Publicado el 19 de mayo a las 11:28
La inclusión de ex presos etarras, con sentencia ya cumplida, en las listas de EH Bildu a varios ayuntamientos de Euskadi y Navarra para las próximas elecciones municipales ha abierto un debate nacional con aspectos legales, morales y estéticos.
Por supuesto, a nadie que no sea de Legutio, por ejemplo, le debería de importar nada quienes van a ser los próximos concejales de esa localidad alavesa. De hecho, pocos, más allá de Pancorbo, sabrían localizar en un mapa donde se encuentra Legutio. Pero, se da una serie de circunstancias. Una, que en la lista de EH Bildu va de número seis (sin puesto de concejal asegurado) un ex preso etarra por asesinato , con sentencia ya cumplida. Dos, que EH Bildu, es un partido de los que han apoyado al gobierno de Pedro Sánchez en la mayor parte de sus iniciativas parlamentarias de la presente legislatura. Y, tres, que sin el probable apoyo de EH Bildu en la próxima investidura, Pedro Sánchez no podría, presuntamente, revalidar la presidencia del gobierno. En esas circunstancias, la lista de Legutio cobra especial importancia nacional . Sobre todo, si se suma a las de Berrioplano, Munguía, Régil, Maruri-Jatabe, Ciérvana e Irún. En todas esas listas, EH Bildu ha incluido ex reclusos que han cumplido una sentencia por delitos de sangre.
Hemos empezado hablando del debate creado con ribetes legales, éticos y estéticos pero, en realidad, el aspecto legal tiene muy poco recorrido. Solo, el que le dan la Ley Orgánica 6/2002 de Partidos Políticos y la Ley Orgánica 5/1985 del Régimen Electoral General, y se debería de acabar con la comprobación, por quien corresponda, de que los componentes de esas listas electorales cumplen con los requisitos legales para poder presentarse y ser elegidos.
A partir de ahí, en el ámbito político, definido por la Constitución de 1978, todo electo, municipal, autonómico o municipal de EH Bildu, disfrutará de los mismos derechos que el resto de sus colegas que no son de EH Bildu. Y podrá proponer iniciativas, y votar otras, en las instituciones para las que haya sido elegido. Dichas iniciativas, votadas por quien las vote, una vez aprobadas por la mayoría y publicadas en el Boletín Oficial correspondiente, tendrán valor de norma legal y deberán ser cumplidas por la ciudanía. Son cosas de la democracia. Aunque hay otro aspecto político, derivado de lo moral, al que luego volveremos.
Donde se plantea el debate es en el terreno moral y es, ahí, donde cada uno debe tomar su propia decisión, eligiendo entre sus principios y su responsabilidad, porque, esa vuelta de tuerca que ha supuesto la decisión de EH Bildu, a muchos, no sé si a casi todos, fuera de Euskadi, no nos gusta un pelo. Los líderes de EH Bildu, deben decidir si llevar o no en sus listas a antiguos condenados por terrorismo con la sentencia cumplida, más allá de que sea legal, o no. Los responsables de los otros partidos políticos, deben valorar si condicionan su acción política a que no sea aprobada por partidos que llevan en sus listas a antiguos etarras reciclados a la democracia. Y los votantes, debemos sopesar si estamos más con lo que nos dicen las tripas o el cerebro, es decir, con lo que nos pide el corazón o el bolsillo.
Porque, EH Bildu, para los que estamos de acuerdo con la mayoría de las políticas que ha desarrollado el actual gobierno de coalición, en materia sanitaria, laboral, económica o energética, significa la posibilidad de que un gobierno parecido, lo siga haciendo en el futuro. A pesar de lo de los presos.
Una disyuntiva parecida la resolvió el almirante Méndez Núñez cuando la decimonónica guerra Hispano-Americana. Él la resolvió con su famosa frase de "Más vale honra sin barcos, que barcos sin honra ".
Ahora, nosotros debemos decidir si preferimos honra o barcos. El Partido Popular no tiene ese problema ya que no le gustan ni la honra, ni los barcos, es decir, ni EH Bildu ni las políticas que se han aprobado con sus votos. Ni, muchísimo menos, la posibilidad de que Pedro Sánchez vuelva a ser presidente del gobierno español con los votos de EH Bildu. Por eso, está convirtiendo en asunto político el debate moral planteado, haciendo ver que todos esos antiguos presos se van a sentar en el Consejo de Ministros si se vota al PSOE. Y, con ello, el PP no hace nada extraordinario. Solo política.
El problema lo tenemos los demás, los que no somos del PP, ni de VOX. ¿Queremos honra, con Núñez Feijóo y Abascal, o barcos, con Sánchez y Diaz?. Una disyuntiva un tanto simple, pero es lo que hay.