El principal problema del caso Rubiales no es la existencia de un personaje zafio, que se agarra los testículos cuando la roja femenina gana el Mundial ofendiendo de forma obscena a las contrincantes derrotadas o propina un pico no consentido a una mujer institucionalmente subordinada; el principal problema se halla en la reacción de las instancias futbolísticas de nuestro país, salvando las de carácter gubernativo (Ministerio y CSD) y a honrosas y contadas excepciones.
Aplausos de adhesión al jefe en la asamblea de la Federación Española de Futbol del viernes día 25 de agosto, con los seleccionadores de chicos y chicas en primera línea, o el silencio estruendoso de los clubes hasta que el CSD actuó. Especialmente vergonzosa ha sido y es la posición del FC Barcelona en este asunto; el Barça es el principal impulsor del futbol femenino, proveedor de un número importante de las seleccionadas nacionales y antiguo equipo de la jugadora ofendida; del Barça de los supuestos valores y del “més que un club” se esperaba más que un ambiguo y tardío comunicado “comentado” por el presidente una vez la FIFA giró el pulgar para abajo.
Como vergonzosa ha sido la reacción de los colegas masculinos, salvo la honrosa excepción de Borja Iglesias, que ha renunciado acudir a la selección mientras se mantengan estos dirigentes; silencio absoluto en un asunto que merecía un plantón en la pasada jornada de la Liga. Y es que la situación en el mundo del futbol no es diferente a lo que acontece extramuros del mismo, la eclosión del futbol femenino español con sus éxitos a nivel de clubes (las dos Champions del Barça) o de combinados nacionales (este Mundial) no es sino un trasunto del movimiento de empoderamiento de las mujeres que vive nuestro país en los últimos años a pesar de todos los pesares y no sin contradicciones. Las jugadoras de nuestra selección de futbol son mujeres triunfadoras que muestran muchas de ellas, de forma orgullosa, en las redes sociales, sus hábitos y sus quereres muy alejados, en no pocos casos, al canon clásico de mujer heterosexual. Como recién señalaba John Carlin, selección periférica y LGTBI, muchas veces, representante de una España Frankenstein.
En el universo del futbol masculino las cosas no son muy diferentes de cuando se fumaban puros en los palcos de los estadios y cuando Soberano era cosa de hombres, con episodios bastante lamentables en lo que concierne a la relación de dicha cofradía con las mujeres como el caso Alves o el video erótico de algunos jugadores del Éibar; sobre la existencia de jugadores gay en el futbol masculino, como correspondería por razones estrictamente estadísticas, ni están ni se les espera; la posición de las estructuras del futbol ante esa irrupción del futbol femenino es de paternalismo y dominación. En realidad, salvo las once jugadoras que saltan al césped más las suplentes, el resto de los intervinientes en esos equipos supuestamente femeninos son muy mayoritariamente hombres. Solamente cinco de los dieciséis clubes que conforman la primera división femenina están entrenados por mujeres.
El episodio de Luís Rubiales puede ser, como señalaba el presidente del CSD, el inicio de un movimiento “Me Too” en el futbol español, las instancias gubernativas y las federaciones internacionales de futbol, FIFA y UEFA, también ayudan a ello con la posición adoptada; la campeonas mundialistas españolas han anunciado que renuncian a la selección mientras no abandone Rubiales de forma definitiva la presidencia federativa; como señalaba la subdirectora del periódico “La Vanguardia”, Lola García, el hashtag adoptado por el movimiento, “Se acabó”, no sea quizás el más adecuado, pues ahora empieza todo.
De todas maneras, esta revuelta no empezó con el beso a Jennifer Hermoso; hace un año, con ocasión de la Eurocopa de Inglaterra, quince jugadoras se plantaron ante el seleccionador Jorge Vilda señalando su deseo de no acudir a la selección mientras no cambiara la situación existente; Vilda y la Federación recogieron el guante afirmando que solo podrían volver al seleccionado nacional aquéllas que se retractaran de su declaración y, aun así, se vería. El Mundial estaba en el horizonte, de su participación en el mismo dependía bastante dinero y posiblemente la Pelota de Oro, todo el mundo es humano y ocho de las amotinadas se retractaron, sin embargo de ellas solo tres serian seleccionadas para Australia y Nueva Zelanda.
Siete jugadoras, sin embargo, se mantuvieron en sus trece a pesar del posible coste personal que ello podía suponer: Mapi León, Patri Guijarro, Claudia Pina, Lola Gallardo, Ainhoa Moraza, Nerea Eizagirre y Amaiur. A la vista de los acontecimientos de estas últimas semanas podemos decir que, en este Mundial, también ellas levantaron su copa.