingeniero, tendero de comestibles o el maestro. Es una tarea más. Sin embargo, ser político, además de implicar una vocación, conlleva un gran reconocimiento público, pero también implica enfrentar críticas y cuestionamientos que son inherentes a la función política. Es penoso que todos aquellos que se dedican a la política, así como sus allegados, sufran hostigamiento e insultos.

El conocimiento de la historia nos dice que esto siempre fue así. Desgraciadamente, es la condición humana; por ello, aquellos que deciden vivir de la política deben estar preparados para afrontar las dificultades que conlleva y no lamentarse por ello . Como dijo el clásico: " El que quiere alcanzar la vida debe estar dispuesto a arriesgar la vida misma ".