El proyecto de Yolanda Díaz, Sumar, suena muy bien, es una melodía armoniosa. En sus múltiples presentaciones son unas declaraciones de buenas intenciones, con las que es fácil empatizar.
Según va pasando el tiempo, esa melodía se repite, al principio es una sorpresa agradable, después una pieza que merece la pena, pero según pasa el tiempo, le puede pasar, como a aquella canción de Luis Fonsi “despacito, despacito, pasito a pasito, suave, suavecito”, que de tanto oírla te empieza a cansar.
Una obra tiene que ser casi perfecta, para ser un clásico que permanezca en el tiempo. Es cierto que las grandes ideas, la solidaridad, igualdad, mejora de las condiciones sociales son un clásico necesario y Yolanda, las incorpora a su discurso, haciéndolo creíble; pero, siempre hay un pero, y si no lo hay, otros lo pondrán.
Está bien recoger ideas, aunar sensibilidades, hacer ese buen proyecto, aunque si el tiempo te come, se puede quedar en el mundo de las ideas, perdida, como tantas, en la nebulosa de las buenas intenciones, entre lo que se quiso y lo que se hizo.
Desde Podemos ya la miran con reticencia, los desencuentros no son mayores, porque ella es una buena encajadora. Las cornadas no han sido pocas, ni discretas, alguna del mismo que la designó con su dedo poderoso, pero que cerrando el puño le ha dado en todo el mentón.
Cuando uno se pone tanto de perfil corre el riesgo de que solo destaque su nariz y algunos tengan la impresión, que la misma cada vez es más grande y la credibilidad cada vez menor.
Uno puede quemarse por una excesiva exposición, pero también porque se diluye en el tiempo y no va a ninguna parte. Han pasado las elecciones andaluzas y allí, ya hubo sus roces y algunas plumas han volado por ese mundo, donde cada uno parece en posesión de la verdad y el guardián de la pureza de la izquierda.
Las encuestas de CIS de Tezanos dan una gran valoración a Yolanda Díaz, que sabe nadar y guardar la ropa, manteniendo la esperanza en el proyecto
A la vuelta de la esquina están las elecciones municipales, y autonómicas en no pocos lugares, seguir de perfil sin impulso conjunto, puede tener consecuencias para Podemos, que parece una fuerza decidida a autoinmolarse, pero también para Sumar, ya que la semilla plantada no acaba de crecer. Ya lo dice un viejo refrán “el que espera, desespera” y si no hay visos de alguna realidad, pues se buscan otros caminos, que siempre hay quienes están dispuestos, como agentes de turismo, a vender las bondades de las nuevas sendas.
El 2023 va corriendo con las elecciones generales a final de año, todo puede pasar, pero a la fecha actual, son demasiadas las incógnitas, no sabes ni quiénes formarán Sumar. Es curioso, los que pretenden aglutinar a la izquierda, sin embargo su proyecto es cada vez es más personal, naciendo con el pecado original del dedazo.
Las encuestas de CIS de Tezanos dan una gran valoración a Yolanda Díaz, que sabe nadar y guardar la ropa, manteniendo la esperanza en el proyecto. Ahora bien, que Sumar no sea solo humo que ciega los ojos de esa izquierda, ya que creer que los “Tito Berni y cia” te va salvar los muebles es de ingenuos.
Hay la posibilidad de superar el 20% del electorado, con un importante papel en la gestión de nuestro país, ello depende de que algunos guarden sus egos en los armarios y otros dejen de ir tan “despacito” abriendo nuevos campos donde sembrar ilusiones.