Publicado el 24 de mayo a las 10:25
(Después de leer Rayuela)A todos mis amigos argentinos
I – Del lado de allá París cargada de miedo, ignorancia y deslumbramiento insomne de sentimientos te rodea el vacío de la historia para romper las formas del lenguaje y no lamentar el fondo de las palabras.
La ciudad se llena de novelistas, cineastas y poetas, el amor, esa palabra…
Las nubes aplastadas y rojas invitan a melancólicos pensamientos. Llovizna entre las sombras. Rocamadour muere y nadie se da cuenta mientras suena un piano sin público.
El silencio se instala en las ventanas. Largos diálogos entre dos desconocidos, solo queda reinstalarse en el presente o huir alejándose de la ignominia. Caminar a orillas del río Sena solo puede traer deshilachadas consecuencias.
París es una enorme metáfora, es la llave que se encuentra y que no sirve para nada.
Te escribo porque no sabes leer y cuando aprendas habré muerto en alguna parte.
Quizás solo nos quede alcanzar el cielo a través de la rayuela.
II – Del lado de acá
Argentina. No hace falta viajar para conocer mundo, sobre todo, porque la vuelta siempre es también la ida y por las calles pasan chicas de ojos dulces y se percibe un aroma de tango y los sueños están llenos de contrasentidos.
Es necesario enderezar clavos torcidos para construir un puente entre ventana y ventana, aunque no vengas a visitarme y constatar que “esto es la realidad” y cada uno debe permanecer en su sitio.
Esto es un circo. En el insomnio la noche se hace pesada y uno cree ver en otra persona a quien quiere ver y no tiene cerca. Soy yo, soy ella. Definitivamente, la Maga ha desaparecido, aunque crea verte jugando a la rayuela. Eso me demuestra que no tiene sentido que en este manicomio haya solamente cadáveres vivos.
Y estar vivo parece siempre el precio de algo. El objetivo es volar hacia la casilla número 9 “y paf, se acabó”.
III – De otros lados
Capítulos prescindibles que son imprescindibles o no, o viceversa, es donde se unen ciertos flecos, es donde los personajes inconclusos son concluyentes, donde los finales dan un quiebro, donde las notas sueltas encajan necesariamente, donde encuentras lo que no buscabas.
Material adicional para ir más allá, de otros lados, para atarse los zapatos, para leer el glíglico, “apenas él amalaba el noema”, jitánjafora y sorpresa, dios líbranos de dios, que la historia es encontrar a Melpómene riendo.
Tendré que comenzar de nuevo el libro porque este libro son muchos libros y no quiero elegir solo una fórmula.
Cada capítulo es un descubrimiento y me convierto en voyeur de sus palabras.
Preclaro Cortázar, quiero decirte otra cosa, este mandala que has dibujado con el lenguaje y la imaginación me ha dejado aturdido y en calzoncillos, y así escribo este último verso en un callejón sin salida, en un bucle que no termina, en un etcétera.
Sobre el autor
Alberto Morate
Alberto Morate es profesor de literatura, dramaturgo, cronista de teatro, director de escena, poeta,… Su obra se extiende por el Teatro (7 libros publicados), un texto narrativo (La estatua de Lope de Vega), un Ensayo (Teatro en el colegio traducido a 8 idiomas). Incluido en diversas y variadas Antologías Poéticas, cientos de reseñas teatrales, artículos y Poesía, con 10 poemarios publicados hasta la fecha. También organiza recitales, ha escrito prólogos y presentado libros a colegas poetas.