Ahora, acaba de hablar para señalar el camino a seguir por su partido en la política de pactos. Ante la tibieza y las dudas del presidente, nominal, del PP, la guía espiritual, y pre-real de su partido, ha dictado las órdenes oportunas: hay que dejarse de líneas rojas y de zarandajas y acoger sin complejos los votos de VOX pactando con ellos mesas de parlamentos, investiduras, legislaturas, gobiernos o lo que haga falta. Todo por la patria.

 

De manera inmediata hay ya, desde Valencia, quien, adoptando el primer tiempo del saludo y en posición de firmes, ha aplaudido la orden. No creo que tarde mucho la sucursal extremeña en acatar ese mandato aunque, dignidad obliga, deberá hacerlo tras un vergonzante periodo de transición.

 

Su decisión no incumple eso de que la política ocasiona extraños compañeros de cama, por la sencilla razón de que el PP y VOX no son extraños. Pueden acostarse juntos porque, en realidad, son amantes o, como se diría bíblicamente, VOX es carne de la carne y sangre de la sangre del Partido Popular, de donde proceden la mayoría de sus militantes, incluido su führer. Por eso, acoger a los hijos pródigos de VOX es algo que Diaz Ayuso está dispuesta a hacer, bien devolviéndoles el carnet de su partido, cuando sea posible, o una consejería, si es necesario.

 

Diaz Ayuso es de las de derechas de toda la vida. No voy a llegar hasta Millán-Astray, pero sus referencias han sido, más, Fraga, Aznar o Aguirre, que Rajoy, Casado o Núñez Feijóo. Es de las que, antes que pactar con gente de VOX, cosa que, como se ve, no le hace ningún asco, desea tenerlos en su partido ya que prefiere tener una mayoría absoluta para gobernar que necesitar el convencer a alguien para hacer lo que hay que hacer. Pero, si no hay más remedio aplica eso de que, se hace lo que se puede y, lo que no, se compra hecho.

 

Atrás queda el tiempo en el que el presidente del PP hacía en el Congreso un alegato contra VOX del que se deducía la imposibilidad de que ambos partidos fueran juntos ni hasta la esquina. Pero aquel presidente, aquejado de la vehemencia de su juventud, cometió el pecado de mentar la soga en la casa del ahorcado, o sea de hablar de corrupción en el PP. Y fue, inmediatamente, sustituido por otro de esos que, en mitad de una escalera no se sabe si están subiendo o bajando, posición muy conveniente para no comprometerse excesivamente con nada mientras el viento le lleve plácidamente al poder como llevó a Mary Poppins a conseguir una plaza de institutriz en el famoso cuento.

 

Por eso, Núñez Feijóo, que no tiene la retentiva de un registrador, como Rajoy, lo que le impide aprenderse bien las cosas que le dicen, especialmente en materia económica, ni el ímpetu de Casado, con lo que evita enfrentarse a sus adversarios más directos (todo el que come en mi pesebre es mi enemigo), navega, cosa que no es la primera vez que hace, entre dos aguas. Le parece igual de bien lo de Castilla León, de lo que dijo enterarse por la prensa, que lo de Valencia o lo de Extremadura y lo justifica por las distintas coordenadas, en longitud y latitud, de ambos territorios.

 

Pero Diaz Ayuso, piensa que, ella, no ganó una guerra para eso y, dotada de una ideología muy definida, a la par que sobrada de redaños suficientes como para compensar los de su jefe, se apresta a continuar la labor iniciada cuando alguien mentó a su familia. Esta vez no lo va a hacer por la tremenda, como en el caso anterior, sino haciendo de lideresa en prácticas en un partido que, poco a poco, se va convirtiendo en la marca blanca de VOX.

 

Pero, Diaz Ayuso tiene razón. Como no se puede hacer una tortilla sin romper unos huevos, doña Isabel está dispuesta a no reparar en gastos para evitar que Bildu siga gobernando España. De huevos, parecen saber mucho en su partido. Al parecer, en un conocido restaurante madrileño triunfa en su menú una “tortilla Diaz Ayuso”, en cuya preparación emplean un par de huevos. Por eso, en su decisión respecto de VOX, puede que coincida con una mayoría en su partido que espera volver al poder en muchas comunidades autónomas y, sobre todo, en el gobierno de España.

 

Internamente, además, Diaz Ayuso acaba de tomar una decisión de esas que, ahora, se llaman de “win win” con las que siempre se gana, pase lo que pase. Si eso de animar a pactar sin complejos con VOX sirve para que Núñez Feijóo llegue a la Moncloa en julio, con Abascal de vicepresidente, naturalmente, Diaz Ayuso se podrá apuntar el tanto y quedar de reserva espiritual de su partido ante la menor dificultad que encuentre don Alberto, poco aficionado, como se sabe, a las dificultades. Y, si sigue Pedro Sánchez, doña Isabel no tendrá que esperar mucho para ocupar los cargos que actualmente ocupa Núñez Feijóo en Génova 13 y en la Plaza de la Marina Española.

 

En ese caso, los debates en el Senado entre Sánchez y Diaz Ayuso podrían darse en alguna televisión por cable y de pago dado el interés de audiencia que tendrían. Telecinco también podría ocuparse de ello, una vez que se ha quedado sin su Sálvame.