Las pasadas elecciones europeas nos ha permitido a algunos saber de la existencia de un tal Luis Pérez Fernández, Alvise para amigos y allegados y, desde ahora, para todo aquel que tenga algún interés en la política española.
Hace diez años conocí así a Pablo Iglesias. Alguien que solo era conocido por montar una tienda de campaña en la Puerta del Sol de Madrid, se presentó a unas elecciones europeas con su imagen en las papeletas electorales y salió elegido como eurodiputado. Con el tiempo, llegó a ser vicepresidente del Gobierno de España y a tener acceso a los secretos oficiales del Estado. O sea, que ojo al dato, como decía Butanito, con Alvise. Vete a saber hasta dónde puede llegar. Porque, ambos, basaban su estrategia política en repudiar ese ámbito en el que querían entrar, bien hablando de castas o de fiestas, aunque, es verdad que Alvise ha batido, de momento, récords en materia de desprecio a la clase política española.
Bueno, esto me pasa por mi escasa afición a perder gran parte del poco tiempo de vida que, dada mi edad, me debe quedar, en ocuparme de las redes sociales. Por eso, me perdí lo de Pablo Iglesias y, ahora, me estoy perdiendo lo de Alvise (por cierto, acabo de comprobar que se escribe con "v" y no con "b"). Pero, prometo, para que no vuelva a pasarme lo mismo, seguir a este personaje a partir de ahora. No sea que, un día, me lo encuentre de ministro de un gobierno de Feijóo, por ejemplo. Y, yo con estos pelos.
Según las cuentas que han salido a la luz, hay unas 921.000 personas que siguen a Alvise en la red Instagram y, de ellas, 800.763 se han acercado a un colegio electoral para votarle en las elecciones del día 9 de junio. Y, eso, que se trataba de entrar por las puertas de un sistema político que, al parecer, detestan, para conseguir un empleo para Alvise, y a un par de amiguetes, durante los próximos cinco años. Otra cosa, no, pero hay que ver la fidelidad de los followers de Alvise. Estoy seguro de que los pocos que no le han votado es porque se debieron acabar las papeletas en sus colegios electorales.
El CIS debería hacer su trabajo estudiando la composición de esos votantes. Por ejemplo, ¿cuántos de los votantes de Alvise votaron hace unos años a Chiquilicuatre para que representara a España en el querido y nunca suficientemente bien ponderado Festival de Eurovisión?. Porque, no sé si está suficientemente bien estudiada la España de los "pequeños Nicolás", los "tamames o los "ciudadanos".
¿Cuántos exlíderes del PSOE han podido votar a Alvise?, sería otra pregunta, no para el CIS, esta vez, sino para futuros libros de memorias. ¿Cuántos desencantados de VOX?, ¿A quién habrá votado Cantó, el antiguo jefe de Alvise?. En fin, se me agolpan las preguntas en el poco tiempo que he tenido para digerir este asunto. Todavía no se, ni siquiera, porqué dicen que está a la derecha de la ultraderecha cuando parece de otra dimensión distinta. ¿No será producto de un reality show televisivo?.
Lo que si tengo claro es que, no sé si Alá, pero la democracia es grande. En ella, cabe hasta Alvise, como antes han cabido personajes que, si no fuera por los efectos que causaron en la vida real, parecerían personajes de ficción.
Bueno, lo que si recomiendo a los miembros de la clase política española, también conocida como casta, que se anden con cuidado. Hay por ahí, sueltos, ochocientos mil y pico ciudadanos/as dispuestos a meterles en la cárcel. Al menos, los eurodiputados conocen los nombres y apellidos de tres de ellos, ahora colegas suyos. Se llaman Luis Pérez Rodríguez, Diego Solier Fernández y Nora Junco García. Ojo.