Publicado el 1 de diciembre a las 13:01
El Vaticano está cometiendo, al menos, un pecado de injusticia. Se trata de no haber nombrado a San Pablo, el de Tarsos, patrón de los descubridores. Porque, méritos, tiene. Cuando, camino de Damasco, descubrió la verdad se hizo acreedor a ese patronazgo. Y, con esa injusticia, hay muchos descubridores de Mediterráneos que se han quedado huérfanos de patrón.
Por ejemplo, Baltasar Garzón . Cuando, siendo juez, se cayó de la judicatura, o sea, cuando le echaron, descubrió que los jueces del Tribunal Supremo eran muy de derechas . Él, que los debía conocer muy bien, no fue capaz de darse cuenta hasta que una decisión de ese tribunal puso sus huesos en tierra.
Hay muchos casos parecidos y todos conocemos alguno. Es lo que ha hecho acuñar el dicho de que solo nos acordamos de Santa Bárbara (esta sí que tiene madrinazgo) cuando truena , reflejando el hecho de que hace falta una circunstancia adversa para descubrir, o recordar, algo.
Ahora, parece haber pasado algo parecido con Irene Montero. Ha descubierto que los jueces son machistas porque están aplicando la ley del "si es si" en forma tal que rebajan las penas de algunos violadores a valores inferiores a las que les correspondían cuando no existía esa ley. También, en este caso, alguien se ha tenido que caer de algún sitio para darse cuenta de algo.
Yo no niego que los jueces sean, mayoritariamente, de derechas y que se hayan educado, también mayoritariamente, bajo principios machistas. Lo que digo es que parece que es verdad eso de que, la letra, con sangre entra , y que da la impresión de que tengas que darte un buen golpe para darte cuenta de algo.
Y, que el descubrimiento se haga en un momento tardío, puede traer consecuencias. En el caso de Garzón no tuvo mayor importancia ya que esa tardanza solo le afectó a él y, además, le permitió pasar al lucrativo sector privado. Peor es el caso de Montero ya que, si hubiera tenido en cuenta el machismo de los jueces, quizás la ley hubiera tenido otra redacción. No se cual, pero, desde luego, otra que no ocasionara rebajar penas a, ni uno solo, de los violadores condenados por atacar a una mujer.
La ley que no parece haberse modificado es esa norma, no escrita, que impera en las cárceles, en las que los violadores, y pederastas, no son bien acogidos por la comunidad penitenciaria.
Ni tengo criterio, ni tengo la intención de comentar, y mucho menos criticar, aquí la ley 10/2022, de 6 de septiembre, de Garantía Integral de Libertad Sexual, publicada en la página 124.199 del número 215 del BOE de 7 de septiembre, que es como, realmente, se denomina la "ley del sí es si". Si lo fuera a hacer, debería referirme no solo a la titular del Ministerio de Igualdad, si no, también, a la de Justicia, a la Abogacía del Estado y a los múltiples organismos que han intervenido, o deberían haberlo hecho, en la redacción de una ley orgánica como esa.
No, a lo que me refiero es a que, al parecer, nadie haya tenido en cuenta que los jueces son unos machistas de tomo y lomo. Porque, hay que imaginar que, de haberse apercibido con anterioridad, se habrían tomado las medidas oportunas para evitar la sensación de clemencia con violadores convictos que está teniendo la aplicación de la nueva ley. Y, eso, porque no creo que uno de los objetivos de la ley fuera rebajar penas. Al menos, no solo no lo ha destacado la ministra en su alocución justificativa en el Congreso del pasado 30 de noviembre, si no que parece haber un lamento generalizado porque se estén produciendo casos en ese sentido.
La ley que no parece haberse modificado es esa norma, no escrita, que impera en las cárceles, en las que los violadores, y pederastas, no son bien acogidos por la comunidad penitenciaria. De esta forma, al menos, los violadores, aunque verán reducida la duración de su pena, no notarán un descenso en la intensidad de la misma . Supongo.
Pero, volviendo a San Pablo, ¿será preciso que alguien se caiga de un caballo para que descubra la injusticia de no hacerle patrón de tanto descubridor súbito?