Le echan la culpa a la globalización, pero la globalización es causa del mismo mal: un sistema económico insostenible y decadente. Según los economistas que trabajan para las instituciones económicas internacionales, la crisis de 2008 fue culpa de la globalización y la caída del Silicon Valley Bank y del Signature Bank, también.
Pues ¡no!, la globalización fue el eufemismo que aplicaron a la mundialización de la economía, es decir; a una expansión de los mercados que no han dejado un solo rincón del planeta sin inundar de productos, y de ahí parten los problemas. Unos mercados que ya no tiene espacio para crecer, pero quieren crecer en beneficio, a toda costa.
Lenin mencionaba a Marx en “Imperialismo, fase superior del capitalismo” (1916): “Los bancos crean en escala social la forma, y nada más que la forma, de la contabilidad general y de la distribución general de los medios de producción”. Conviene leerlo para ver como el imperialismo económico, la concentración bancaria y de otros sectores de la producción, se viene produciendo desde hace más de un siglo y como la concentración tiende al monopolio privado.
El estallido del Silicon Valley Bank (SVB) y la intervención del Signature Bank (SB) está directamente relacionada con las medidas que el capital financiero está tomando para su sostenimiento; es el efecto secundario de una medicación, eso que la cultura popular dice, “es peor el remedio que la enfermedad”.
El perfil de clientes del SVB es el de empresas tecnológicas emergentes, empresas que están siendo víctimas de las subidas de los tipos de interés. Son víctimas, como miles de familias que cada año pierden su vivienda a consecuencia del encarecimiento de las hipotecas y como los asalariados y los pensionistas, con la subida brutal de los precios de los alimentos, ven como sus ingresos no les llegan a final de mes, por más recortes y privaciones que se impongan. Las empresas clientes del SVB, ante el encarecimiento de los tipos de interés con que se venían financiando, optaron por retirar sus depósitos del Banco (SVB) para hacer frente a sus pagos e inversiones en lugar de ampliar sus líneas de crédito. El motivo fue distinto en el caso del Banco Popular, pero el efecto ha sido el mismo.
La retirada de depósitos llevó a la entidad bancaria a vender anticipadamente, con pérdidas, los bonos del Estado estadounidense. El día 9 de marzo, los inversores, los que siempre están bien informados no así los minoristas, comenzaron a vender sus acciones y el SVB cayó en bolsa un 60%. El pánico se desató el viernes 10, cayendo las cotizaciones otro 68%.
Es inevitable recordar la receta que el FMI dio, el pasado año 2022, en la reunión anual de Jackson Hole (Wyoming) con los banqueros centrales para combatir la ola inflacionaria, “caiga quien caiga”, dijo Gita Gopinath, la número dos del Fondo Monetario Internacional, y pidió a quienes aplican las políticas monetarias, es decir, a los bancos centrales: “medidas más agresivas, incluso si eso significa un fuerte enfriamiento de la economía y un aumento del desempleo, si la inflación resulta inesperadamente persistente”. Al parecer no calcularon que con esa agresividad económica podían llevarse por delante a entidades bancarias.
Las grandes corporaciones llevan años comiéndose entre ellos, concentrándose cada vez en menos manos, para ganar cuota de mercado
El sistema económico tiene el problema ya descrito, que los mercados están saturados. Las grandes corporaciones llevan años comiéndose entre ellos, concentrándose cada vez en menos manos, para ganar cuota de mercado. En su búsqueda permanente del crecimiento del beneficio, como en otras ocasiones en la historia, nos llevaron al estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera de 2008, las farmacéuticas han hecho su agosto con la COVID-19, unos y otros oligopolios comenzaron a especular con los precios, aun antes de que Putin invadiese Ucrania. Las medidas de los organismos económicos internacionales se han llevado por delante dos importantes entidades financieras estadounidenses, el Silicon Valley Bank y el Signature Bank, diez días después el mayor banco privado de Suiza, el Credit Suisse, pocas horas después el First Republic Bank de Estados Unidos y este pasado viernes 24 de marzo se tambalea el gran Deustche Bank, uno de los buques insignia de la banca alemana; ¿estamos de nuevo ante un efecto dominó?
El mercado busca atajos para realizar el beneficio. Lo hicieron a principios del presente siglo con la “hipotecas basura”, se destaparon negocios fraudulentos que durante años se habían presentado como ejemplos de eficiencia, como el caso Madoff. Estos casos vividos en el mercado financiero, el saqueo que las compañías eléctricas y de los combustibles han desatado en forma de inflación desbocada, la ignominia que está suponiendo el alza de los precios de los productos básicos, la destrucción de la Sanidad Pública, etc., demuestran que los sectores estratégicos no deberían estar en manos privadas.
Es inevitable concluir que la guerra es parte del mismo “juego”, la pelea por los mercados de la energía, por el control de las rutas de distribución, y de paso el negocio de las armas se suma a la fiesta de los ingresos y el beneficio.
Las recetas del capital son nocivas para la salud de la humanidad.