España fue pionera en esta materia cuando la ruta hacia Canarias era la principal, luego con la crisis Siria y la proliferación de cayucos camino de Europa por Grecia, Turquía paso a ser país receptor vía pago de un paquete inicial de 3.000 millones de euros que después fue ampliado.  Ahora le toca a Túnez ocuparse de actuar como tapón respecto a Libia por dónde transita medio Sahel y más que habrá dada la inestabilidad política y militar en los países saharianos y las hambrunas que se están incrementando debido el cambio climático, la falta de agua, cultivos, ganadería y el avance del desierto. Soluciones provisionales que poco servirán si toda África desea llegar al Mediterráneo para cruzarlo y tener un futuro brillante, según sueñan o como mínimo huyendo de las guerras que anulan cualquier futuro.

 

Son sueños que pocos consiguen hacer realidad. Por si fuera poco, ha llegado la competencia blanca y formada de Rusia y Ucrania que puede tener ventajas destacables, como se está demostrando en Alemania y en especial en Berlín la ciudad más atractiva del país, más económica, más fácil para adaptarse, encontrar escuelas, viviendas y asociaciones con 30 años de experiencia en acogida de refugiados del Este de Europa que lograban cruzar la valla que dividió dos Europas, dos Alemanias y dos Berlín durante casi 30 años (13-8-1961 hasta el 9 noviembre de 1989). El Wilson Center de Washington DC, está facilitando unos informes orales que contemplan un flujo de refugiados Ucranianos hacia el corazón de Alemania, ya es la segunda comunidad sin contar la llegada  de disidentes o desertores rusos que entran con visado normal y se establecen en Berlín aunque no piensan quedarse para siempre. Es un goteo sostenible. En el último años han llegado más de un millón de ucranianos a Alemania y se calcula que unos 300.000 rusos también se han establecido.

 

Mientras esto esta sucediendo, se incrementa al racismo y el rechazo al extranjero en Chequia, Hungría, Polonia  los países Bálticos y por supuesto España, Italia, Francia … y día a día se incrementan los puestos de trabajo por cubrir. En España hay 149.645 vacantes. Esta cifra, del primer trimestre del año, supone un aumento de unas 9.000 personas respecto al último de 2022, según la Encuesta Trimestral de Coste Laboral (ETCL) publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Varios países aprueban normas específicas para atraer mano de obra por la escasez que sufren algunos sectores clave. España y Alemania están entre los que más empujan para atraer empleados, mientras Países Bajos o el Reino Unido optan por otras estrategias. En España falta personal en el sector de la restauración, en el transporte, Sanidad,  y de manera importante en construcción.  Reino Unido sufre la huida de trabajadores debido  al  Brexit  y tiene vacante 1 millón de puestos de trabajo, distribuidos en el transporte, agricultura, servicios sociales, enfermería… para ganar atractivo han suprimido el tramo alto del IRPF.

 

Ahí estamos mientras la UE moviliza 110 millones mas a sumar a los 208 ya aprobados para controlar los puntos débiles de nuestras fronteras. El acuerdo con Túnez, ya contempla 150 millones de euros para que tenga liquidez, más 300 millones para proyectos en energías renovables, y 105 millones para gestión de fronteras. Para mas adelante y basado en el cumplimiento de reformas pendientes de negociación con el FMI, la Comisión europea estaría dispuesta a negociar 900 millones más.  Italia está pendiente de dicho acuerdo dado que este año 65.000 personas han llegado a sus costas procedentes de Túnez y Libia.    

 

Mientras, nos informan del naufragio en aguas griegas de una barcaza adquirida en Turquía a la que se cree embarcaron unas 750 personas incluyendo 100 niños. La Agencia de la ONU para los Refugiados estima que aún hay unos 500 migrantes desaparecidos, entre ellos una gran cantidad de menores y de mujeres. ¿Seguro que no hay otra solución para encauzar estas dos necesidades: ¿unos necesitando trabajadores y otros buscando trabajo?

 

Hará unos 30 años viaje a Túnez con mi hijo mayor para enseñarle el desierto, una de mis muchas debilidades. Previa visita a la encantadora ciudad de Túnez y su correspondiente zoco nos desplazamos al sur  hasta Tozeur y Nefta al pasar por Nefta vi un cartel que ponía el Monaguillo. Hice parar el taxi y pregunte por el encargado. Me presente, visitamos las instalaciones y mantuvimos una conversación fascinante. Bernabé Biosca, vecino de Benalúa, Alicante, tenía una fábrica de confituras. Hombre inquieto decidió avanzar hacia el sur en busca de nuevas oportunidades y dátiles. Así llego a Túnez, bordeando el Chott  El Jerdid. Un chott es un lago salado y seco que es como lo llaman en la zona ex francesa del Magreb: Argelia, Túnez y Marruecos, y que en las regiones semiáridas de Atacama, al norte de Chile, llaman Salar.

 

Ignoro como llego a la zona de Tozeur y Nefta, probablemente por el calor y la humedad del chott que robustecen el dátil, pero si conocí que estando de viaje por la zona, Bernabé recibió una foto de su hijo disfrazado de monaguillo y en su honor y añoranza llamo a los nuevos productos a base de dulces y maravillosos dátiles: El Monaguillo y utilizo la foto como reclamo en la etiqueta. La Fabrica el Monaguillo perteneció a la familia Biosca casi 100 años y todavía existe ya en otras manos. El trabajo que hizo esta familia de emprendimiento formación, sustento, elaboración y exportación de producto es sin duda un ejemplo que debería mostrarnos otro camino.