Una puesta en escena de “La Revolución”, una obra de teatro sobre dos personas que hacen la revolución definitiva que de una vez por todas lo cambiará todo a mejor para siempre, aquí y ahora, ejecutada por Juan Paños y Luis Sorolla.
“Puedes matar a un revolucionario, pero nunca puedes matar la revolución”, autor olvidado.
Déjame que te lo diga y te lo repita. No todo es imposible, de hecho, nada es imposible, nada más que lo que no se puede hacer. El escenario se llena de luz, o puede que no, y hay que saltarse algunas escenas, porque La Revolución está a punto de comenzar y no sabemos si durará una hora o 90 minutos, o entraremos en bucle y cuando empiece no acabe de arrancar y cuando termine, volverá a empezar, quizás.
Porque nunca será lo mismo. Ni los espectadores serán los mismos, por lo tanto, las risas irán en otro momento, las expectativas se generarán en otras escenas, aunque todos estemos igual de atentos al clamor de esa Revolución que, a la postre, nos damos cuenta que está en nosotros mismos.
Hay un juego de palabras, de coordinación convulsa, hay personajes que son actores, Luis Sorolla y Juan Paños, que son hermanos pero no lo son, hay sublime alianza entre los dos, hálito de quien espera un aliento de creatividad.
Y son ambiciosos estos dos intérpretes de sí mismos, están dotados de la vida amarga, de la acción que es reacción, de la tristeza con mezcla de alegría, de los pliegues de las batas que usan, de decorado minimalista de encima de la mesa.
Acotan el espacio de esa misma mesa como si fuera un cadáver del que no pueden salir. Pero salen y vuelven una y otra vez a repetirse en sus pócimas de las palabras, esperando esa revolución que ellos mismos quieren generar, pero no se deciden.
Es como un Esperando a Godot en forma de lucha y reivindicación, la Revolución está en la soledad de cada uno, y no termina de llegar.
Quieren decidir y se atascan, quieren agitar la revuelta, y se revuelven ellos solos, quieren asomarse al alféizar de una ventana para mirar cómo la sociedad se derrumba en sí misma y por eso hay que hacerlos espabilar, llamarlos a La Revolución y gritar. Lo que sea, pero gritar. O decirlo en susurro, que quizás así nos hagan más caso al tener que prestar más atención.
Todos hemos hecho la revolución alguna vez. No querer irnos a la cama cuando éramos pequeños, o querer irnos a la cama con alguien cuando hemos sido mayores y tampoco nos han dejado. Sobresalir por encima de los demás, aun a costa de zancadillas disimuladas. Hacernos fuertes en la soledad y decir que no nos importa. Agitarse ante las injusticias y quedarnos con dos palmos de narices cuando vemos que nos estrellamos contra un muro, sobre todo burocrático. Querer que llueva y no conseguirlo…
Son tantas las formas de la revolución que, muchas veces, no nos damos cuenta de ello. Para eso están aquí, Don Quijote y Sancho, perdón, Luis Sorolla y Juan Paños. Para que nos lo expliquen en su peculiar manera.
FICHA ARTÍSTICA
Gente que hace “La Revolución”: Juan Paños, Luis Sorolla, Paola de Diego, Gabriel Piñero, Rosel Murillo, Miguel Valentín, Rodrigo Arahuetes, Sara Sierra, Sergio Boyarizo, Daniel Jumillas y Amanda H C.
Produce Esto Podría Ser
Sobre el autor
Alberto Morate
Alberto Morate es profesor de literatura, dramaturgo, cronista de teatro, director de escena, poeta,… Su obra se extiende por el Teatro (7 libros publicados), un texto narrativo (La estatua de Lope de Vega), un Ensayo (Teatro en el colegio traducido a 8 idiomas). Incluido en diversas y variadas Antologías Poéticas, cientos de reseñas teatrales, artículos y Poesía, con 10 poemarios publicados hasta la fecha. También organiza recitales, ha escrito prólogos y presentado libros a colegas poetas.