Publicado el 23 de marzo a las 19:28
Se acercan divertidas horas electorales. Municipios y Comunidades en capilla, listos y preparados para la carrera. Fotos, pasquines, mítines y demás derivados. Vaya……¡Un soberano rollo!
Cierto es que cada cuatro años nos preguntamos lo mismo: ¿Qué he hecho yo para merecer esto? O más bien a este o a esta…..con honrosas excepciones ¡por supuesto!
Cualquier empresa de mediano porte inicia un tortuoso proceso de selección de personal contratando los servicios de una consultora especializada, para incorporar a cualquier directivo a su organización. Para obtener el carnet de conducir es imprescindible que sepas leer y escribir. Acceder a cualquier plaza en la Administración Pública exige aprobar una oposición.
Pues, hete aquí, que para ser Alcalde o Alcaldesa puedes ser un completo cenutrio , un corrupto sin condena, una estrella del pop (con todo mi respeto a las estrellas del pop), un exseminarista reconvertido o cualquier miembro de tribu urbana protagonista de una canción de Sabina. ¡Un deleite!
Bromas muchas, risas más, un chiste, pero el tema es serio y apunto razones:
a) La ausencia de requisitos del siglo XXI para ocupar el sillón municipal afecta por igual al municipio de 3000 habitantes que al de diez millones. Ignorar este hecho incrementa el error del sistema. Ello implica que sea fácil que la formación y experiencia de los mandados sea muy superior a la de los que mandan , así, difícil mandar y, mucho menos, hacerlo bien. Podemos sustituir el término mandar por dirigir o cualquier sucedáneo bienintencionado pero ¡para qué engañarnos! Estamos hablando de mandar….o no?
b) Se produce una terrible contradicción legal y deontológica. Si cualquiera puede ser elegido o elegible, ¿cómo casamos esta obviedad del reconocimiento y conocimiento con la democracia? Porque, además, títulos y titulaciones, experiencias y expertos, tampoco son garantía de éxito. Pero ya sin ello…..
El “puede Ud. votar a otro cada cuatro años” por simple, atemoriza. No estamos hablando de salud democrática. Ya la tenemos ¡solo faltaría! Cada cuatro años elecciones. Estamos buscando la idoneidad de los candidatos que se convierten en nuestros representantes durante cuatro años.
El problema es que no nos queda más remedio que votar a quien colocan en las listas , es igual que el acto de elección de producto en la estantería de supermercado soviético. Por ello debemos dirigir la mirada hacia los partidos políticos y hacia las listas abiertas.
Queridos partidos, “un poquito de por favor”, no son necesarios grandes excesos pero postulen gente seria, honrada, formada en modo siglo XXI
Queridos partidos, “un poquito de por favor”, no son necesarios grandes excesos pero postulen gente seria, honrada, formada en modo siglo XXI, lo básico, porque les recuerdo su enorme obligación de proponer no al primus inter pares sino a los mejores de los mejores. El riesgo, el error forman parte de la decisión y para ello están los cuatro años de marras pero los principios de elección en el seno de los partidos debe cambiar radicalmente.
Añadir la posibilidad de incrementar el ámbito de las listas abiertas , creo, también sería positivo e incrementaría los niveles de participación, hoy aburridos, cansados y desilusionados. No obviemos que la no participación puede, si no lo hace ya, deslegitimar el propio sistema.
Estas propuestas de responsabilidad en la elección del candidato por los partidos y de ampliación de los supuestos de listas abiertas comportarían una cierta propiedad conmutativa, cuanto mejores nuestros representantes no solo mejor sería nuestra sociedad sino mas entre los mejores optarían a ser candidatos , y, así, sucesivamente