Aunque parezca que miran para otro lado, los dirigentes socialistas están seriamente preocupados. Las proyecciones electorales del CIS no hacen sino agravar esta preocupación. Han perdido toda la credibilidad al ser reiteradamente discrepantes con las que plantean todos los demás institutos de opinión pública.
En todo caso, los avezados estrategas electorales socialistas, todos con una dilata experiencia histórica, no han debido reparar en que abultar la victoria de los socialistas en las encuestas, en este momento, no hace más que avivar a los votantes a los que la derecha y la extrema derecha bombardean con: ¡El objetivo es sólo uno: echar a Sánchez!
Un resultado históricamente malo en las elecciones municipales y regionales no dejarán otro camino a Moncloa que convocar elecciones, con presidencia europea o sin ella. Por otro lado, de aquí a mayo, las broncas, en plural pues serán varias, con los socios gubernamentales y parlamentarios no van más que multiplicarse. Es evidente que se juegan su plato caliente para el frío invierno y las encuestas locales y regionales sitúan a Podemos, en muchos sitios y especialmente en Madrid, fuera de juego.
Los aparentemente buenos resultados económicos y las indudables medidas sociales que se han puesto en marcha, van a quedar en tierra de nadie. La obsesión por el cuelgue de medallas hace que con tantas no se vea la chaqueta. Las dirigentes de Podemos, con la mano que las mece la cuna por detrás, no va a facilitar una pacífica visualización del liderazgo de Díaz y Sánchez. Quien Pierre Nodoyuna nace, Pierre Nodoyuna muere. Siempre fue así.
Evidentemente, lo vivido la pasada semana es de un patetismo político parlamentario que facilita la simplona oposición popular, “que se vayan” y aunque, no lo sea, los convierte en una alternativa posible.
“Podemos” tiene más de un millar y medio de razones para no forzar la caída del gobierno, son los puestos de libre designación que dan de comer a su estructura. Además, saben que quizá sea la última vez de poder tener esos mollares emolumentos. Ya les pasó a sus colegas portugueses.
En el caso de los socialistas también hay muchos amarrados a sus puestos, bastantes en empresas públicas en las que no pueden mostrar unos datos de gestión mínimamente presentables que avalen su continuidad. Así las cosas, en lugar de corregir errores y variar actitudes, van a utilizar el tiempo necesario para corregir el rumbo en colocar a las amistades personales. Esto, desgraciadamente, se volverá a reproducir cuando sea la derecha los que les sustituyan, demostrando a los electores que es imposible mantener una gestión pública que no esté basada exclusivamente en meros intereses personales.
La ciudadanía ya esta saturada de la que la sometan a un permanente estrés democrático
La ciudadanía ya está saturada de que la la sometan a un permanente estrés democrático, donde las broncas entre Gobierno y Oposición se suceda con la de una parte del Gobierno con la otra. Los electores no están dispuestos a soportar que la política sea un continuo al infinito espectáculo de altercados callejeros. Es poco ejemplificador.
Todo sin traer a colación a Tito Berni and boys, los WhatsApp de la Audiencia, la presencia de Camps en los tribunales y hasta la compra de árbitros (donde hay un Consejo Superior de Deportes que ha llegado el último a personarse a la causa con un responsable político que nunca se sabe si está) y tampoco la payasada de la moción de censura. Todo, absolutamente todo, se traslada psicológicamente al electorado reflejando una situación caótica en eso “de la política”. La política, como tal no llega a ocupar un 15% en las preocupaciones de los ciudadanos.
En definitiva, el presidente del Gobierno cada día tiene un día menos para reaccionar y dejar de llevarse por imágenes virtuales en el metaverso, las cuales no inciden en el electorado, y tomar las decisiones que los ciudadanos esperan de él. Esto es muy sencillo, que cese a las ministras que van por libre, nombre un gobierno capaz de afrontar con menos ruido y más política el último tramo de la legislatura. Él se sentirá liberado, ellas también, y nosotros sin lugar a dudas.