Es posible que yo sea un poco estúpido, pero creo que nadie mejor que ellos para trabajar sobre libros en blanco que van a chupar, como verdaderas esponjas, lo que España sea capaz de escribir en esos pliegos virginales. Dejarlos arrumbados, sin camino, sin futuro, sin educación, sin ejemplos positivos, sin instrumentos de supervivencia supone labrarse un futuro problemático de marginación y cercanía a las fronteras de lo legal.

 

Pienso, a lo mejor equivocadamente, que estos proto ciudadanos españoles deberían ser formados en internados ejemplares, ser sometidos a la exposición de lo mejor que podemos ofrecer e incidir, sin descanso, en cómo ellos mismos pueden contribuir, con su esfuerzo, su formación y su trabajo, a conseguir un sistema cada vez más fuerte, más acogedor, más generoso y gratificante con esos “hijos de todos” a los que ahora ignoramos.

 

Estos pegotes de barro por moldear deberían ser sometidos a todo tipo de estímulos y oportunidades: cultura, deporte, música, ciencia, formación profesional en oficios que perdemos en una hemorragia incontenible, visitas a todo tipo de instituciones, programas de becas… todo menos el abandono a sus propios y perdidos pasos por ciudades hostiles que les vuelven la espalda mostrando rechazo y temor.

 

Son una verdadera cantera de talento, de posibilidades, un derroche que no nos podemos permitir y sin embargo, no lo hacemos. Son una ayuda para reemplazar generaciones de hijos que nosotros mismos no generamos. Sólo emborronamos esos libros blancos con desprecio y abandono. ¡¡¡Una pena!!!