El ciudadano normal está harto de que le tomen el pelo, pero los grandes poderes y los gobiernos siguen confiando en que el uso de la maquinaria informativa/desinformativa/manipulativa, que controlan, acabará convenciendo a su pueblo de lo que ellos quieran. La propaganda, de paz o de guerra, es muy eficaz y está comprobado que, dedicando medios y conocimiento, logra resultados fantásticos.
Charlatanes y expertos en comunicación, con personal y buenos medios técnicos, vencen siempre cualquier resistencia del pobre individuo que recibe, pasivamente, la información. Y si ese individuo desea buscar la verdad de forma activa se le pueden poner tantas trabas que acabará dudando de todo. Ante la duda también se ha vencido. En este caso, como en otros muchos, el hecho de generar dudas en la mente del individuo ya es una victoria.
Un ministerio de defensa (министерство обороны en ruso o міноборони en ucraniano) puede hacer la guerra mejor que un ministerio de la guerra (военного министерства en ruso o військового міністерства en ucraniano). El nombre significa lo que se desee que signifique. Por eso, un tanque (carro de combate en castellano) para un político o experto en comunicación puede ser un arma defensiva y no ofensiva, como cualquier militar ha estudiado, considera y entiende.
Así llegamos a la paradoja de que hoy le damos tanques defensivos a Ucrania y mañana le proporcionamos aviones de combate, modernos cazas, para defenderse.
El Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE), ha sido considerado durante muchos años como la piedra angular de la arquitectura europea de seguridad y en él se definen cinco categorías de armas para las que se fijan unas cantidades máximas, cuyo exceso había que destruir en un plazo de tiempo determinado, y posteriormente seguir controlando para que no superasen las cantidades fijadas. Estas categorías de armas son los tanques (carros de combate), los vehículos acorazados de combate, los cañones (piezas de artillería), los aviones de combate y los helicópteros de ataque.
Esas cinco categorías de armas convencionales (el tratado sólo se refiere a las convencionales) son las más importantes que están en servicio en todos los ejércitos del mundo. No existe diferenciación entre armas ofensivas y defensivas. Lo que sí se puede es utilizar, cualquiera de ellas, en tácticas ofensivas o defensivas.
Naturalmente, la semántica puede seguir utilizándose para afirmar que una gran cantidad, o una mejor calidad, de armas de cualquiera de esas cinco categorías (tanques, por ejemplo) supone un factor para la disuasión ante un posible enemigo.
Sin duda los carros de combate son una de las principales armas utilizadas para la ofensiva: Son las armas principales de la actual Caballería que, junto con el arma aérea, los aviones, misiles, cohetes, y la clásica artillería, constituyen las armas que se deben utilizar primero por el atacante. De esta forma se debilitarán las posiciones enemigas, se destruirán o inutilizarán sus puestos de mando, comunicaciones, infraestructuras estratégicas, etc., de forma que se pueda pisar y ocupar el terreno con un menor número de bajas de personal. Naturalmente, otros tipos de armas y de tropas especiales, así como la logística son igual de importantes para lograr la victoria. Por cierto, todas las guerras u operaciones militares suelen tener fases ofensivas y defensivas, que requieren el uso de diferentes clases de armas y de tácticas.
Todas las guerras tienen un final y pasado un tiempo los descendientes de los hoy enemigos firmarán acuerdos, se darán abrazos, establecerán nuevas familias, celebrarán fiestas juntos… tratarán, y lograrán, olvidar el daño causado por unos y otros.
Aunque de lo expuesto hasta aquí ya se deduce que cualquier arma puede considerarse ofensiva o defensiva (incluso las pistolas pueden utilizarse para atacar y para defenderse, que es el argumento usado, por ejemplo, para autorizarlas para uso civil en EEUU o Israel), el principal uso de los carros de combate es para la ofensiva, para el ataque.
El aporte a Ucrania de carros de combate, en mi opinión, no puede cambiar el curso de la guerra que, a juzgar por las últimas declaraciones de Zelenski, no va bien y esa es la razón por la que pidió los “tanques” y ahora pide aviones de combate. Es cierto que si el objetivo de Ucrania, y el de quienes estamos apoyándola, es recuperar el territorio perdido por Ucrania (incluyendo o no Crimea), no sólo necesita las armas que está pidiendo. Lo que Ucrania y sus vecinos más próximos vienen diciendo desde el comienzo de esta guerra es que necesitan que la OTAN ataque a Rusia con armas y con tropas.
Cuanto más se tarde en tomar esa decisión más vidas de ucranianos se perderán y, si no se para esta deriva, la guerra OTAN - Rusia será inevitable. Estados Unidos participará también militarmente (no puede ser de otra forma pues lidera la OTAN), pero su gobierno no tiene problema con el pueblo norteamericano porque el apoyo inicial será sin hombres sobre el terreno y después ya veremos cómo evoluciona la guerra y, lógicamente el desarrollo de la guerra dependerá de la actitud de China, India y otros estados que, de una forma u otra no han condenado las acciones rusas.
Los riesgos que asumimos los europeos están aumentando y, si seguimos sin presionar para lograr una negociación que nos lleve a la paz, es obvio que el riesgo del uso de armas de destrucción masiva (nucleares, químicas, biológicas o radiológicas) está cada vez más cerca. Sólo la paz puede evitarlo. En mi opinión, por razones no suficientemente explicadas a la sociedad, los gobiernos europeos toman decisiones claras que van en la línea de implicarnos más directamente en la guerra, de continuar en esta escalada que nos conduce a una guerra mundial y no hacia la paz.
Parece que no podemos esperar que los líderes cambien el rumbo. Por ello, sólo una reacción de la sociedad, propia de nuestro nivel de desarrollo, puede exigir a nuestros gobiernos que velen por el interés real de sus ciudadanos y acaben con esta guerra. Todos sabemos que, tarde o temprano, todas las guerras tienen un final. Pasado un tiempo los descendientes de los hoy enemigos firmarán acuerdos, se darán abrazos, establecerán nuevas familias, celebrarán fiestas juntos… tratarán, y lograrán, olvidar el daño causado por unos y otros. ¿Merece la pena contribuir a aumentar ese daño conociendo el final?