Ortega y Gasset decía del argentino que no posee más vocación que la de ser el que imagina. Vive entregado, pero no a una realidad, sino a una imagen; es como si habitara en el personaje que imagina ser. Es un ser superficial, apresurado, fantasmal… más cruel es Benavente que llegó a decir, según se subía al barco que lo traía de regreso a España, que la mejor forma de castellana que describe a un argentino es la palabra, la única, que contiene las mismas letras del gentilicio, esto es ignorante.
Sin duda, a Milei se le puede aplicar todo ello. Bien es cierto que la política argentina nunca ha sido un modelo para nadie, ni para los propios argentinos, donde los índices de valoración lo dejan por el suelo. Si nos referimos a la literatura, la música, el teatro o cualesquiera de las artes escénicas, en esas áreas destacamos. Ello sin mencionar el estereotipo de la odontología, psicología y, por supuesto, el fútbol.
La política argentina, junto con su economía, ha venido rengueando desde la salida de la dictadura. Especialmente el peronismo ha dejado una secuela sociológica en la sociedad argentina nada despreciable.
Hoy nos puede parecer pequeña la descripción que hace Marcus Anguinas en "El atroz encanto de ser argentino" de los estereotipos de argentinos. Milei es, sin duda, la caricatura más dramática del vivo argentino, lo mismo que en el ala izquierda, si es posible decir que el peronismo es la izquierda argentina, una viva, viva, es la incombustible Cristina (Kitchener).
El "vivo argentino" es una categorización que hace referencia a la astucia, picardía y habilidad. Tiene mucha calle para manejarse en situaciones complicadas y sacar provecho de las circunstancias de manera ingeniosa. Es el Marcos de la película "Nueve Reinas", genialmente interpretada por Ricardo Darín. Los vivos tienen la rara habilidad de siempre encontrar “soluciones creativas a los problemas”, así como para siempre estar dispuestos para “sacar provecho de las situaciones”. Eso sí, siempre de manera astuta y perspicaz. La viveza argentina es una habilidad muy del territorio, capaz de sortear obstáculos y encontrar oportunidades en situaciones adversas. Eso sí, el vivo necesita de la barra. La barra es el auditorio que le festeja sus gracias, actúa para que lo vean y lo aplaudan, para que lo festejen con asombro. El vivo actúa como si estuviera en un escenario. Actúa sin darse pausa. Ha sustituido su vida por el personaje que representa. Es un maestro del fraude que envuelve en fina seducción (Marcus Anguinis).
Milei no deja de ser un personaje que ha hecho de la excentricidad su divisa, hiperbólico y excedido en sus palabras y en sus formas. Dicho esto, este negacionista básicamente de la política es consecuencia directa de una "impostada" política de izquierdas que ha basado su quehacer en el reparto de privilegios entre su corte de desaforados hinchas a los que ha acomodado a sus planes sociales (planeros y subsidiados), cubriendo necesidades diversas pero nada rentables para la productividad del país. Adeptos a recibir un choripán que satisfaga el estómago agradecido y dispuestos a todo por ello. Eso es lo que ha sabido explotar el actual presidente argentino para llegar a la presidencia para terminar con todo. Los jóvenes se han seducir por este ridiculizador de la política y de sus formas argentinas de proyectarse en comunidad, cansados del bla, bla, bla.
Salvando ligeras diferencias estéticas, esa es la escenografía y el libreto de la opereta en la que mejor se desenvuelve la presidenta de la Comunidad de Madrid, y por ello en él se sumerge siempre que le dan oportunidad para ello, sea para hablar de Cataluña, Palestina o ETA. Le es igual, ella canta la letra del tango que le pongan delante. La música siempre es igual.
Llegado al máximo de las posibilidades del Estado de Bienestar, en unos lugares más eficiente y en otros menos, y llegado el momento de repensar su futuro para hacerlo sustentable y digital, la derecha ideológica disruptiva aprovechó la circunstancia para poner en cuestión dicho modelo de estado y sus consecuencias (y beneficiarios) mediante una batalla dialéctica. Un argumentario que hace poner el ojo en: los vagos, aprovechados, negros, mujeres, homosexuales, emigrantes y un larguísimo etcétera que componen el batallón de los subsidiados y que los políticos se dan codazos para meterlos en el presupuesto esperando su agradecimiento electoral.
El Ministro de Movilidad de España, Puente, ya no se sabe si es de aquí o de allá. Ha enseñado su muslo al "león" para que devore y a la fiera le hace falta poco. A la barra de Milei esperaraba deseosa iniciar un griterío faltón. Ahora responderán en sus mítines los de Sánchez, creyendo que es lo que toca.
Como la moderación no renta, después de retirar a la Embajadora que queda, mandar como los ingleses para allá la flota. ¡Nos vemos en las Malvinas!
Ha quedado muy atrás, cuando la izquierda ofrecía un modelo alternativo. Un proyecto político de mayorías que persigue la construcción y mantenimiento de un modelo de sociedad equitativo. Cuando se olvida, todo termina en un quilombo de gritos e insultos. Ese es, en definitiva, el objetivo de esa nueva derecha reaccionaria, excluyente y moralizante que pretende simplificar todo en un mundo de buenos y malos.
La nueva derecha, si ha tenido alguna habilidad destacable dentro de su gran confusión ideológica y estratégica (desde Arizona hasta Múnich), es hacer que la izquierda sensata, de la cual en Argentina hay poco, la que sabía identificar los problemas y encontrar soluciones, se haya dejado atrapar por la sanata (para ustedes cantinela) y esté bailando la misma milonga. Milei ha arrastrado a Sánchez a la pista y este y sus tangueros parecen encontrarse a gusto, lanzando la pierna a derecha e izquierda, agarrándola por detrás y bien apretaditos por la cintura. Milei será tan duradero como sus adversarios hagan que lo sea. Si no es así, dentro de poco caminará por los platós cansado y descangallado; ahora bien, sí desde aquí se le da réplica y será un tango interminable.
En resumidas cuentas, si Milei es un quilombero que busca pelea, pues si no es nada, ni nadie. Sánchez es un picaflor que busca peleas para sentirse alguien. Estamos re podridos.