Publicado el 30 de enero a las 16:40
Actualmente, hablar del COVID es casi molesto, es aquel mal recuerdo que la sociedad quiere olvidar lo antes posible. Puede que sea un acto reflejo, que después de tanto sufrimiento, no quieres mirar hacia atrás, ni para ver si alguien te sigue.
Estos días escuchaba en una emisora de radio la dura experiencia de una joven que contaba como la vida se le había roto , donde el dolor desde hace año y medio es su compañero inseparable. Los efectos del COVID, sus secuelas , siguen siendo, en buena parte, un misterio para la medicina. Los que lo sufren ya no se cuentan, como antes, los afectados por comunidades y muchas veces, lamentablemente, parece que lo que no se cuenta simplemente no existe. No se han depurado las responsabilidades sobre lo que ha sido el mayor genocidio desde la II Guerra Mundia l, es aquello de, qué más nos da si los muertos; ellos, no se manifiestan y tampoco pueden votar.
Ahora pedir responsabilidades es como gritar en el desierto. Lo peor que les puede pasar a los ciudadanos es cuando todos tienen responsabilidades, no lo dudes, se intentan tapar entre ellos , con aquello que despista tanto, el “y tú más”. Siempre podremos decir que mal de todos consuelo de tontos, ya que esto en mayor o menor medida ha pasado en la mayoría de los países.
Olvidar lo sucedido y sufrido en las residencias durante la pandemia es una ignominia, pero las palabras, palabras son y el viento se las lleva. Ahora bien, muchas familias tienen un vacío que se acrecienta en las fechas que se aproximan, además están los efectos de la enfermedad y las heridas que nos ha dejado; por una parte, esas secuelas para muchos tan duras que les impiden seguir con su vida normal. Por otra, heridas que se han hecho al sistema sanitario y que estamos sufriendo todos. Actualmente tenemos unas carencias en la atención primaria que se están poniendo de manifiesto.
Recuerdo que hace unos años solicitabas una cita para estar con tu médico de familia, lo podías hacer por teléfono, te cogían casi a la primera y al día siguiente tenías tu cita, ¡¡qué tiempos!!, esto ahora es una quimera. Osakidetza el servicio público de salud del País Vasco, una de las comunidades que tiene un mayor presupuesto para sanidad; sin embargo, desde hace unos años el deterioro del servicio es manifiesto , así se puede llegar a tardar hasta diez días para una cita no urgente con el médico de familia en Bizkaia. La lista de espera para los especialistas se ha multiplicado por seis desde 2016, si hablamos del SERGAS en Galicia podemos dar datos más preocupantes o del Servicio Cántabro de Salud (SCS) donde la falta de profesionales es una constante en todos ellos. El Servicio Madrileño de Salud (SERMAS) está en el ojo del huracán.
Todos deberíamos ser conscientes de la necesidad de potenciar la sanidad pública, de dotarla de los medios necesarios
Hoy por hoy los sanitarios están en pie de guerra, saturados de trabajo, con unas plantillas que no dan abasto para atender las necesidades de los ciudadanos, produciéndose tensiones, donde los que eran héroes hace cuatro días, hoy son maltratados en algunos medios, simplemente, por convocar una manifestación o defender sus derechos y nuestra sanidad pública.
Todos deberíamos ser conscientes de la necesidad de potenciar la sanidad pública , de dotarla de los medios necesarios, si en el pasado hemos tenido un sistema sanitario que era la envidia de medio mundo, quizás haya que volver a mirar hacia ese pasado, para recordar lo que entonces se hacía correctamente. Hay quienes hacen mucho ruido, quienes usan demasiadas palabras, para simplemente ocultar que cada vez se destinan menos recursos a los que son una de las principales bases de nuestro sistema de bienestar social.
No seamos aguafiestas, nos recomiendan los que crean opinión; son otros tiempos, otros problemas y lo pasado, pasado está. La necesidad que tenemos de una sanidad pública que funcione correctamente, no es pasado, es el gran problema que sufrimos ahora. Lo que nos ha enseñado la pandemia es que sin recursos, sin una buena gestión, sin personal, todos lo podemos pasar mal.
Si como hemos visto en la cumbre de El Cairo, no somos capaces de cuidar nuestra naturaleza, ni de nuestra casa común, este planeta maravilloso, cómo para pedir responsabilidades pasadas. Entre vacuna y vacuna, da la impresión que nos pusieron la vacuna del olvido; que el pasado no te amargué el presente, así que a vivir que son dos días y uno puede estar nublado por tantos problema;, pero, simplemente, cuando intentas contactar con tu médico, te das cuenta que algo grave pasa en nuestra sanidad.