Cuando Mariano Rajoy se entendía con el PNV intercambiaba frases simpáticas con su líder en el Congreso, Aitor Esteban. En EEUU, hace poco, los demócratas tenían perdida toda esperanza con Biden, buen Presidente, pero, ahora, mal candidato.
Lo primero fue antes de la puñalada trapera que los nacionalistas/separatistas le dieron la semana siguiente de votarle los presupuestos en mayo de 2018 para dar paso a Sánchez apoyando su moción de censura. Estimaron que el socialista estaría en una posición más débil que el gallego, siendo así presa más fácil de los chantajes periféricos.
Se agradecen las intervenciones en el Congreso educadas y con un humor aceptable para todos y no la polarización del sanchismo levantando muros contra la derecha acusándola de marca blanca de la extrema derecha, como si no lo fuera el sanchismo de la extrema izquierda, separatistas y sucesores de ETA. Se puede recordar por ejemplo con nostalgia un intercambio en el Congreso entre Rajoy y Esteban en el que tras una chanza del vasco el gallego respondió diciéndole “Si quieres grano Aitor, te dejaré mi tractor”, provocando risas incluso por parte del nuevo tractorista.
Ese mismo que el otro día cantó a Sánchez unas cuarenta en el Congreso, cuando el Presidente del Gobierno exponía sus intenciones de “regenerar” los medios de comunicación como reacción a la censura que en muchos hay por ciertas actividades que consideran impropias de su esposa, Begoña Gómez.
Esteban dijo: “Señor presidente, le voy a ser muy sincero, a mí lo que me sorprende es que nadie diga que hay cosas simplemente que no se deben hacer, no porque las prohíba la ley, sino que no se deben hacer; que nadie hable de ética y estética en vez de ordenamiento jurídico". Luego añadió: “hay límites más allá de lo legal".
Ojalá la conducta de Gómez no sea penalmente condenable por lo bochornoso que sería para todos los españoles, no sólo para la pareja Sánchez-Gómez, el Gobierno que les respalda y el PSOE. Esteban ha clavado un rejón importante al inferir el vasco que a la mujer del César se le han caído los velos de una deseable discreción que no es incompatible con la dedicación profesional de cualquier cónyuge o familiar de alguien que ejerce un cargo, y eso también avergüenza.
¿Tanto como para que Sánchez ceda su puesto a otro de su partido? Hay opiniones para diferentes gustos. Sánchez respalda a su esposa, responsabilizándose, pues, de su comportamiento. En su partido se ponen de perfil, pero les afecta, aunque sólo sea por haberla visto celebrar en un estrado especial en Ferraz la derrota dulce del PSOE de hace un año junto a su marido, Cristina Narbona, M.J. Montero y Santos Cerdán -la cúpula sanchista- porque estimaban que sumaban más. Con malas compañías, evidentemente.
En el Reino Unido hay una unidad administrativa, como recordaba recientemente la abogada española Miriam González Durántez, esposa de Nick Clegg que fue Viceprimer Ministro británico con Cameron, que aconseja a los cónyuges de cargos políticos para que puedan alejarse de minas peligrosas para ellos y sus parejas (si cae uno, caen los dos salvo divorcio). Aquí debiera bastar el sentido común, como también le dijo Esteban a Sánchez.
En los EEUU, Biden renunció a la reelección. Respalda a su Vicepresidenta Kamala Harris: mujer, multiracial, 59 años, antigua Senadora por California donde fue Fiscal General. La critican por sus años discretos con Biden. Es el rancho de los Vicepresidentes que están esencialmente solo para sustituir al Presidente (Truman, Johnson, Ford).
Con Kamala, ya dueña de su propio destino político, es un nuevo partido contra Trump que es quien está ahora a la defensiva. Harris es la joven y Trump el viejo. Un villano condenado, un mujeriego abusador, un indeseable. Kamala puede haber anulado ya en pocos días la desventaja en intención de voto. Adelantará a Trump. Queda que gane los “Estados bisagra” que determinarán el resultado en el Colegio Electoral que es el que elige al Presidente. El debate en septiembre con Trump puede ser determinante. Kamala es aire fresco y hasta puede ser un vendaval salvador para el partido demócrata y sus candidatos para el Senado y la Cámara de Representantes.