< Noviembre 2023 >

Memoria triste de la derecha española

Memoria triste de la derecha española

En la serie ‘Juegos de Tronos’, el Rey de la Noche quiere matar al Cuervo de Tres Ojos para acabar con la memoria de los vivos desde los primeros hombres. Unos miles de siglos después, en el XXI de nuestra era, la derecha española quiere “derogar el sanchismo” y borrar la memoria democrática que tanto le incomoda.

Hay un manual de instrucciones que explica el alcance preciso de la derogación del sanchismo, en el catecismo de la derecha, y que se perimetra sobre la eliminación política de Pedro Sánchez y de los socios permanentes que lo han sostenido sobre la columna de Peridis. Cada vez que la izquierda, en sus distintos grados de intensidad y matices, ha gobernado en España, la derecha se ha afanado en derogarla, ora por las armas, ora por las conspiraciones, ora por las injurias y calumnias, ora pro nobis. 

 

Esta pulsión viene de lejos: si no nos vamos más de un siglo atrás, Azaña era “doña Manolita”, “un monstruo”,” un nuevo Frankestein”, que debía, según el golpista Emilio Mola, “ser recluido para que los frenópatas estudien un caso de degeneración mental”; Negrín, el presidente más vilipendiado, injuriado y distorsionado de la historia (como dice Angel Viñas), era “un loco visionario”, “un agente de Moscú” que “saqueó el Tesoro español para enviar el oro a Stalin”; González, antes de convertirse en “hombre de Estado”,  fue “el señor X de los GAL”, el “líder de la corrupción”, “váyase, señor González”, víctima de una conspiración reconocida por los propios promotores (Anson, Pedrojota y otros pájaros del mismo pelaje); Zapatero había “traicionado a los muertos” y era un “agitador, grotesto, lamentable”, que dejó a España “amenazada de ruina”; y, en fin, Sánchez  es un presidente “ilegítimo, impostor, felón, mentiroso”. Todos los anteriores comparten el honor de haber sido “el peor presidente de la historia democrática española”.

 

Sólo quienes mantienen complacidamente la fe intacta en el líder vigente quieren identificar el sanchismo con la política económica y los avances sociales que durante estos años últimos han favorecido a millones de ciudadanos. Según esta ingenua interpretación, derogar el sanchismo equivaldría a recortar las pensiones, rebajar el salario mínimo, eliminar el ingreso mínimo vital, el bono social eléctrico, el tope del gas para abaratar el recibo de la luz, la limitación de los alquileres, los gravámenes temporales a las grandes fortunas, a las compañías energéticas y a los bancos, etc. Y estas amenazas deberían  iluminar, según este entender, la estrategia de campaña del principal partido gobernante. Pero con estos indudables méritos en el curriculum, el PSOE ha sido castigado y desalojado el pasado 28-M de múltiples instituciones locales y autonómicas.  Ergo el aciago horizonte socioeconómico  que sobrevendría por un cambio de Gobierno hacia la derecha  madrastrona  ha debido de conmover poco a los 8,6 millones de electores que han votado al PP y VOX en las pasadas municipales. Tan poco que de hecho han penalizado a excelentes alcaldes y a presidentes de autonomías por los pecados del sanchismo que nada tienen que ver con los méritos descritos. 

 

No es este el sanchismo cuya derogación urge al PP sino el que identifica como eje del mal por delitos ajenos a la política social y más bien emparentados con los pactos ‘frentepopulares’ ; una política territorial que practicaría la discriminación positiva hacia Cataluña y Euskadi; una ley de Memoria Democrática cuyo solo preámbulo  (léanlo si no lo han hecho aún) habrá reverdecido los más bajos instintos de los ‘conservadores’; leyes garantistas de derechos que no podrían ir bajo palio y “molestan a la gente de bien” (eutanasia, igualdad real y efectiva, LGTBI, personas ‘’trans’, libetad sexual,…); ‘entrismo’ (perdónenme este brote trotskista) en instituciones medulares  del Estado ,… He aquí el sanchismo que quieren derogar el PP y VOX (también la vieja vieja guardia del PSOE quiere derogar el sanchismo, pero a esta le asisten razones meramente personales, cosas de familia, y en su caso lo identifica sólo con la mismidad de Pedro Sánchez). 

 

Ahora que vuelve la culta Cayetana Álvarez de Toledo (sí, la que hablaba del chiste del perrrro, ignorando que la referencia era un poema de Lord Byron, inspirado en Diógenes el cínico), lamentamos con ella  – desde la orilla contraria, of course- que estamos perdiendo la batalla cultural. El populismo de derechas está imponiendo su simplista y falseado relato al apoderarse en exclusiva de la patria, mientras la izquierda está siendo incapaz de explicar su contribución a una España diversa, que busca la concordia entre nacionalismos enfrentados, sin privilegios para nadie, y en la que el patriotismo se traduce en justicia fiscal, igualdad y garantía de derechos, y control democrático de los poderes económicos, como viene pregonando Michael J. Sandel, filósofo  y profesor de Harvard, galardonado con el Princesa de Asturias en 2018.  Sandel advertía hace poco en Madrid que “la política no trata solo de cuestiones  redistributivas, también está conectada con el patriotismo”. Como escribía Alvaro Frutos hace una semana en ‘La Hora Digital’,  “España lo que necesita es que le cuenten lo que quieren hacer de ella, de nosotros, los próximos años”.

 

De momento, Feijóo I el derogador ha anunciado que el PP va a hacer el próximo mes de julio “la movilización más grande que se ha hecho en la historia de España”. Confiemos en que no supere a la del 18 de julio de 1936  (perdón, me he pasado un poco). Supongo que la intención del líder de la derecha es crear el medio ambiente propicio que le permita el próximo otoño empezar a derogar el sanchismo.

 

En Juego de Tronos, hay un personaje entrañable, llamado HODOR,  que protege al Cuervo de Tres Ojos, el que mantiene en el disco duro de su cerebro toda la memoria de los vivos, y con el que quiere acabar el Rey de la Noche. Hodor salvó al Cuervo de Tres Ojos de los ‘Caminantes Blancos’ evitando que atravesaran la única puerta del Muro de hielo que separaba a la civilización de esos zombis del ejército de la noche. ‘Hold  the door’  (aguanta la puerta) derivó en el nombre de Hodor. 

 

Si el 23-J  la izquierda no logra impedir que la puerta sea derribada, la memoria de tantos derechos, los que identifican realmente a la patria compartida, quedará borrada para mucho tiempo. 

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