La guerra de Ucrania, como algunas de las guerras de este siglo, es una guerra televisada. Ello nos permite saber de "la guerra" lo que vemos en televisión pero, como se sabe que una imagen miente más que mil palabras, yo no puedo estar seguro de lo que, realmente, está ocurriendo. Mas allá de que Putin es un sicópata y de que está atentando contra la supervivencia de la civilización occidental, no logro articular un discurso coherente y preciso sobre lo que puede estar pasando ni de sus causas.
Porque, además, la televisión, y cualquier cosa, se suele ver con los ojos empapados de cultura, es decir, con el prejuicio de lo que previamente cree saber cada uno. Y, lo peor, es cuando has leído algún libro.
Si has leído, o tienes conocimiento de "La historia de la guerra del Peloponeso", sabrás que Tucídides opinaba que el miedo de los lacedemonios al desarrollo militar de Atenas fue lo que animó a Esparta a iniciar la guerra antes de que la cosa fuera peor para ellos. Y si has leído a Bárbara Tuchman en "Los cañones de agosto", recordarás que el miedo a los demás ocasionó la movilización de las grandes potencias antes de que se embarcaran en aquella primera guerra mundial.
Pues bien, si has leído cosas como "Rusia frente a Ucrania", de Carlos Taibo, podrás pensar que Putin, el sicópata, temía que la OTAN llegara hasta las mismas fronteras de Rusia. Y que, a lo mejor, añoraba los tiempos en los que existía una franja formada por países del Pacto de Varsovia que hacía de confortable colchón territorial. Libros como "La venganza de la geografía", de Robert Kaplan te puede explicar como "la rusificación" de parte de Ucrania pudo servir de pretexto a Rusia para dar salida a sus temores.
Además, entenderás leyendo a Lawrence Freedman que, o bien Rusia apostó por una guerra localizada, como la describe en "La guerra futura” o quería provocar a la OTAN mediante un ataque indirecto como lo define en "Estrategia. Una historia". Depende de cuales creas que son las verdaderas intenciones de Putin, si defensivas u ofensivas. O depende del día. Pero también podrían ser las dos cosas a la vez y, entonces se trataría de una guerra simbólica de las que habla John Keegan en su “Historia de la guerra”.
En este conflicto bélico entre Rusia y la OTAN, esta organización pondría las armas y Ucrania los muertos, con lo que los gastos estarían repartidos, desproporcionadamente, pero repartidos. Claro que, en todo caso, recordando a Bernard Brodie en varios de sus libros, se puede confiar en que la disuasión nuclear evitará que la cosa pase a mayores. A no ser que alguien piense que debe tratarse de aniquilar al enemigo tal como planteaba Carl Von Clausewitz en su “De la guerra” y sea, realmente, un sicópata. Si alguien cree en esa posibilidad, debería estar seriamente preocupado.
Podrías pensar que otras invasiones de países, como Afganistán o Irak, no han merecido tanta solidaridad internacional como la de Ucrania, pero sería desconocer donde están unos y otros países
El porqué, estando en guerra se confraterniza con el enemigo comprándole gas y petróleo se puede explicar leyendo cosas como “El mal menor”, de Michael Ignatieff, sin necesidad de acudir a la obra de Charles Peirce o William James, aquellos pragmáticos decimonónicos.
Podrías pensar que otras invasiones de países, como Afganistán o Irak, no han merecido tanta solidaridad internacional como la de Ucrania, pero sería desconocer donde están unos y otros países y, desde luego, no haber leído nada como “El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial”, de Samuel Huntington donde te sitúa geoestratégicamente en el sitio correcto.
Yo, por mi parte, aunque leí unas declaraciones de un antiguo director del CNI diciendo que enviar armas a Ucrania significaba prolongar la guerra, recuerdo haber escrito sobre mi opinión de que era difícil hurtarse a la solidaridad con un país que estaba siendo atacado. Claro que, no tuve la oportunidad de pronunciarme sobre el envío de armas solidarias a esos otros paises invadidos a los que me he referido antes. En esa opinión humanitaria coincido con el Alto Representante de la Union para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad (no sé por qué no ponen títulos un poco más cortos) quien, siendo el jefe de la diplomacia europea, se pronuncia claramente por el suministro de munición suficiente a Ucrania para que Rusia no pueda ganar la guerra. Parece tan preocupante como inevitable que un diplomático tenga que decir cosas como esta. Sin embargo, la historia dice que todas las guerras, menos las dos últimas púnicas y alguna otra, han acabado en una mesa de negociaciones.
Las únicas escenas de las que te puedes fiar son las imágenes de los supervivientes de la guerra, especialmente si son niños. Es verdad que hemos visto escenas parecidas en guerras africanas pero es muy duro ver a esos niños rubios que se parecen al hijo de tu vecino y pensar en cómo se ha interrumpido su niñez viendo de cerca la muerte, a lo mejor de sus propios padres, a una edad tan temprana.
En fin, que reconozco estar muy mediatizado por todas esas lecturas que, lejos de mejorar mi lucidez para el análisis me mantienen en la duda de lo que veo y oigo sobre el particular por lo que, lo único que he podido aportar en las líneas anteriores es una recomendación de algunas horas de lectura.