Artículo del Colectivo de profesionales postales de Correos “Clara Campoamor”
En la reunión de directivos de Correos, en la Casa de la Moneda, celebrada el pasado 28 de marzo, con el fin de que Serrano informara de los objetivos para el presente año, los asistentes llegaron a la conclusión de que han recibido más datos sobre la realidad de Correos en los 5 minutos que ha durado la pregunta al gobierno, del diputado del PP Celso Delgado Arce, al día siguiente en el Parlamento.
Hubo más información real sobre la situación de Correos en esos 5 minutos que en las tres horas soporíferas y aburridas de lugares comunes del día anterior.
Ciertamente debe ser extenuante lograr que todos y cada uno de los oradores, empezando por Juan Manuel Serrano, consiguiesen la nada desdeñable hazaña de no decir nada relevante en todo ese tiempo, salvo el director del Área de Personas Fernando Ramírez que (como se dice en el argot taurino) "apuntó maneras".
Queremos centrar su atención en los cinco minutos en la sede de la soberanía popular. En el Parlamento, lo destacable no han sido, solo, los datos y afirmaciones del diputado de la oposición, que para los que vivimos el día a día en Correos eran inapelables, sino las inauditas respuestas de la ministra Montero.
Para nuestra sorpresa lo que hizo la ministra fue, seguir a pies juntillas “el catecismo de Serrano” que a estas alturas la realidad ha convertido en caduco, trasnochado y sobre todo en un manual lleno de mentiras. Afirmar que la situación de Correos es similar a la del resto de operadores, cuando ella sabe o debiera saber, que eso es radicalmente falso no deja en buen lugar al rigor que se espera de un miembro del gobierno.
A la Ministra alguien debiera haberle dicho que a diferencia de nuestra empresa (Correos), todos los operadores de nuestro entorno más cercano, han tenido aumentos espectaculares en su facturación, incluso en el periodo de pandemia.
Utilizar la guerra de Ucrania para justificar el desastre económico de Correos es un insulto a la inteligencia, una torpeza inapropiada de una ministra de la nación. La incidencia del precio del papel “y de otros productos singulares” en modo alguno puede justificar un BAI de -270 M€ ni tampoco la quiebra de la filial NEXEA (uno de los paradigmas de la diversificación enarbolada por Serrano cuya actividad se desenvolvía en el mercado de las comunicaciones transaccionales). Todo ello, con el visto bueno de SEPI y el Ministerio de Hacienda.
Reproducir en el Parlamento el relato de Serrano o permitirse desconocer el balance de la Sociedad Estatal e ignorar que el desastre de sus cuentas viene motivado por la falta de ingresos, consecuencia, precisamente, de esa falta total de control y supervisión de Correos es un dislate, en una ministra que tiene fama de estudiarse los asuntos con los que tiene que lidiar, sobre todo si tienen que ver con los números. ¿Cómo puede justificar la ministra de Hacienda, responsable económica del Grupo Correos, unas pérdidas del 13% en un país con un PIB del 5,5%?
La deriva habitual en la que suelen caer todos los partidos cuando les toca gobernar, de echar la culpa al pasado y a la herencia recibida, puede servir para los primeros meses de gestión, no para siempre. En cualquier caso, es necesario apuntar por si a algún redactor del discurso de la Ministra se le ha olvidado, que los rácanos resultados positivos de 2019 fueron consecuencia de la sucesión de elecciones de ese año (Parlamento Europeo, Municipales y Autonómicas y dos Generales) y que fue el éxito postrero de los profesionales (los pastalones que ha despreciado Serrano desde su llegada) de Correos. Esto antes de que la radicalidad de Serrano, que insólitamente la ministra avala y alaba, destruyese todos los consensos en los que se había cimentado el desarrollo y avance de Correos. La llegada de Serrano ha supuesto una demencial inclinación gestora hacia el caos organizacional y económico que hoy sufre la Compañía.
El caos (que no se olvide en cualquier análisis académico posterior) fue provocado, en parte, por el desembarco de oscuros personajes llegados de la mano de Serrano, como el inolvidable Avelino Castro, que desarboló con el estilo de un tratante de ganado la sólida estructura de la empresa existente. El objetivo camuflado con el clásico y falaz argumento de “eficientar” era ocultar un plan de desguace, tuvo el desenlace propio de un film de cine negro. El personaje huyó, o hicieron huir, una vez constatado que era experto en destruir y no tenía la menor idea, como tampoco Serrano la tiene, de construir una organización capaz de afrontar los desafíos de los nuevos tiempos.
La ministra cayó también en la trampa de sus guionistas de comparar épocas en Correos. Las trabajadoras y trabajadores postales vivimos los tiempos a los que la ministra Montero se remontó en su intervención en el Congreso para reforzar su discurso de ataque político al PP. Los tiempos de Feijoó los recordamos con afecto y con orgullo. ¡Que le vamos a hacer señora ministra!. Le invitamos a que haga la prueba y pregunte personalmente, incluso a empleados de Correos afiliados al PSOE que vivieron ese tiempo. Y los que no los conocieron aún conservan las referencias transmitidas por el boca a boca. Por eso, resulta absurda esa permanente obsesión con Alberto Núñez Feijoo al albur de la actual pelea política gobierno/oposición. No sabemos cómo podría ser Feijoo como Presidente de la nación, pero no es incierto decir que Feijoo en Correos fue un gestor inteligente, que supo rodearse de excelentes profesionales postales de "todo signo político", tanto en la sede central, como en el territorio, y que levantó una estructura eficiente y competitiva, previo consenso, cuyos resultados económicos positivos (ver las memorias económicas de la época) fueron desaprovechados por sus sucesores (entre ellos dos populares y cuatro socialistas si no sumamos al quinto Juan Manuel Serrano).
Tampoco es presentable que una ministra caiga en la puerilidad aludiendo a la carencia de “carné de cartero” de Núñez Feijoo como chiste arrojadizo ideado por el guionista de cabecera del Gobierno. Ningún Presidente de Correos ha sido nombrado nunca con carnet de cartero. El carnet se lo ganan con su capacidad de gestión y se lo otorgan honoríficamente si se lo merecen los propios trabajadores postales.
Por cierto, ese argumento viene a cuento por algo que ya ocurrió en Correos con un antecesor socialista (periodo 1990/1996) como ocurrió con Luis Egusquiza. Un economista designado "sin carnet de cartero" para el cargo por el ministro de Transportes, a la sazón Jose Borrell. El éxito de Egusquiza (y del Gobierno socialista de entonces, adaptando el marco jurídico administrativo previo de Correos al de Organismo Autónomo, similar al que había adoptado en paralelo el correo francés, la Poste) se basó en un proceso gradual de transformación del correo español en una organización moderna, eficaz y eficiente (reconocido ello a través de resultados publicados en la época, como avances indudables en lo económico y en lo comercial, a lo que se sumó el aval reiterado del CIS posicionando a Correos como uno de los servicios públicos más apreciados).
En los últimos cinco años han venido suministrando ingentes cantidades de gasolina a un pirómano llamado Juan Manuel Serrano para dejar a Correos calcinado
El manual exitoso de Egusquiza consistió en un estilo de liderazgo sereno, abierto y dialogante, un estilo de gestión cercano a la gente, sin sectarismos, poniendo en valor a los directivos postales como profundos conocedores del sector en el que se desenvuelve Correos. Apostando por el consenso con los sindicatos asimilando su utilidad como aliados en la complicada tarea de adaptar el Correos de 1991 a los desafíos de la época. Lo hizo sin aspavientos, con la humildad del recién llegado que prioriza como tarea inicial su propio aprendizaje sin caer en cesarismos, ni egocentrismos tan absurdos como letales.
Es injusto, con la historia, como absurdo políticamente, que los socialistas actuales olviden que ha habido épocas en las que las cosas se hicieron razonablemente bien. Quizás por desconocimiento de su propia historia y por el erróneo intento de no asumir la evidencia, se centren en defender lo indefendible, como es la hecatombe actual de Serrano en Correos, utilizando ese "mantra" infantil de que Feijoo fue nombrado sin carnet de cartero, en lugar de aprender de su propia historia (exitosa).
Porque, algunas de las razones del éxito del popular Feijoo, se basaron en copiar el estilo que previamente había experimentado el socialista Egusquiza. Lo pueden aseverar los profesionales que vivieron ambas épocas. A los guionistas de la ministra no les vendría mal revisar de dónde venimos, para no dejarla en evidencia como ocurrió el pasado 29 de Marzo.
También sería conveniente decir, hablando de la ministra Montero, que no nos explicamos como una ministra que, al margen del juicio sobre sus aciertos o errores políticos, tiene fama de trabajadora y eficiente en la tarea que tiene encomendada, como puede presentarse en el Parlamento con un discurso tan pobre y tan inexacto sobre Correos. La ministra firmó recientemente un Acuerdo importante con los sindicatos de las Administraciones públicas, que al decir de aquellos evidenciaron un estilo presidido por un esfuerzo de escucha estimable a los Sindicatos sobre los problemas que se pretendían abordar. Se firmó el Acuerdo y según nos cuentan hay un reconocimiento general positivo al trabajo de la ministra. Que ocurre entonces cuando alguien del gobierno o de la Administración aparecen hablando de Correos. ¿qué fuerza misteriosa oculta transforma a cualquier político o alto cargo socialista en un epígono de un personaje que ha ocasionado una catástrofe inédita en los más de 300 años de historia de Correos?
Por ello no es posible no dejar patente que, los sucesivos presidentes de SEPI en este periodo, la ministra de Hacienda, el de Fomento y quien corresponda en el Gobierno, no pueden a estas alturas seguir en la ignorancia. En los últimos cinco años han venido suministrando ingentes cantidades de gasolina a un pirómano llamado Juan Manuel Serrano para dejar a Correos calcinado como organización y arruinado con mil millones de pérdidas.