Publicado el 9 de diciembre a las 16:36
Joaquín, a quien profeso un afecto antiguo, siempre me ha parecido un personaje digno de admiración. Lo del afecto es algo, naturalmente, personal e intransferible. Lo de la admiración, aunque también es de cada cual, puede, perfectamente, compartirse ya que se basa en cualidades de su personalidad que destacan por encima de lo común.
Su disidencia con el PSOE es un ejemplo de ello. Leguina hace tiempo que no comparte los criterios predominantes en ese partido , entendiendo por tales los que emanan de la superioridad. Este es un primer punto en el que conviene detenerse en el análisis. Si convenimos, al menos para avanzar, en que los partidos democráticos son eso, o sea democráticos, cuando eligen a sus líderes lo hacen trasladando a ellos la ideología dominante en el partido. Así, el PSOE de Felipe González se identificaba con él , el de Rodríguez Zapatero casi (recordemos lo justito con lo que ganó el congreso) y el de Sánchez también. Lo mismo podríamos decir de Almunia y Pérez Rubalcaba pero no vienen al caso. Con ello, quiero decir que, aunque el PSOE tenga casi un siglo y medio de vida, ha evolucionado con los tiempos y, los que lo hemos vivido mas intensamente en una época determinada, podemos no reconocerlo pasado ese tiempo, que también ha sido el nuestro.
El problema es que a Leguina no le han gustado nunca ni Rodríguez Zapatero ni Sánchez , cosa que no ha sido obligatorio para militar en ese partido como podrían demostrar muchos de sus correligionarios. Pero Joaquín, al contrario que la mayoría de esos compañeros con los que coincidía, ha disfrutado de unas condiciones especiales: un desparpajo suficiente para explicitarlo, una cierta brillantez para hacerlo y una fácil audiencia en los medios de comunicación para acoger su opinión.
Lo cual, abre un debate, el de los límites de la libertad de expresión de los militantes de un partido político. Aquí también se da lo de la ética de los principios y lo de la ética de la responsabilidad, ya que la expresión de lo que uno piensa puede chocar con la eficacia de una acción política del partido que se puede ver dañada por esas expresiones.
Si tenemos en cuenta esos dos aspectos de la cuestión, el del criterio dominante y el de la responsabilidad de las decisiones propias, surge una nueva pregunta: ¿es necesario seguir militando en un partido político con el que se discrepa de los criterios predominantes? Se puede decir que si en el supuesto de que se pretenda convencer a la mayoría imponiendo los propios criterios o creyendo que esa mayoría, representada por sus líderes, va a admitir, tolerantemente, la discrepancia permanente .
No me atrevo a decir que se sea más o menos socialdemócrata, más o menos socialista o más o menos de izquierdas por militar, o no, en el PSOE
Y aquí viene la última parte del tema. Los que mandan tienen la tolerancia que tienen y no se les puede pedir más. A su favor tienen los estatutos y la facultad de interpretarlos, aunque, en su contra, cuentan con el hecho de que, al expulsar a Leguina del PSOE, le convierten en un mártir de su causa y amplifican el alcance de su disidencia, medios de comunicación mediante. Desconozco porqué es mejor expulsarle ahora que hace un año y medio cuando se produjeron los hechos castigados, pero seguro que hay una razón, administrativa o política. No es mi problema.
Joaquín Leguina, como varios de mis antiguos compañeros de partido, y amigos, no comparten las ideas que parecen predominar en el PSOE . Algunos permanecen en el partido, otros, lo han abandonado tranquilamente. Y, los menos, han hecho lo que dice el poema de Dylan Thomas: no entrar dócilmente en esa buena noche. Joaquín Leguina es uno de ellos y, fiel a su personalidad, va a convertir su expulsión en un motivo más de discrepancia, esta vez motivada, ya que no parece partidario de que le echen de su partido.
Lo que no me atrevo a decir es que se sea más o menos socialdemócrata , más o menos socialista o más o menos de izquierdas por militar, o no, en el PSOE. Se puede mantener el compromiso con unas ideas sin tener porqué hacerlo con una organización.
Por sus obras, en todo caso, los conoceréis. Mateo 7 16. Creo.
Jesús Espelosín es ex ingeniero de Caminos, político y empresario. Experto en entomología política.