Un viejo amigo que vive allende las fronteras me hizo llegar un texto publicado recientemente en España y que, sobre todo en países francófonos, ya ha tenido una gran difusión. Por su temática creo que llega en el momento oportuno en el que tantos fijamos, preocupados, nuestros ojos en la guerra de Ucrania.
A través de una entrevista ficticia a un consejero de Putin, hábil y manipulador, nos acerca a las bambalinas del poder en el Kremlin y al propio “Zar”: Putin. Pero a través de él a las manipulaciones de cualquier poder omnímodo.
Si se limitara a describir el retrato del autócrata no aportaría demasiado sobre lo que, desde hace tiempo, los medios occidentales nos estereotipan sobre su imagen hierática, fría y amenazante. Lo interesante es que da ciertas claves de su ascenso al poder y del porqué, a pesar de los pesares, cuenta con un importante apoyo social en su país.
Mira atrás en el tiempo para dar unas pinceladas sobre la etapa de la presidencia de Boris Yeltsin resumiendo una situación en la que, tras los cambios, los rusos se despertaron en un lugar irreconocible. Durante décadas “sus héroes eran el soldado y el maestro, el camionero y el infatigable obrero a quienes estaban siempre dedicados los carteles en calles y estaciones de metro…/… En pocos meses todo eso se desbarató. Los nuevos héroes, los banqueros y las tops models impusieron su dominio… Los rusos habían crecido en una patria y se hallaban de pronto viviendo en un supermercado”. De aquel mismo periodo el libro relata un hito real de humillación colectiva −que yo ni recordaba hasta que lo leí aquí− que muy pocos rusos habrán olvidado:
Imaginemos la escena: un día en Nueva York el presidente norteamericano −Clinton− y el presidente ruso −Yeltsin− acaban de firmar un acuerdo y han salido a presentarlo ante la prensa. Clinton, hace una breve alocución y cede la palabra a Boris Yeltsin que comienza a hablar visiblemente borracho. Mientras resuena la voz del presidente ruso, “Clinton estalla en carcajadas. Es algo inusual pero no grave, el hombre más poderoso del planeta también puede echarse a reír. El problema es que Clinton no para de hacerlo. No consigue evitarlo: el viejo oso, tambaleante, ridículo le hace literalmente desternillarse. Clinton, con lágrimas en los ojos y la cara roja está en pleno descojone. Pegados al televisor los rusos le imploramos interiormente que pare. Sabemos cómo es Yeltsin, sus hábitos, sus debilidades. Pero es el presidente del la Federación Rusa, que diablos, ¡el Estado más vasto del planeta, una superpotencia nuclear!, ni por esas, Clinton ya no puede controlarse ahora él también se tambalea…/…Una nación entera, ciento cincuenta millones de rusos, se hunden en el bochorno del ataque de risa del presidente norteamericano”
Esta escena me retrotrajo a otra excelente y antigua novela que da algunas claves del ascenso de Hitler al poder: Una princesa en Berlín. Durante el periodo entre guerras en el que la inflación del marco arrastraba a la pobreza a millones de alemanes, el protagonista, un joven estudiante norteamericano, es testigo de otra situación ultrajante. En una cafetería, a la hora de la salida de las oficinas, unos yanquis de negocios y juerga, agitando billetes de dólares, consiguen fácilmente que unas mujeres oficinistas hicieran un estriptis para lograr apoderarse de esos billetes. Desde sus mesas unos hombres alemanes observan graves y circunspectos. El protagonista piensa acertadamente: “Esto lo vamos a pagar”.
Volviendo al Mago del Kremlín, el escritor narra cómo en medio del desprecio internacional y, dentro del territorio, con las bombas de terroristas chechenos explotando en la urbes rusas, emerge la figura de Vladimir Putin esgrimiendo una estrategia basada en una sencilla idea: “Las dos únicas cosas que los rusos piden al estado son: el orden interior y el poderío en el exterior”.
La novela tiene además, al parecer, la curiosidad de estar finalizada meses antes de la guerra de Ucrania aunque ya se atisba en el horizonte de sus líneas. En la faja promocional nos lo anuncian como un “viaje al corazón del poder ruso”. Añadiría que también un tanto al cerebro colectivo ruso, aunque para acercarnos al alma creo que resulta necesario hacerlo a través de Pushkin, Mayakovski, Dostoievski, Tolstoi, Gorki y hasta el supuestamente “ortodoxo” Shólojov”; El Don apacible, me sigue pareciendo tan imprescindible como El Maestro y Margarita del “disidente” Mijail Bulgákov.
Dadas las circunstancias, es una obra oportuna y nos ofrece alguna luz sobre una parte de la compleja conciencia colectiva de un pueblo como el ruso y de los comportamientos del “Zar”.
Título: El Mago del Kremlin
Autor: Giuliano da Empoli
Editorial: Seix Barral. Abril 2023