No por muchas veces representada es menos dramática, emocional, intensa. Todos los que hacen este montaje, tienen siempre algo que contar. Sin modificar una sola frase del extraordinario texto, cada director, cada dramaturgista, tiene su visión, le da su ritmo, su impronta, su carácter especial. Y la obra no pierde un ápice de fuerza trágica.
La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca está habitada por la frialdad impuesta del luto exigido. En general. En este caso, en la puesta en escena de Carlos Manzanares Moure, con la Compañía Trece Gatos, la luz cenicienta y los personajes enfrentados al público, deja el aire espeso del que se habla en la obra, la densidad de un calor de aplomo y la tormenta se oye y se ve a lo lejos desde las palabras, aunque Bernarda no quiera sentirlo así. Cree que lo domina todo. Pero en el ambiente está Pepe el Romano. Y las sogas del fatídico desenlace. Sogas que apresan hasta a las sillas, hasta el bastón de mando de Bernarda.
Encierran los gestos las palabras, y estas salen a borbotones, como si se escupiera sangre; es una casa en un desierto, una casa oscura y tenebrosa, es un sueño hecho pedazos.
Cada una de las intérpretes, desde Bernarda Alba, Ángeles Laguna, hasta Adela, Raquel León, pasando por Poncia, Alicia Oliver, por las hijas, por la criada, por la madre, por la visita, reinan en sus personajes, se colocan en su tremendo delirio, en su aliento entrecortado, en su pecho que guarda un ansia de liberación.
Las hijas de Bernarda Alba corren el riesgo de convertirse en fantasmas de sí mismas. Bernarda cree que tiene el mando, que lo tiene todo controlado, pero quien realmente está al tanto de todo es Poncia, intuye que habrá una catástrofe, que no se puede mantener un muro sin cimientos, que la falta de libertad llevará a la muerte.
Pero, centrándonos en este montaje de Trece Gatos, esas sogas de ahorcarse se enredarán en los días oscuros, propagando el veneno que se encierra en las entrañas de cada uno, e impedirán ver un nuevo amanecer; la desolación vendrá para todas después de la desesperación en Martirio, el conformismo en Amelia, la locura en María Josefa, la tristeza en Angustias, el llanto en Magdalena, la ceguera en Bernarda.
No importa tanto la muerte de Antonio María Benavides, el miedo está en Pepe, el romano. Con él, nunca un personaje aludido sin presencia física tuvo tanto protagonismo en una obra, se despiertan las pasiones, la urgencia de salir de la opresión, la necesidad de sentirse amado.
Hemos llamado a la puerta de La Casa de Bernarda Alba, y Trece Gatos nos han abierto. A través del gran ventanal del escenario hemos visto y presenciado un tiempo amargo, unos corazones agazapados, un huracán a la espera de manifestarse. El silencio y luto terminarán de quebrar el destino de este “drama de mujeres en los pueblos de España”.
Un clásico nunca debe dejar de representarse.
FICHA ARTÍSTICA
LA CASA DE BERNARDA ALBA
- Texto: Federico García Lorca
- Dirección: Carlos Manzanares Moure
- Elenco: Raquel León, Nuria Simón, Ángeles Laguna, Mar Hernández, Alicia Oliver, Nuria Marugan, Elena Berazaluce, Lorena Delgado, Cristina Rega, Maribel Cisneros y Susana Maroto.
- Espacio: Centro Sociocultural Mariano Muñoz
Sobre el autor
Alberto Morate
Alberto Morate es profesor de literatura, dramaturgo, cronista de teatro, director de escena, poeta,… Su obra se extiende por el Teatro (7 libros publicados), un texto narrativo (La estatua de Lope de Vega), un Ensayo (Teatro en el colegio traducido a 8 idiomas). Incluido en diversas y variadas Antologías Poéticas, cientos de reseñas teatrales, artículos y Poesía, con 10 poemarios publicados hasta la fecha. También organiza recitales, ha escrito prólogos y presentado libros a colegas poetas.