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"Nunca consideraré como libre a quien vive vive en el temor..." Horacio 

A vueltas con Vinicius y el racismo

A vueltas con Vinicius y el racismo

Fue en el primer partido de la temporada, casi por casualidad me dejaron un carnet para ver el partido entre el Athletic Club y el Real Madrid. Allí por la banda izquierda corría un chaval de esos que cuando ves su zancada ya dices: “peligro, peligro”.  


La verdad es que me pareció demasiado protestón para un partido casi de guante blanco. Mi vecino de asiento dijo “Vinicius es así”. Comentan que hay jugadores que necesitan motivarse, que funcionan mejor con las revoluciones a tope, algo así decía Cristiano, pero lo cierto es que a nadie le gusta que le den un baño de insultos.

 

Se notaba que aquel jugador no dejaba indiferente al personal, muy cerca pude escuchar algún improperio fuera de lugar; bueno, no creo que haya un lugar para insultar. Aunque en nuestro fútbol, da la impresión de que con la entrada, va la licencia para chillar, faltar, insultar  y todo lo que salga de tus caprichos. 

 

El caso es que en un campo, que no destaca por la hostilidad hacia el contrario, eso no quiere decir, que no haya descerebrados, están los tiempos como poner la mano por todos los que entran en un estadio, tienes muchas posibilidades de quedarte manco.

 

Según Iba transcurriendo el partido, esos “aficionados” más nerviosos y con peor educación empezaban con su cantilena, acordándose de toda la familia del árbitro, de los jugadores contrarios, con especial inquina contra ese jugador, que además de ser el más protestón también daba una sensación de peligro una amenaza para estos “señores” y eso que no fue, precisamente, su mejor partido.

 

Se suele decir que el fútbol tiene muy mala memoria, como no recordar los continuos graves insultos a destacados jugadores: Hugo Sánchez con su botellazo, los graves insultos que recibió Neymar cuando hacía una lambretta, Las  ofensas al bueno de Gurpegui llamándole drogadicto y recordar a casi todo estadio cantando a coro “ese portugués hp es”. Ejemplos de estos se pueden ver en todos los campos y cada equipo, seguro que puede poner sus propios agravios.

 

Forman parte del paisaje de un campo de fútbol e incluso se llega a asumir como algo normal. Aficionados que se radicalizan y encuentran en la defensa de unos colores el motivo para usar y abusar de la violencia con total impunidad. El  fútbol como vía de escape, como terapia de tantas frustraciones.

 

El insulto es un ataque personal que no tiene justificación y menos en el mundo del deporte, parecería que con el tiempo se iba a ir mejorando, pero lamentablemente, solo falta decir que cualquier tiempo pasado fue mejor. 

 

Si hablamos del periodismo deportivo, uno que peina canas, puede decir que nunca ha habido visto tanta parcialidad en el mundo de la comunicación, con televisiones de propios clubes que atacan a los árbitros que no son de su agrado, a los jugadores contrarios e incluso a aficiones de otros equipos. Tertulianos en chiringuitos que son una banda de impresentables, metiéndose o mofándose de los fallos de chavales de 16 y 17 años.

 

¿Qué decir de una prensa deportiva que son los mayores hooligans?, por algunos sitios saben mucho de esto, pero donde todo se desmadra es en las redes sociales, aquí la mayoría de las veces del anonimato se dicen las mayores burradas que uno puede imaginar, donde se cruzan todas las líneas rojas y de todos los colores…

 

Es verdad que ser un jugador mediático y de un club poderoso, que no se calla ni debajo del agua, es un cóctel explosivo, y los contrarios van con todo donde se puede hacer más daño, donde puedan desestabilizar al jugador. Ahora ese comportamiento no puede justificar, que un estadio a coro le cante “Vinicius muérete”, “tonto, tonto”, disimulando un “mono, mono”, acompañado con algunos sonidos sospechosos, lo que es delictivo y hay que parar por todos los medios legales es cualquier atisbo de racismo, que el grupo no pueda tapar las vergüenzas de quienes tienen esos comportamientos. 

 

Sufrir el racismo es tremendamente doloroso, puede tener consecuencias psicológicas, convertirse en un infierno. Sometidos a discriminación social,  institucional, violencia, desigualdad... Incluso en nuestro lenguaje cotidiano, usamos expresiones racistas, frases hechas, estando más normalizado de lo que creemos..  

 

Aunque se hable de deportistas privilegiados, en muchos casos multimillonarios, los insultos y mucho menos manifestaciones racistas nunca pueden ir en el sueldo. Si bajamos a categorías inferiores, que ni siquiera son profesionales, a esos campos embarrados que los sigue habiendo, donde no hay cámaras, ni controles, donde en algún campo de este país no es extraño encontrarse ese racismo, esa violencia escondida, árbitros que son agredidos…. No fue hace mucho tiempo cuando, viendo un partido de chavales, uno de los padres amenazaba gravemente con un paraguas al linier, que era un crío.

 

Cuando la legislación, las medidas coercitivas, las autoridades no son capaces de eliminar el racismo y la violencia en el fútbol, algo grave está sucediendo.  La importancia de la educación, ¿dónde quedó aquello de que lo importante es participar?, o al menos saber participar, como deportista, periodista, cronista, aficionado y también como espectadores.

 


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