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Si España, y su Presidente, quiere liderar la lucha contra la dictadura venezolana, no le queda otra que reconocer la victoria de la oposición. Y liderar la postura en la Unión Europea. El dictador Maduro oculta sus actas pues no son ciertas.

Seamos todos, y yo el primero, constitucionalistas

Seamos todos, y yo el primero, constitucionalistas

Eso de las tertulias está muy bien. Si no fuera por los tertulianos. Me suena que esta gracieta la he oído antes referida a los economistas, o los franceses, o.... vete a saber. Pero el caso es que, efectivamente, el modelo de tertulia, que posibilita el contraste de ideas, se deteriora cuando los participantes en ella se convierten en seres intransigentes en la exposición de sus ideas sin margen alguno para la discrepancia. Es lo que se llama un "tertuliano", que no conviene confundir con un tertuliano.


Pero, lo peor es el efecto mimético que, eso, tiene en los espectadores de una tertulia que, inmediatamente pueden preguntarse, ¿y porqué yo no puedo ser "tertuliano"? Con lo cual se disponen a llevar su opinión, de la que ya se sabe que todo el mundo tiene una, al foro donde se desenvuelven generalmente, ya sea la barra del bar, la cena con cuñados o la simple conversación accidental con alguien que se le cruce.

 

Es entonces cuando se convierte en un experto multidisciplinar, desde el cambio climático hasta la epidemiología o desde la geopolítica hasta el derecho constitucional. Y ahí quería llegar yo, a la Constitución Española de 1978 y a los varios millones de expertos constitucionalista que, como hongos, hemos surgido sobre el solar patrio.

 

Es verdad que expertizaje (palabra que, por cierto no existe en el DRAE) en eso, puede poseerse de manera relativa. Alguien que se haya leído el texto constitucional puede ser un experto comparado con un lego, un estudiante de derecho respecto de un simple lector, un catedrático respecto de un estudiante, un expresidente de gobierno respecto de un catedrático y un "tertuliano" respecto de todos los demás. Pero todos podemos opinar sobre la constitucionalidad de cualquier cosa que se nos ocurra y a la velocidad del rayo o de la capacidad de nuestras neuronas.

 

Lo más sorprendente es que los únicos expertos oficiales en el tema, esas 12 personas que constituyen el Tribunal Constitucional suelen tomarse un plazo prudencial en dar su opinión al respecto. Y, eso, cuando les llega el asunto en tiempo y forma y es admitido por cumplir determinadas reglas. Además, se da el hecho de que, a veces, algunas de esas personas, que han estudiado la misma carrera universitaria, que han analizado el mismo asunto y que lo han hecho a la luz de la misma Constitución, opinan cosas distintas. Puede ser por la ideología, por la complejidad del cerebro humano o por la misma razón de que hay tribunales en lugar de máquinas expendedoras de sentencias, pero es así.

 

Y, sin embargo, los constitucionalistas de ocasión ya estamos opinando sobre una amnistía nonata, solo por el hecho de que los políticos independentistas piden una a su medida en el momento en que su voto es necesario para investir a un presidente del gobierno español. Cambio voto por amnistía es el trato, luego ya hablaremos de la autodeterminación, y, después, de la independencia, de la república y de la entrada de la nueva república en Europa con el necesario voto favorable de España.

 

La verdad es que ese panorama no es muy favorable para el gobierno que lo posibilite y no es de extrañar que haya quien esté preocupado por la mera posibilidad de que eso pueda ser verdad. Lo que pasa es que esa preocupación se basa en la presunción de que el gobierno vaya a hacer cosas que incumplan la Constitución. Como yo también soy constitucionalista de ocasión y no penalista de ocasión no se si eso tendría cárcel, como no la tiene el incumplimiento del artículo 568 de la misma (renovación del CGPJ), pero, por si acaso, y si yo fuera miembro del gobierno, no lo haría.

 

Así pues, y dada mi fe, inocente, en las instituciones, incluida la democracia, mantengo una cierta tranquilidad sobre el tema. Quiero creer que un gobierno no va a incumplir la constitución de mi país. Y lo quiero creer por simple egoísmo ya que, si estuvieran, de verdad, dispuestos a vender una parte de España solo para conservar sus coches oficiales, incluso su Phantom, ¿Qué no estarían dispuestos a hacer por mis bienes personales si les hicieran falta? Como ven, siempre pensando en cómo va lo mío.

 

Ahora que entiendo perfectamente lo que es el juego político, la descalificación del adversario, la presunción de su maldad futura y cualquier cosa de las que suele aguantar el papel, por lo que, si la posible, presunta, futura y, sobre todo, inconstitucional amnistía, da juego, pues adelante. Los constitucionalistas de ocasión estaremos encantados de participar en ese juego.

 

Pero, ojo, que yo, como Mae West, por las buenas, soy muy bueno pero, por las malas soy mejor. No me toquen la Constitución.


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