Las personas con trastorno de personalidad antisocial, que según dicen sus críticos es la psicopatía padecida por Sánchez, tienden a tener un patrón de comportamiento manipulador, irresponsable y desconsiderado hacia los demás. Pueden carecer de empatía y remordimiento, lo que los hace capaces de cometer actos dañinos o ilegales sin sentir culpabilidad o preocupación por las consecuencias para los demás. Estas personas a menudo buscan su propio beneficio a expensas de los demás y pueden tener dificultades para mantener relaciones interpersonales estables y significativas. Obviamente, no hay razón alguna para ver en el presidente actitudes semejantes a las descritas. No obstante, es importante tener en cuenta que no todas las personas con trastorno de personalidad antisocial son violentas o criminales, pero su falta de consideración por los demás y su propensión a manipular y explotar a otros pueden llevar a comportamientos destructivos y peligrosos en algunos casos. El tratamiento para este trastorno suele incluir terapia psicológica y, en algunos casos, medicación, aunque puede ser difícil de tratar debido a la naturaleza intrínseca del trastorno.
Cuando el chico de nuestros sueños nos dice que se lo va a pensar, que él solo nos pide amor eterno porque él solo ofrece amor sin medida, sabemos que hay otra, verdad por lo menos.
El arrebato de Sánchez, como lo denomina Enric Juliana en su artículo "Los 5 días de abril", dice que podía haber arruinado el crédito de España en la UE. No lo creo. El crédito de España es lo suficientemente grande como para que las veleidades megalomaníacas del presidente del gobierno puedan acabar con él, de momento. Eso sí, nada es irremediable y lo puede llegar a conseguir.
Lo peor es que el deterioro que ha provocado tanto en su propio partido como en las instituciones y en la seriedad política puede ser ya irreversible.
El Partido Socialista, no voy a ser yo quien traiga aquí sus muchos valores como institución histórica esencial para la democracia española. Está compuesto por mujeres y hombres con firmes convicciones, tradiciones y una práctica política centenaria cargada de solvencia. Con muchas sombras, pero también muchas luces. Bueno, pues este colectivo humano aún sigue en un estado de trauma psicológico tras los días de pasión. No crean, les va a costar mucho superar el trauma. No la institución que, con un poco de suerte, podrá subsistir y quizás no esté abocada a su práctica desaparición como partido socialista italiano, griego o francés. Ahora bien, su militancia, la que no está defendiendo con uñas y dientes su bien retribuido y perecedero asiento, la otra la que va en pantuflas puede que solo esté dormida, aletargada, y no muerta. Cuando reaccione, les quedará poco tiempo, todo va muy rápido, pero aún podrán salvar a su partido.
El cuento es muy de toda la vida. De esto, las mujeres sabemos un poco. Cuando el chico de nuestros sueños nos dice que se lo va a pensar, que él solo nos pide amor eterno porque él solo ofrece amor sin medida, sabemos que hay otra, verdad por lo menos. ¿O no? Cuando vean que les han puesto los cuernos y mucho prometer hasta (ya saben cómo sigue). Aquí hay muchas adhesiones inquebrantables, nada casual. Lo han evidenciado estos dramáticos días de Pasión. Esos que sin oficio ni beneficio han hecho de la política un sostén vital, como los Simancas, López, Puente, Montero, Maroto, Bolaños, Hernando, Serrano o Leal y todo un largo etcétera que a su vez subsisten por la existencia de los primeros. Con ello no hay que equivocarse, si habláramos del PP cambiarían los nombres pero no las circunstancias.
Los partidos políticos europeos han terminado configurando en sus núcleos dirigentes una especie de burócratas del poder que se convierten en estómagos agradecidos, donde la permanencia en la política es un fin en sí mismo. Eso ha terminado por hacer perder todo sentido a los partidos políticos. No sirven para encauzar un debate propositivo de los proyectos de gobierno o la preparación y selección de cuadros para dar entidad y calidad a la gestión política. Los capacitados han terminado siendo sustituidos por simples amigos fieles y sumisos. Con fácil predisposición, como vimos el otro día, a bailar sevillanas o alabar al líder con elogios neofascistas (como "puto amo").
Sánchez ha colocado al partido político al borde del precipicio y a los militantes sometidos al mayor de los ridículos. Ni uno ni otros se han dado cuenta de ello. Ese es el gran triunfo de Sánchez, ha logrado su propósito y ha quedado bien con todos. Ha hecho creer a todos que son lo primero: su esposa, el partido como si fuera de él y también los militantes que sufren, aplauden, gritan, lloran, suplican y respiran aliviados. Un día, no sé cuándo, esperemos que pronto, todos se darán cuenta de que el presidente los está cagando a todos. Como en la vida, serán los últimos en saberlo, y algunos seguirán pensando que son bolazos, que el chico guapo nunca engaña, y como Romeo, se matará después de matar a su amante. La función lo pide así.
El sicodrama es tan increíble, burdo y previsible que solo la ceguera que el amor provoca impide verlo. Limerencia se llama profesionalmente. Solo recordaré, y es importante, que superar la enfermedad puede ser un proceso lento y cada cual puede necesitar su propio remedio. Hay colegas que diagnostican que lo peor es que las secuelas que deja son a veces irreversibles.
El tiempo corre ahora en su contra.