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"—La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua." Don Quijote, capítulo XXXII de la segunda parte:

IDA en busca del txapote perdido en el callejón de gato

IDA en busca del txapote perdido en el callejón de gato

¿Quién buscaba el voto de Txapote cuando Isabel Díaz Ayuso exclamaba en la Asamblea de Madrid “¡Que te vote Txapote¡”?

“El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”. R.M. de Valle Inclán

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Imagen: EP


“El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”. R.M. de Valle Inclán

A veces uno tiene la sensación de que la política, o al menos una parte de ella, ha caído en manos de adolescentes mal criados o en tabernarios del oportunismo, convirtiéndose en un incomprensible y desazonador pugilato que confunde a la ciudadanía, la predispone en contra o a favor, y busca que nadie quede indiferente ante situaciones que pretenden abducirnos sin que exista el mas mínimo espacio para la sosegada reflexión. 

 

Si la ola de ruido, estulticia y fanatismo que nos rodea nos dejase razonar un poco y discernir mínimamente en torno a la realidad, seguramente todo sería distinto. Pero no. Se va a la frase corta, al slogan, a la búsqueda del voto perdido o añorado y a infringir daño personal o moral al contrario. Sobra comunicación fútil y faltan ideas y pensamiento. 

 

Siempre existe el Rasputín de turno, el personaje siniestro, capaz de rebuscar cómo penetrar en las mentes colectivas, pero también en las individuales, y doblegar el intelecto ajeno a  fuerza de repetitivos mantras. La psicología de masas no es nueva, pero sí la forma y manera de trasmitir las “ideas geniales”, ahora a través de las redes sociales, para conformar un pensamiento colectivo que acaba abstrayéndonos de nosotros mismos. 

 

Este tipo de actitudes cada vez se normaliza más, y penetra cual “lluvia fina” en una sociedad, harta y aburrida que, al final, concluye en aceptar lo que aparentemente rechazaría inicialmente. 

 

Nos acercamos a un periodo electoral importante donde se dilucidan muchas cosas, y no solo quien nos gobernará en los próximos cuatro años en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas, y por ende, quien podrá gobernar España en el siguiente proceso electoral. El poder es lo que importa, porque tras él está en juego la capacidad de influir, de cambiar comportamientos culturales y sociales, económicos o de comunicación, e incluso de como arrimar el “ascua a la propia sardina”. 

 

Como señala Moisés Naín, “cada vez somos mas vulnerables a las malas ideas y a los malos líderes”, en un contexto en que el poder, tal y como se concebía tradicionalmente hoy está degradado y disperso.

 

Viene esto al caso de quien quiere ser punta de lanza en una forma de hacer política rodeada de desmesura en el verbo, en la estrategia y en la ambición mal entendida, donde se nos habla de un comunismo que dejó de existir, de Republicas federales, laicas y plurinacionales absurdas, planes totalitarios e ilegitimidades de los Gobiernos, que no se compadecen con ninguna realidad por mucho que la retuerzan hasta hacerla sacar la lengua. 

 

Palabras hueras de contenido que nadie termina de comprender, salvo porque consideran “atinados” los incomprensibles exabruptos. Hoy todo vale para hacer creíble la necedad personalizada, mientras la inexistente gestión de lo público viene impulsada por la inercia de los tiempos y no por la acción, donde lo que sucede bueno se lo anota como propio y todo lo que resulta negativo es propiciado por los contrarios. 

 

 

 

Parece que hay que mantener a ETA en el imaginario colectivo para que el horror de sus acciones siga vivo en nuestras mentes

 

 

Cuando Isabel Diaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, aparentemente experta en “comunicación política” y “alumna ilustre”, hace pocos días, haciendo gala de lo que ahora llaman “zascas” para que los propios te aplaudan hasta romperse las manos y los contrarios te “linchen” en las redes sociales, terminaba su intervención de réplica al socialista Juan Lobato, en la Asamblea madrileña, con un “¡QUE TE VOTE TXAPOTE¡”, sin duda no lanzaba al aire una frase inocente, ni aguerrida, ni de coraje, si no lo suficientemente meditada como para llamar la atención, especialmente en cierto electorado madrileño encandilado, y ya encendido por las soflamas de la ultraderecha de VOX, que previamente en Septiembre pasado, a través del europarlamentario Jorge Buxadé lanzó ese “grito de guerra”, reproducido por un espontáneo que se coló en un canal de la TV pública,  pocos días antes de que lo capitalizase la señora Ayuso. 

 

Inopinadamente, y cada vez más, una organización terrorista desaparecida del panorama político español hace años (ETA anunció el cese definitivo de la violencia el 20 de Octubre de 2011, Gobernando José Luis Rodríguez Zapatero y el 2 de Mayo de 2018, con Mariano Rajoy como Presidente, anunció la “disolución completa de sus estructuras”) sigue “viva” y es resucitada permanentemente en la confrontación política.

 

Son las pesadillas de la Vieja España, la de “los buenos” y “los malos”, la de esos “demonios” de los que nos habla Gil de Biedma en su poema “Triste Historia” y que el poeta recomienda expulsar de nuestra convivencia. 

 

Parece que hay que mantener a ETA en el imaginario colectivo para que el horror de sus acciones siga vivo en nuestras mentes. El fin de ETA fue un triunfo de la democracia, del esfuerzo contumaz de quienes desde la política y la lucha policial se obstinaron en conseguir una paz por todos anhelada, y del que todos deberíamos sentirnos satisfechos. 

 

¿Pero quién es el tal Txapote?. Es un personaje indeseable e irredento, del sector más duro de ETA, contrario a la disolución de la banda.  Este individuo, que pudre sus huesos en la cárcel, fue condenado a más de cuatrocientos cincuenta años de prisión por catorce execrables crímenes, entre otros los del concejal popular de Ermua Miguel Ángel Blanco, del parlamentario vasco Gregorio Ordoñez y del socialista Fernando Múgica. 

 

En definitiva se utiliza a la inexistente ETA, y al condenado Txapote, como instrumento de controversia política. De una parte, se usa a ambos para captar el disputado voto perdido entre PP y VOX, cuyos electores son los principales receptores del mensaje,  y de otra para atraer a la parte más volátil del voto socialista hacia posiciones ultraconservadoras y en contra de lo que la derecha más reaccionaria denomina “sanchismo”. 

 

En definitiva, Isabel Diaz Ayuso, en esa desafortunada exhortación estaba reclamando, el voto de Txapote, para sí y su partido en las próximas elecciones. Una inmoralidad que no oculta el desparpajo y la vergüenza de pedir el voto de forma diferida, utilizando a un sanguinario terrorista como pretexto. 

 

De nuevo los espejos cóncavos y convexos del Callejón de Gato vuelven a distorsionar grotescamente la realidad. 

 


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