Al parecer, este hombre se pasaba tres días a la semana en Madrid y consumía 22 mujeres al mes, 22 personas como yo, de mi mismo sexo, eran devoradas, cada mes, durante años… Pero no parece que a ningún miembro de este gobierno les amargue el café de la mañana.

 

Yo no puedo de dejar de pensar en ello…

 

La imagen recurrente en mi cabeza es la del cuadro de Goya “Saturno devorando a su hijo”, no sé si por la fotografía que se publicó con el torso desnudo de este señor, por la juventud de las chicas, por el desagrado y agravio que siento como mujer hacia estos hechos, casi numéricos y matemáticos, desalmados frente al número 22, como si el que fueran seres humanos, los objetos consumidos, no fuera relevante, sólo su cantidad.

 

Me gustaría conocerlas a todas, ponerles caras, nombres y vidas a estas personas, mujeres, utilizadas por un hombre de manera compulsiva, viciosa e inhumana, puesto que nada le importaba de su humanidad, excepto su cuantía.

 

Quiero decirles, desde aquí, que si alguna me lee, a mí sí me importan y a muchas otras personas, más allá de su profesión, somos conscientes de que existen, las consideramos y respetamos, esperamos que ejerzan por voluntad propia, y si no es así, que griten, nosotros intentaremos escucharlas, y esperamos que algún gobierno, del color que sea, tienda su mano y su coherencia para todas ellas.