Katherine pertenecía a la élite burguesa americana, mansiones con servicio,  estudios en Harvard, las vacaciones en Europa. Jugaba en otra liga, como se dice ahora.

 

Mientras estaba al frente del Post, destapó el mayor caso de corrupción política de todos los tiempos, el Watergate. Inteligente, fuerte, tenaz. Pero mi narcisismo se refleja no solo en el nácar, también en sus caras astilladas.

 

Katherine pisa el pedal del telar para que los hilos de la  Inseguridad, de las  traiciones , de las  culpas, del desamparo vaya armando el traje con todo el oropel y el privilegio que también la conforma. Hay mucho dolor y mucha soledad en esas vidas elevadas.

 

Así que desde mi ventana  contemplo este día soleado y pienso que lo único que tengo que dirigir son mis pasos a la playa y pasear esta mañana de sábado, y si por alguna vuelta azarosa del destino  este apunte de mi diario cayese en las manos de K. Graham, porque los muertos también leen, pienso que quizá se cambiaría por mi un instante y mi liga le resultaría más ligera, más caliente y más amable.