La historia no nos contempla. Quiere formar parte de nuestra existencia. Y, nosotros, asistimos a Puy du fou de Toledo, para mirarla desde el asombro y la tecnología.
Como un leve pasar, nos van contando diferentes pasajes en escenarios de agua, de luz, de voces encendidas de pasión, de vestuario variado y cuidado, de caballos que galopan delante de nuestros atónitos ojos.
Es el Sueño de Toledo, pero también hay un Último Cantar sobre el caballero Rodrigo Díaz de Vivar, Mio Cid, donde, arrebatados, giramos en torno a bailes, peleas, destierros, batallas que se vencen incluso estando muerto. En A pluma y espada, es Lope de Vega quien nos hace vibrar encima del agua, encarcelado, con sus amores, con su conciencia en libertad, con la fuerza de su pluma y la habilidad de su espada. Allende la mar océana, es el silencio de una galera, la bodega de un barco fielmente reproducida, la sensación de latir y viajar a través de mares, en la penumbra de la incertidumbre de llegar a mundos desconocidos. Mas la majestuosidad del vuelo rasante de las aves en Cetrería de Reyes hará del silencio un lenguaje universal. En El misterio de Sorbaces, las edificaciones se mueven, el fuego convive con el agua, el amor con la fraternidad entre pueblos, aún hay esperanza.
Quien lo probó lo sabe, afirma Lope de Vega de nuevo en Desmayarse. Y golpea con su puño el destino de quien no se conforma con ser uno más. También nos contarán su historia de generaciones los Julián Gutiérrez, De tal palo… nada de lamentos, nada de desolación, siempre adelante. Otros personajes históricos nos guiarán en sus enseñanzas, el Espadero de Vivar, El Sereno que nos contará sus experiencias nocturnas con gente de todo tipo.
Y, en medio de todo ello, lagares y ventas para aprovisionarse de agua y viandas, toda una escenografía de caminos y nobleza, de piedras y fortalezas, de plebe y señores, de olivos y luna y sol, mucho sol, y largas filas que respetamos porque esto no puede ser eterno.
Toledo nos abre esta ventana al pasado, a la historia de hechos y acontecimientos que están en la memoria colectiva, quizás en ciertos aspectos sesgada y sin mucho rigor, pero eso no es lo que importa. Lo que prima es salir de la rutina de las pequeñas pantallas y de los programas al uso de la cotidianidad chabacana o cruenta, y rendimos pleitesía a las artes escénicas, a la artesanía, a la música, a la danza, a la naturaleza.
Es un poema hecho corpóreo, un relato que no se lee, que se ve, que se escucha y se hace vivo. De pronto, los personajes se levantan de sus siglos, alzan el vuelo, caminan sobre las aguas o se sumergen en ellas, las voces vienen del cielo y no son de Dios, amanece cuando es de noche, oscurece en el alba y somos capaces hasta de ver estrellas fugaces para que pidamos aquel deseo que nunca se nos ha concedido.
Las espadas están en lo alto, afiladas, las palabras en la narración oral, la sorpresa en los corazones.
No hay respuestas al infinito ni se cuestiona la veracidad de lo acontecido, hay que verlo desde el punto de vista del espectáculo, del tiempo en el que, quizás, estuvimos y ya no nos acordamos, de las leyendas a riesgo de emociones, artesanos de una nueva experiencia, y lo que hay que buscar es esa nueva convivencia entre pueblos, ese conocimiento respetuoso por la cultura de los demás, enmendar aquellos errores, transitar hacia un sueño que se haga realidad.

Sobre el autor
Alberto Morate
Alberto Morate es profesor de literatura, dramaturgo, cronista de teatro, director de escena, poeta,… Su obra se extiende por el Teatro (7 libros publicados), un texto narrativo (La estatua de Lope de Vega), un Ensayo (Teatro en el colegio traducido a 8 idiomas). Incluido en diversas y variadas Antologías Poéticas, cientos de reseñas teatrales, artículos y Poesía, con 10 poemarios publicados hasta la fecha. También organiza recitales, ha escrito prólogos y presentado libros a colegas poetas.