< Mayo 2023 >

No piove, porco governo

No piove, porco governo

Se empiezan a notar los primeros efectos políticos de la falta de agua en los embalses. Como es sabido, el pensamiento único, a pesar de que, durante algún tiempo, se puso de moda anunciarlo, no existe. Por eso, ante cada circunstancia de la vida, la gente se posiciona y, naturalmente ante esa circunstancia llamada gobierno, las divisiones se acentúan. Sea cual sea el gobierno de turno, la población se divide, al menos, en tres partes: una mayoría silenciosa, un grupo de incondicionales y otro de opositores.

Cuando llega una campaña electoral la caldera, como diría Ancelotti, alcanza su temperatura de ebullición y vale cualquier cosa para defender la posición de cada cual, especialmente las de los grupos no silenciosos. Con ello, tratan de que esa mayoría silente deje de serlo el día de las elecciones y se pronuncie por alguna de las opciones que se le proponen. Tampoco hace falta que rompa su silencio ya que el examen no es oral, porque las diversas opciones se presentan en unos papelitos de los que tiene que elegir uno e introducirlo, dentro de un sobre, en una urna.

 

Pero, antes de eso, hay dos procesos sucesivos llamados campaña prelectoral y campaña electoral, sucesivamente y, ahí, es donde se hace valer todo, incluso si llueve o no.

 

Pero claro, si hasta Biden va a participar en la próxima campaña electoral española invitando al presidente Sánchez a la Casa Blanca el día que comienza esa campaña, ¿cómo no se va a sumar la madre naturaleza a tan magno acontecimiento?.

 

Así como del cerdo, culinariamente, se aprovecha todo y hay a quien le gustan hasta sus andares, de la naturaleza, cuando llega una campaña electoral, se utiliza cualquier cosa, hasta la lluvia. En favor o en contra y tanto si llueve como si no. Todo vale, y en ambos sentidos porque, ya se sabe, que nunca llueve a gusto de todos. Por ejemplo, un sol luminoso y permanente es una bendición de Dios, y si lo aprovecha algún asesor espabilado, también del gobierno, para la industria turística. Sin embargo, esa ausencia de nubes redentoras para el campo puede ser un baldón en la acción de ese mismo gobierno si quien opina es un agricultor, sobre todo de secano.

 

Pero, no solo de secano. Hasta ahora, el agua era un arma arrojadiza, solo si estaba embalsada. Por ello, los trasvases de ese agua servían para enfrentar a regiones con pantanos y contra zonas sin ellos aunque con necesidades de regadío. Pero, la sequía, cuando se pone en modo pertinaz, cambia las reglas del juego y hace que no haya agua ni en los pantanos. En ese momento, igual que cuando falta la harina, todo se vuelve mohína y empiezan a arreciar las críticas al gobierno, bien por su falta de previsión o bien por su falta de disposición a la hora de ofrecer soluciones. Aunque, lo que, de verdad falta, es agua de lluvia.

 

Se inicia entonces algo tan viejo como la humanidad cuando dejó de ser nómada y se hizo sedentaria: una guerra por el agua, en este caso entre gobierno y oposición. Guerra que se libra en batallas concretas como la del Parque de Doñana. Resulta que, un asunto tan antiguo como el de los riegos con agua freática de los alrededores del Parque, está sirviendo ahora, en campaña preelectoral, para que, unos y otros saquen partido de la cuestión. Y la cuestión es que a la Unión Europea no le gusta que Doñana se quede sin agua y, a esto, no todo el mundo le da la misma importancia. Por un parte, el Gobierno de Andalucía, o sea, el PP, se pone del lado de los agricultores de la zona a los que les hace falta agua para regar. Y, por otra parte, el Gobierno de España, o sea el PSOE, invoca la legislación europea y la necesidad de preservar el medio ambiente para acusarles a los otros de cometer un atentado de lesa humanidad.

 

En esa disputa, de la economía local contra la ecología europea, todos esperan ganar. El PP porque confía en que los agricultores de la zona y sus familias y simpatizantes, les voten y el PSOE porque, quien espera que les voten, son los que no son agricultores de la zona, ni familiares ni simpatizantes. ¿Quién obtendrá más rendimiento electoral?. Pues veremos, porque la contabilidad hay que hacerla por zonas. Posiblemente, en Huelva, sobre todo, y zonas aledañas donde la solidaridad seca puede extenderse, sea el PP quien gane esa batalla, pero en el resto de la España urbana, donde predomina el sentimiento ecologista, puede ser el PSOE quien se lleve el voto al agua.

 

Pero bueno, esto de la sequía es transitorio, o así hay que esperar que sea. En algún momento lloverá ya que, igual que nunca ha llovido que no escampase, no hay mal que cien años dure, ni siquiera una sequía, por muy pertinaz que sea. Entonces, los gabinetes de campaña de los partidos tendrán que cambiar de argumentario y, sobre todo los de la oposición, estar atentos a las posibles inundaciones que se puedan producir y los daños en el campo, siempre pobre campo, y en el turismo, sobre todo el de sol, playa y regatas.

 

Hasta si llueve, o no, el día de las elecciones, se discutirá a quien ha podido beneficiar la abstención que lleve incorporada el clima de ese día.

 

Lo dicho, porco governo.

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