“La memoria está de moda. Parece una agencia turística que organiza viajes hacia atrás”. Así empieza, Gonzalo Barrena Díez, este libro. Yo añadiría que ojalá esa “moda” llegue a amplios sectores, especialmente de jóvenes. Además esos “viajes” nos ofrecen visitas al pasado que permiten hacer trayectos − sin incómodos y costosos transportes, más que los de la propia imaginación−, para recorrer parajes, historias y sociedades ya inexistentes.
En este caso el periplo es extenso porque Nicolás, que nació en Vega de Gordón, luego ya de maestro siendo muy joven recaló en tierras asturianas. En plena guerra su compromiso con los niños y con la Republica le llevó, junto con su esposa y su hija, hasta la Unión Soviética acompañando a los menores evacuados desde Gijón y a ejercer allí como buen maestro –según los testimonios de sus alumnos−. Su carácter directo, que le hacía llamar a las cosas por su nombre, chocaba con el ambiente de la época estalinista hasta el punto de que, un mal día, los niños de la Casa de Luga, donde enseñaba y cuidaba, amanecieron sin encontrar a don Nicolás; con el paso del tiempo descubrieron que lo habían llevado a un campo de trabajo a Siberia por ser considerado “enemigo del pueblo”. Pero preferible es no hacer “spoiler” –palabra odiosa que sustituiré por “reventar el libro”−, y que el futuro lector descubra por su cuenta lo sucedido.
Lo que sí puedo decir es que Gonzalo Barrena, coautor del libro –junto a María de los Llanos Kasheeva− es nieto de Nicolás y un riguroso estudioso de lo que atañe al colectivo del exilio en la URSS y de los cerca de tres mil llamados “Los niños de Rusia”. Gonzalo, en la primera parte, nos hace de guía en la travesía leonesa-asturiana en la que nos hacemos buena idea de las penurias que sufrían los enseñantes. Entre otras cosas cuenta como su abuelo, para complementar el sueldo, fabricaba cercos de madera para ventanas y puertas. Me llamó la atención porque un viejo amigo hace mucho me contaba la anécdota de que su abuelo, igualmente maestro en Asturias, en la zona de Pola de Lena, fabricaba “garabatos”−que se dice en bable a los rastrillos de madera−; deduzco que las “actividades diversas” debían ser necesidad recurrente entre los maestros para subsistir.
Gonzalo Barrena gusta de escribir conjuntamente; ya con anterioridad lo hizo en otro delicioso libro: Viaje al mundo de Martín Llamazales. Los Beyos de Ponga 1893, conjuntamente escrito con Gerardo López. En este reciente sobre su propio abuelo tuvo la largueza de ofrecer coautoría a María de los Llanos, hija y nieta de exiliados en la URSS de madre rusa, que tuvo a su vez la generosidad de aceptar.
Gonzalo Barrena gusta de escribir conjuntamente; ya con anterioridad lo hizo en otro delicioso libro: Viaje al mundo de Martín Llamazales. Los Beyos de Ponga 1893, conjuntamente escrito con Gerardo López
En la segunda parte, María, conocedora de la materia, nos sumerge en el contexto del entorno que precipitó el drama de Nicolás y su familia y en el ambiente de los niños españoles que, dice: “atrapados entre dos dictaduras”; si bien añado yo, en aquella en la que recibieron educación, más de mil fueron titulados universitarios superiores o medios y una cantidad por encima de esta cifra obtuvieron formación profesional cualificada. Lo cual refiero como dato y no con ánimo de eximente, ni siquiera de atenuante, de lo que describe, con hechos contrastados, la coautora.
La historia da otro giro cuando la hija de Nicolás: Dulce María, conoce al que sería su marido, también Gonzalo, ex combatiente republicano, huido a Francia, capturado por los alemanes y llevado para hacer trabajo esclavo al terrible frente del este. En cuanto puede se pasa al otro bando y ante la duda le meten en un campo de concentración durante once años. Se casan y nace el siguiente Gonzalo Barrena.
A través del tiempo y con una generación por medio, el ciclo se completa con el viaje de vuelta del nieto: Gonzalo, haciendo el camino inverso hacia España, con sus padres, cuando apenas tenía seis meses.
¿Quién da más? ¿Cómo era eso de que la realidad supera la ficción?
Puede encontrar este libro:
“Nicolás Díez Valbuena, Memoria Incompleta de un Maestro” en Editorial la Memoria del Norte.
info@pielagodelmoro.es