Publicado el 11 de noviembre a las 17:43
"Educados en el silencio, la tranquilidad y la austeridad, de repente se nos arroja al mundo; cien mil olas nos envuelven, todo nos seduce, muchas cosas nos atraen, otras muchas nos enojan y de hora en hora titubea un ligero sentimiento de inquietud; sentimos y lo que sentimos lo enjuaga la abigarrada confusión del mundo "
Goethe
El prolífico y agudo escritor austriaco Stefan Zweig en su autobiografía póstuma “El mundo de ayer” iniciaba un capítulo dedicado a hablar con añoranza de la seguridad perdida del mundo vivido con este poema de Goethe. ¿Cómo está la cosa ahora? En este momento ni el sentimiento de inquietud es ligero y la confusión del mundo no enjuaga nada, directamente lo pone chorreando.
Primero nos dijeron que sería la globalización la que cambiaría todo, pero a mejor. El mundo se haría más pequeño y todos tenderíamos a compartir problemas y soluciones, para todos serían iguales. No ha sido así.
Además, la tecnología haría todo más fácil, más sencillo y más limpio. Una democracia universal de bienestar y solidaridad . Las cosas tampoco fueron tan así. Las crisis financieras fueron un primer terremoto que se llevó al traste todos los equilibrios, no del poder mundial sino de nuestra calidad de vida, aunque no tuviéramos intereses financieros o precisamente por ello.
Con estas crisis se redujo todo aquello que nos proporcionaba el colchón del bienestar colectivo. Algo sin precedentes, desde hacía décadas todo era subir y tener. El terremoto sirvió para despertar y caer en la cuenta que seguimos viviendo en un mundo de ganadores y perdedores.
Sin duda globalización, tecnología y crisis financiera han cambiado el mundo. No obstante, cuando miramos al frente comprobamos que de este cambio solo tenemos una pequeña percepción. Ni la sociedad, ni sus políticos. Todos sólo tenemos una ligera y superficial intuición de los que nos espera. Y, si esto era poco, al doblar la esquina nos encontramos que un año aflora una pandemia que nos encierra a todos en casa; todos es todos, ya sea en Fuenlabrada, Huaxi o Arica.
Este hecho nos ha forzado a cambiar nuestros hábitos de vida. Si esto fuera poco, al siguiente nos vemos enfrascados en una guerra que a la tragedia humana une unas duras consecuencias económicas, la más importantes encarecer y limitar las energías que nos posibilitan la forma de vida que hemos tenido hasta la fecha. Es duro que sea la guerra lo que haya hecho ver colectivamente, y a otros ni eso, a prestar más atención a lo que nos llevan advirtiendo desde hace décadas los científicos: estamos destruyendo irremediable e inevitablemente el territorio en el que vivimos: la Tierra. Vamos de cabeza a autodestruirnos.
En fin, que no está la cosa para ser muy optimistas.
Sin embargo, aún estamos a tiempo. Estamos a tiempo de que con criterio intentemos tomar las riendas de nuestro destino . ¿Eso cómo se hace? ¡¡Discurriendo!! , se decía antes; sabiendo ver sin gafas de colores lo que cada día nos está deparando este mundo confuso.
LA HORA DIGITAL ha querido dar un pequeño paso al enfrente y crear una comunidad de reflexión y denuncia
Así las cosas, LA HORA DIGITAL ha querido dar un pequeño paso al enfrente y crear una comunidad de reflexión y denuncia. Estamos en un momento muy complejo de nuestras vidas, en LA HORA CRÍTICA , y ante la opción de contemplar pasivamente como se decide el mundo de mañana , nuestro futuro, nosotros optamos por conjuntar opiniones que nos hagan ver la senda. En la calle, tú opinión y nuestra opinión “son mucho más que dos ”.
La HORA DIGITAL EN LA HORA CRÍTICA ha conseguido congregar a un conjunto de colaboradoras y colaboradores que ponen ilusión y mucho criterio en este proyecto de comunicación libre, plural y disruptivo. La libertad está en cada escrito o palabra dicha, la pluralidad en el fundamentado contenido contrastado de sus opiniones y la disrupción en no tener miedo a pensar y a decir lo pensado.
Nuestro objetivo no es darle vueltas en circulo a la tediosa y muchas veces inútil política que nos muestran; es dar la vuelta a la política y a todo aquello que pasa a nuestro alrededor para que nos enriquezca cívicamente para poder progresar por una senda de convivencia y provecho mutuo.
El mundo digital se ha terminado convirtiendo en una mezcla de clics y bricks, pero nosotros no olvidamos que siempre hay personas detrás, a ellas nos dirigimos, a los espacios que son humanos y no virtuales, espacios que son parte de la vida misma, donde se llora, ríe, siente, padece y ama. Es por ello, que en esta hora crítica revindicamos tener un lugar para lo que nos hace más fuertes: la cultura, el pensamiento libre y el sentimiento.
Este territorio que abrimos queremos que se convierta en una gran comunidad de opinadores, lectores y participantes para entre todos evitar: «Que el cielo nos caiga sobre la cabeza» y hacer mucho mejor “el mundo de mañana”.